El sábado en la madrugada, cuando anunciaron la suspensión del canal Marcel TV, Jhon Vicente Salvatierra se dijo para sí mismo. “Ahora sí se jodió este gobierno”. Y fue a la cocina y tomó una cacerola y tomó una cuchara y se acercó al balcón y comenzó a cacerolear. Su vecina también se acercó al balcón, pero su cacerola casi no se escuchaba, entonces John Vicente le dijo: “Dale duro a esa cuchara para que suena la cacerola”. Y la vecina le contestó. “Usted no tiene idea, vecino, de lo duro que le he dado yo a esa cuchara”.
El hombre no durmió esa noche, y en la mañana tomó su cámara y su laptop y se montó en su Audi 2010, y salió - otra vez - rumbo a luchar contra el socialismo del siglo XXI. Tenía información de que los estudiantes de los liceos privados y las universidades privadas iban a salir a cerrar calles, y el quería estar allí para dejar plasmados esos momentos para la historia gracias a su profesionalismo fotográfico.
Se acercó a la Universidad Católica Andrés Bello, y eran las diez de la mañana cuando los estudiantes empezaron a salir para cerrar las vías. Jhon Vicente Salvatierra, disfrutando ese momento, tomó su cámara y clik, clik, clik, clik, fue tomando fotos desde distintos ángulos. Llegó la policía para intentar liberar el tránsito y los estudiantes comenzaron a lanzar piedra y John Vicente clik, clik, clik.
Cuando consideró que ya tenía un buen registro de fotografías, las bajó desde su cámara hasta la laptop y colocó un titular: “Estudiantes raspan al régimen chavista”, adjuntó las fotos y lanzó una lluvia de correos para todos sus listas antichavistas.
En la tarde, mientras volvía s su apartamento en Santa Paula, iba tomando fotos a la gente que estaba dando cacerolazos en los balcones. Entonces, viendo a una familia que daba un concierto a cacerolazo limpio, se bajó, les tomó una foto y les gritó:” Te queremos, Marcel”.
Llegó. Se bajó de su Audi 2010, y mientras se acercaba al ascensor iba cantando: “Un, dos, tres, Chávez tas ponchao”. Un, dos, tres, Chávez tas ponchao.” Se encontró con su vecina que estaba esperando el ascensor. Se saludaron y John Vicente le dijo:. “Está noche sí le va a dar más duro a esa cuchara, para que el régimen se vaya”. Y la vecina, sonriendo, le dijo: “Vecino, tengo casi once años, dándole durísimo a esa cuchara, y ese hombre ni se mueve”.
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