Como vivimos en medio de una guerra mediática y nos pasamos la mayor parte del tiempo desarmando un interminable chaparrón de mentiras; a veces, tantas veces, las grandes noticias, las mejores noticias, nos pasan entre los pies y se terminan escondiendo bajo una mesa donde nadie las ve.
Noticias que los grandes medios prefieren evitar y que en los nuestros son desplazadas por el acoso imperial, el uribismo servil y rastreo, las marchitas de cuatro gatos, siempre furibundos, oponiéndose otra vez a otra ley que no han leído y que no van a leer jamás.
Así se nos van los noticieros, programas de opinión y toditas las páginas de los periódicos, incluso se me va este artículo con el que quiero celebrar una noticia maravillosa: Salvan de la muerte a más de 3.500 niños.
Pues si, mi estimado lector: ¿Verdad que es impactante el titular? ¿Cómo es posible que nadie lo haya publicado en primera plana? Es que no les conviene informar que el mismo gobierno que intentan tumbar a punta de mentiras construyó el Hospital Cardiológico Infantil donde, para colmo, han operado de manera gratuita, a más de tres mil quinientos niños que estaban condenados a mal vivir o a morir antes de que pudieran convertirse en cualquiera de las cosas que quieren ser los niños cuando sean grandes.
Ni locos admitirían que la directora de tan salvador hospital es una brillante doctora venezolana, una muchacha que fue al colegio con los hijos de las más fervientes caceroleras, compañera de clases de esos doctores que escogieron exportarse a donde se cura en dólares y se puede vivir como ‘‘debe vivir un doctor’’.
A estas alturas sería una crueldad decirles que el petrodictador pensó, entre tantas otras cosas, en los corazones enfermos de los niños pobres. Esto podría tener consecuencias desgarradoras en sus ya atormentadas mentes.
La verdad los haría sentir mezquinos, tal vez. Imaginen la vergüenza de descubrirse caceroleando a favor del libre mercado y contra el gobierno que se dedica a salvar niños que antes morían por pobres.
Los medios opositores callan -¿piadosos?- , pero yo, terrorista mediática, me muero decirle a mis caceroleros que estas cosas extraordinarias pasan cada día en Venezuela. Que sigan marchando en retroceso, si no les da pena, que nosotros seguiremos avanzando, imparables, hacia la Venezuela que ellos nunca tuvieron el coraje de soñar.
carolachavez.blogspot.com