Es impresionante y digno de estudio, pero el jueves 30 privó, en la mayoría de los medios impresos, la noticia de que los Filis de Filadelfia habían ganado la serie de beisbol que se juega en Estados Unidos, por encima del histórico hecho de que Venezuela había colocado en órbita el satélite que nos permitirá alcanzar un incuestionable avance en el área de las comunicaciones, por mencionar sólo una de sus bondades.
Qué tienen que ver los Filis de Filadelfia con nosotros, no tengo idea; cuántos venezolanos estuvieron presentes allí, tampoco (asumo que ninguno); en qué nos afecta, beneficia o impacta esa noticia, menos aún. No hay ningún vínculo con un campeonato que dice llamarse mundial, pero que no pasa de ser un torneo local con unos cuantos asalariados latinoamericanos en su nómina. Somos uno de los pocos países del mundo que continúa siguiendo el fervor gringo por el bate y la pelota, bajo la excusa de que unos cuantos venezolanos se embolsillan bastantes millones de dólares. Aparte de eso, y de la circunstancia de que esos reales generalmente se quedan allá, nada tienen que ver con nosotros las fulanas grandes ligas (minúsculas intencionales).
El satélite pasó tan por debajo de la mesa de redacción de El Nacional, que lo ubicó en la esquina inferior derecha de su primera página.
En periodismo, la jerarquización destina el espacio superior izquierdo a la noticia más importante y el del rincón inferior, a la que lo es menos. Así fue. El caso del maletín (que hasta la fecha no tenía decisión judicial, para obvio disgusto de los editores y empresarios de la comunicación, que quisieran que la valija le explotara en la cara a Chávez) copó la escena ese día y los peloteros norteños se llevaron la foto más impactante.
¿Cómo se le puede llamar a eso? El arma política en que se han convertido los medios de comunicación en Venezuela deja ver sus costuras por todos lados. La exacerbación de las dificultades que podemos estar confrontando como país (que no son nada anormales); el despliegue inusitado de las informaciones relacionadas con crímenes y hechos delictivos, pasaron de la última página (su espacio tradicional) a la primera, a las centrales, a las más importantes. ¿Qué se busca con ello? Darle al hecho noticioso de la inseguridad, que lo es sin lugar a dudas, un carácter aun más grave, para convertirlo en instrumento de campaña, obviando por supuesto la responsabilidad en ello de los gobernadores y alcaldes de la oposición.
Las noticias positivas desaparecieron de la prensa venezolana. No sé cuántas veces he escrito en este mismo espacio, que pareciera que aquí no pasa nada bueno. El Gobierno tiene que comprar espacios publicitarios (y desgraciadamente lo hace en esos mismos periódicos) y utilizar los medios del Estado, para dar a conocer sus logros. La prensa nacional no aguanta un mínimo análisis de contenido.
No sólo lo que dice es producto de la más descarada manipulación, sino que lo que deja de decir, intencionalmente, ha sumido al periodismo venezolano en la etapa más oscura de su historia. Muchos se van a cortar cuando quieran recoger los vidrios rotos.
Mlinar2004@yahoo.es