"Los editores de la prensa del continente son los que están representados en la SIP, muchos de ellos miembros de rancias oligarquías como la colombiana."
La SIP acaba de concluir su última reunión del año 2008, esta vez en Madrid; cosa que extrañó pues, siendo interamericana, ¿por qué convocarla en Europa?, ¿qué curioso giro los llevó por aquellas tierras? Este organismo se reúne cada seis meses y en los últimos años sus informes son monotemáticos, con un discurso ultraconservador y sobre todo condenatorio. Su dedo acusador se levanta contra todos los procesos de cambio y lo que transgreda el orden impuesto por el coloso del Norte.
Los editores de la prensa del continente son los que están representados en la SIP, muchos de ellos miembros de rancias oligarquías como la colombiana. Verbigracia, quien resultó electo nuevo presidente de la SIP pertenece a la familia Santos, vieja oligarquía, dueños de medios desde el siglo pasado, primo del ministro de la Defensa, hermano del vicepresidente y enemigo jurado de Venezuela.
Sin ningún empacho la SIP etiqueta, estigmatiza, acusa, condena y levanta el índice marcando con epítetos fuertes y juzgando los procesos que viven los países de América Latina, que en actos evidentes de soberanía han decidido darse procesos de cambio en sus regiones en los marcos de legalidad que brindan las democracias. En cada uno de estos eventos, su directiva prepara con la ayuda de sus amigos, los dueños de los medios privados, falaces informes.
"Generación de autocensura, incomprensión e intolerancia frente al ejercicio periodístico, amedrentamiento de la prensa independiente (una de las frases preferidas); agresiones, amenazas y presiones contra los periodistas; creación de temores a los reporteros; hostilidad e intolerancia hacia la prensa e intimidaciones contra comunicadores", son expresiones que proliferan en dichos informes.
Los textos conclusivos que presentan el Ipys, Reporteros sin Frontera y Human Rights Watch son del mismo tenor. Al parecer, son materiales por encargo a agencias que preparan idénticos informes. El discurso es igual, cambian fechas y lugares, pero el fondo acusatorio ya descrito en sus líneas permanece. El informe sobre Venezuela está en este marco falaz. Como ejemplo, la disociación de los editores venezolanos los llevó a incluir entre los periodistas fallecidos este año el nombre de un venezolano que murió por otras causas.