Antiperiodismo en acción

Los que pretenden arrogarse el derecho de hablar en nombre del periodismo, esos que asumen la defensa de la libertad de expresión como si realmente estuviese amenazada, quienes dictan cátedras de "ética" a los jóvenes que comienzan, en fin, todos esos profesionales de la comunicación que han deformado el oficio hasta extremos que nunca hubiésemos querido imaginar, han debido sentir un poco de vergüenza el miércoles pasado, al ver el frenesí y el descaro con el que sus compañeros la derecha están actuando.

En casi siete años que llevo escribiendo en estas páginas, he evitado referirme a algún colega en particular, cuando he cuestionado el papel que los medios de comunicación están jugando en el proyecto de desestabilización que adelante la internacional del fascismo, en contra de nuestro país. Esa omisión es intencional: creo que los reporteros son también víctimas de la infofrenia; pienso que ellos son instrumentos enceguecidos por un discurso que han asumido como propio, aún cuando emane de la casa de algún magnate de la comunicación o de la misma CIA. He creído, sin ánimo de menospreciarlos, que los periodistas son los tontos útiles de este macabro teatro.

Pero el rostro enfurecido, el lenguaje corporal, la violencia, la ira no contenida y la agresión que propinó a su colega de VTV, hizo que terminara ese día pensando en lo que hay en la cabeza de la muchacha de Globovisión, que cubrió la llegada de Mario Vargas Llosa.

Esa joven, a quien todos pudimos ver en cámara, es la encarnación del tremendo daño que los laboratorios del odio le han hecho a una generación completa de comunicadores. El periodismo venezolano vivió el pasado 27 de mayo, otro día negro que se suma a una lista que va siendo ya demasiado larga.

La escena de Maiquetía se repitió con la misma intensidad en otros espacios donde reporteros de encontradas posiciones políticas, coincidieron. Lo que pasó es el principio de lo que puede terminar generalizándose. La absurda visión de colegas enfrentados entre sí, es el anticipo de una batalla que no queremos presenciar, aquella que termine involucrando a todos los ciudadanos. Así comienzan las guerras civiles. Aún estamos a tiempo de detenerla.

mlinar2004@yahoo.es


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Mariadela Linares


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