Cuando Alonso Echenagucia se graduó de periodista, ya se había vendido al Director de El Albañal, -el periódico donde trabajaba-. Desde allí, como pasante, ya había escrito varios artículos alabando la capacidad gerencial de Antenor Salvatierra –su jefe-, y no sólo eso, sino que también lo había entrevistado y le había preguntado de dónde le había salido tanta inteligencia para poner a marchar un periódico tan ético y tan profesional, como el diario El albañal. Ya se notaba que, el ahora periodista graduado, iba rumbo al estrellato de la adulancia, la mediocridad y la figuración social.
Una vez como profesional, Alonso Echenagucia fue nombrado director del diario El Albañal. Y desde allí, comenzó a adular al Presidente de la República y al poco tiempo, después de negociar con el partido de gobierno, Alonso fue nombrado candidato a diputado por su estado natal y, a los tres meses siguientes, ya era diputado nacional.
Desde allí, desde su cargo de diputado, Alonso Echenagucia convenció a su antiguo jefe, el empresario Antenor Salvatierra, de que solicitara una concesión para montar un canal de televisión y que contara con su apoyo desde la cámara de diputados. El empresario, feliz porque Alonso estaba cumpliendo con su labor, puesto que para eso lo había colocado allí, decidió solicitar su concesión y al poco tiempo ya estaba en período de prueba el nuevo canal de Televisión: Globotv.
Desde su curul parlamentario Alonso seguía manejando información política y escribiendo una columna con un seudónimo en el periódico El Albañal, y desde allí amenazaba con delatar a los empresarios, y al poco tiempo las marcas comerciales que manejaban esos empresarios, comenzaron a colocar avisos en El Albañal y comerciales en Globotv. En fin, Alonso Echenagucia nació para triunfar. Eso sí, cada vez que lo invitaban a conversar de comunicación hablaba de la ética y el respeto por la fuente y la honestidad y la defensa del oficio y el periodismo es un apostolado y luego salía rumbo a vigilar por Internet su cuenta bancaria para ver si ya le habían depositado sus reales los empresarios de los cuales había hablado muy bien en su última columna en El Albañal.
No contento con todo esto, Alonso Echenagucia desarrolló una estrategia para adueñarse del Colegio Nacional de Comunicaciones, el gremio donde se inscribían todos los periodistas del país. En esa estrategia estaba también el empresario Antenor Salvatierra, quien debía darle un programa al posible candidato al Colegio de Nacional de Comunicaciones, para desde allí, desde el canal Globotv, empezar a darlo a conocer para luego lanzarlo a tomar así el Colegio Nacional de Comunicaciones.
Y llegó el momento de las elecciones, y el periodista que ya tenía su programa en Globotv, se hizo presidente del Colegio Nacional de Comunicaciones y entonces Antenor Salvatierra, viendo a su elegante y ético periodista Alonso Echenagucia, le dijo de frente: Ayer se celebró el día del periodista, pero usted, mi amigo Alonso, es el periodista del día.
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