… de la yuxtaposición derivativa.
Toda frase tiende a tener sentido, por demente que parezca. Noam Chomsky, el lingüista que si no fuera por Andrés Bello diría que es el más lúcido de la historia, propuso en 1957 la que llamó una “no-frase”: “Ideas incoloras y verdes duermen furiosamente”. En esa época de juventud, Chomsky no había leído ni el surrealismo ni aquel verso del Fausto de Goethe: “Gris es toda teoría, pero verde es el árbol dorado de la vida”.
En el congreso lingüístico en que presentó sus Estructuras sintácticas, con la frase citada, un poeta compuso unos versos con ella, porque la semántica es casi que infinitamente más flexible que la morfosintaxis, con sus recciones de género, número, persona, tiempo, especialidad en la que Chomsky es más que genial. Roland Barthes, en una exageración que supongo didáctica, dijo en su Lección Inaugural de 1977 en el Colegio de Francia que el lenguaje es fascista porque obliga a, por ejemplo, la rección de género, una casa es blanca y no blancos. La semántica es más libre, en ella los “huracanes suaves” no son imposibles, como suponía un profesor bien bruto que tuve. Y las navajas de Albacete, bellas de sangre contraria, relucen como los peces, cual mostró Federico García Lorca en su romance gitano Reyerta.
Procedo, pues, a demostrar que la frase aparentemente sin sentido propuesta por Roberto Malaver (“el paradigma sintagmático de la yuxtaposición derivativa”), para burlarse de los hintelectuales, sí puede tener significado. Me refiero a los hintelectuales de quienes se burlaba Julio Cortázar, así con h.
La semántica también pueden ser deliberadamente perversa. Hay un canal golpista, continuamente indultado, que presenta a Hugo Chávez haciendo el elogio de la coca como alimento y luego lo muestra, por yuxtaposición derivativa, vaciando cierta porción de leche en polvo sobre una mesa. Las palabras no dicen que coca es cocaína, más bien Chávez aclara explícitamente la diferencia, pero solo con palabras, porque la leche en polvo, blanca, hace pensar en lo que ya sabes, a causa del paradigma sintagmático, que concuerda con la campaña de satanizar a Chávez como narcoguerrillero, narcoconsumidor y encima propagandista de la droga.
Son capaces de ofenderse si uno los llama sicarios mediáticos.
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