Es posible que el Geólogo Guillermo Zuloaga Ramírez, padre del cazador silente, guardador de vehículos lujosos y abogado nunca en ejercicio, Guillermo Zuloaga hijo, estuviera en vida muy apenado por las andanzas que confiesa este último sin mayores aspavientos. El viejo hombre de ciencias, que dio grandes aportes a la industria petrolera nacional, a la investigación y la ecología trataría de esconder su rostro apenado dentro de las mismas rocas que tanto escudriñó, al oír de su retoño las formas de concebir este, los modos de producir y la generación de empleo. Ha confesado el célebre vendedor de autos engordados, que la especulación, a su modo de entender, es una forma para promover empleo. Habráse visto mayor impudicia entre los caminos que dan el capitalismo y la usura, para el desfalco y la extorsión. Cualquier cosa entonces, puede creerse de tal personaje en aras de repletar sus alforjas de dinero mal habido. Despeja dudas, Don Guillermo hijo, con su lapidaria frase, en cuanto a que las ganancias groseras que obtuvieran los Zuloaga en la electricidad de Caracas o en cualquier otro negocio han sido proclives al abuso y al latrocinio. O mejor, no deja duda tal circunstancia a confeso. Pero todo está enmarcado en la cola de un capitalismo acorralado. Ya en esa etapa, sus mentores pierden la compostura que con dificultad mantuvieran y expresan con desfachatez lo que siempre han disimulado. Porque es la especulación, la forma más común entre las operaciones comerciales del capitalismo. Y ella está con pasmosa perennidad dentro de todas las redes que le dan vida a ese miserable modo de producción. Por eso casi, el hijo del prominente geólogo de inicios del siglo pasado, la trae a colación como un elemento insustituible en las fases de generación de empleo que provee el concepto capitalista. Se puede aseverar, sin mayores riesgos de pecar a exageraciones que el proceso capitalista de producción, contiene además de la enorme carga antihumana en la relación explotado-explotador, múltiples facetas de intención especulativa, que abulta la ganancia grosera del capitalista. Entonces, es clara la confesión de Zuloaga hijo, al aceptar esa perversa circunstancia, comparable muy probablemente con el mismo ejercicio de actividades de contrabando, trata blancas, moneda falsificada, trafico de estupefacientes, etc. En todas ellas hay empleo ilegal y especulación comercial y humana. El aún famoso Geólogo Petrolero, padre del confeso especulador, tendrá que salir de entre los más antiquísimos estratos geológicos, donde ya su humanidad corporal rinde su transformación biológica a la naturaleza, para expresar su inconformidad con su tocayo mas querido.
(*) INGENIERO GEÓLOGO
n_lacruz@yahoo.com