También en Argentina, como si acabaran de llegar al planeta tierra, las pandillas mediáticas repiten, con histeria prefabricada, su horror moralista ante el incremento de la “inseguridad”, la “delincuencia” y “crimen organizado”. Alzan la voz incluso los “famosos” de la tele para exhibir su indignación de clase cronometrada y dramatizada antes de dar paso a los anuncios publicitarios. Venden seguros anti robo, puertas blindadas, pistolas, balas y todo tipo de fetiche capaz de inspirar tranquilidad a los apetitos fascistas de los burgueses asustados. Además, la escalada opinológica de las farándulas mass media pone en marcha su personalista habilidad para distorsionar la realidad y usarla como ariete político. La ultra derecha cree que ella sabe mejor que nadie como “controlar” la delincuencia y saca a relucir sus tesis, añejas, y bobaliconas, reductibles a la “mano dura”. Sus propuestas nuevas son los viejos métodos represivos.
Las coincidencias burguesas son sospechosas
De un canal a otro, de una radio a la siguiente, en las páginas de los diarios y es sus blogs horrorizados, la oligarquía mediática latinoamericana despliega sus lamentos moralistas como plañidera tarifada en defensa de la “paz”, la “tranquilidad”, “propiedad privada”, en defensa de sus bienes y sus patrimonios y en defensa de su “autoridad” –improbable- para hablar en contra de la “violencia”. Es la misma derecha que financió horrores como Pinochet, como Videla... como Micheletti... la que llora lágrimas de cocodrilo por la “delincuencia” que se ha “desatado”. La derecha recalcitrante que guarda silencio celoso, y cómplice, con las bases militares yanquis en Colombia.
Esa misma derecha mass media, que ha vuelto mercancía jugosa los actos delictivos, la que se solaza hasta la nausea repitiendo a mañana, tarde y noche los detalles más morbosos de los asaltos, los asesinatos, los secuestros y los episodios del narcotráfico continental.
Los causantes de la crisis lloran asustados mientras responsabilizan a los “delincuentes” pobres.
Las condiciones objetivas de miseria y barbarie, que sofocan a la clase trabajadora, son obra de las burguesías explotadoras que hoy reprimen toda expresión de malestar social ocurra donde ocurra. Su arma estratégica predilecta inflama, con mass media, una “opinión pública” a modo para crear condiciones subjetivas con ambigüedades a granel. Está de moda alentar “sicosis colectivas” fabricadas por los opinólogos y los payasos de la tele que han endurecido sus reclamos con retóricas fascistas de todo tipo. Quieren “mano dura”. Como siempre y como nunca. Tal cual hizo Bush con el pretexto del “terrorismo”.
Formas viejas reloaded para desestabilizar y apresurar “cambios” regresivos.
Alaban su “democracia” para reprimir las expresiones democráticas de los trabajadores. El modus operandi de las oligarquías, disfrazado con legalidad golpista, calienta las calles con animosidad desestabilizadora mientras se bañan con pureza demagógica apelando a su evangelio de democracia burguesa. Una y otra vez se ha visto esta trampa. Mientras tanto millones las personas arrojadas al abandono más absoluto viven en la desesperación y en la injusticia. Quieren que Cristina salga pronto, quieren salir rápido de Chávez, quieren obviar la presidencia de Correa y quieren que Evo se vaya rapidito. Y quieren que Fidel se muera pronto. Y están dispuestos a pagar por ello.
Una guerra de significados para invisibilizar las verdaderas intenciones burguesas
El capitalismo es por definición la “inseguridad” misma. Es por definición corrupto, es por definición violencia y es por definición depredador de la humanidad. Las personas son mercancía, la acumulación del capital produce condiciones de existencia bárbaras, obliga a los más débiles a una sobrevivencia extrema y supedita la moral al lucro, al dinero parasitario y a la violencia contra quien no quiera un modo de vida así. El capitalismo es el colmo de los absurdos, de las mentiras y de la hipocresía.
En realidad los peores delincuentes poseen bancos, poseen campos agrícola-ganaderos, poseen plantas empresariales, regentean iglesias y cúpulas burocráticas. Desde ahí se cometen los robos, los crímenes, los secuestros y los desfalcos más horrorosos. Por eso lo único que se les ocurre es incrementar fuerzas de la derecha para aumentar la represión contra la clase obrera y los sectores populares que día a día expresan con mayor fuerza su malestar y sus programas transformadores. Lo que ellos llaman “incremento de inseguridad”, suele ser un pretexto para remover gobiernos democráticos y basan su táctica en la invención de cierta sicosis colectiva, incubada desde los medios de comunicación serviles. Levantan la bandera de la “inseguridad” como estandarte de un movimiento de la derecha cuyos objetivos son absolutamente claros y reaccionarios: endurecer códigos penales, llenar las calles con policías y dar más poder a las fuerzas represivas del Estado capitalista (policía, jueces y militares). Más poder a la represión en contra de los trabajadores y el pueblo pobre.
Sólo a los trabajadores les importa realmente la inseguridad, toda, que se vive en nuestros barrios y países. La delincuencia y la inseguridad la padecen realmente los trabajadores y sus familias, venga de quien venga, ya sean cúpulas empresariales, bancarias, clericales o terratenientes... o sean personas degradadas, por el capitalismo depredador, y orilladas a hasta la ignominia al mundo del hurto, de la canallada y el asesinato. Las victimas son siempre los trabajadores.
Toda la andanada descomunal que se repite hasta la nausea para adueñarse simbólicamente del problema de la “inseguridad” tiene por objetivo sembrar sicosis para fines desestabilizantes. Es una conspiración de la derecha, de la burguesía y de las mafias que anhelan controlar el aparato del Estado contra toda iniciativa democrática de verdad. De la “inseguridad” que sufren miles de trabajadores que son despedidos, reprimidos, y humillados impunemente, ni un apalabra, y lo que es peor si esos trabajadores protestan, pasan a ser, según las burguesías, parte de la “inseguridad” porque protestan. Esa es la usurpación de los significados.
Nadie más interesado que los trabajadores, en resolver todo tipo de “inseguridad”. Esta claro que no serán los empresarios, ni los clérigos, ni los banqueros, ni los terratenientes, ni los políticos burgueses quienes resolverán el problema. Todo lo contrario. No se resuelve la “inseguridad” con la lógica de quienes la generan. El problema lo resolverá una sociedad socialista que se liebre de la explotación y del capitalismo. El problema se resolverá cuando sean los trabajadores quienes decidan, democráticamente, con plena libertad y anhelo de desarrollo, cada aspecto de la vida y puedan disponer, con toda justicia, de todos los recursos económicos. Cuando la riqueza esté bajo el control democrático de la inmensa mayoría de la sociedad, de los trabajadores concientes, felices y solidarios. Mientras la lucha contra la inseguridad esté en manos de quienes la fabrican, no podemos aspirar a vivir en una sociedad justa, igualitaria y verdaderamente humana, sin explotación ni violencia. Es una verdad cruda que no se escuchará en los mass media... hasta que los democraticemos. Por eso urge.
Rebelión /Fundación Federico Engels/Universidad de la Filosofía
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