Hemos recibido con muy buenos ánimos la decisión de Ernesto Villegas de desalojar la llamada “Torre de David” o torre confinanzas, justo al final de la avenida Andrés Bello y comienzos de la Urdaneta en Caracas.
Lo primero que hay que decir es que la torre no fue diseñada para vivienda, por más que se hagan paredes y se le coloquen parapetos.
Esto, sencillamente, no era un lugar adecuado para el desenvolvimiento de familias, sobre todo de niños adolescentes y ancianos que ponían en peligro sus vidas ante la ausencia de: caminerías, áreas comunes, y barandas en los bordes de algunos espacios que daban al vacío; la ausencia de ascensores; y las improvisadas rampas para subir pertrechos y materiales de construcción.
Muchas personas no saben que dentro de la torre funcionaba un sistema de transporte (motorizado) que subía a las personas y las cargas por un precio que fijó la cooperativa.
A esto hay que sumarle la precariedad del funcionamiento de la recolección de desechos sólidos, ya que la torre no cuenta con ductos o bajantes para ese servicio sanitario.
Por otra parte, el gigantesco estacionamiento de la torre, no debe funcionar como un sostén económico para las actividades permanentes de mantenimiento del edificio, porque además habían allí otros intereses no precisamente comunitarios.
A pesar de toda esta calamidad, la experiencia de los moradores de la torre deja una enseñanza a los funcionarios, políticos y dirigentes sociales: las comunidades organizadas no precisan de partidos ni de funcionarios mecenas para organizarse; allí comenzó a funcionar un sistema operativo que sorprendería a cualquier planificador, y un ejercicio de la justicia social que solo puede ser calificado como fraternidad comunitaria.
La torre fue al comienzo guarida de delincuentes y drogadictos que desde allí azotaban el sector (yo mismo fui objeto de dos intentos de asalto), poco a poco, la cooperativa y las comunidades que hicieron vida en la torre, fueron dominando los espacios y lograron expulsar a los delincuentes. Posteriormente, se organizaron de una manera sorprendente: más del 80 por cierto de la población de la torre se dedicaba diariamente a sus quehaceres cotidianos con una casi absoluta normalidad, inclusive, dentro de la torre había un sistema de seguridad que puede considerarse superior a la de muchos barrios de Caracas, o a la que prestan las empresas privadas en los centros comerciales y otros espacios de grandes concentraciones.
Esto demuestra la capacidad de autogobierno de las clases populares, el despliegue de su autonomía, y constituye una muestra fehaciente de poder popular organizado, felicitaciones a ellos por esta demostración.
No hubo violencia durante el desalojo (yo estuve allí el martes en la mañana), el trabajo social realizado por Villegas y su equipo es admirable, desde la preparación hasta el desalojo; obviamente, habrá uno que otro foco de resistencia de aquellos que abrigaban otras intenciones diferentes a la de tener un sitio en donde poder vivir, pero el contingente mayoritario a aceptado las ofertas para su reubicación.
Por otra parte, esta experiencia demuestra las propuestas y teorías del arquitecto Fruto Vivas en cuanto a la auto- construcción: no era a través de la misión vivienda (o barrio tricolor), ni de la de ningún arquitecto o politiquero vividor del erario público, que se realizaban allí las precarias pero efectivas remodelaciones para facilitar espacios...tan solo con una asesoría profesional (en el sentido técnico) hubieran logrado mejorías significativas, aun cuando la torre no sea apta para vivienda.
Viva Chávez
salud!!!
PD. Cómo le parece a los oposicionistas esta doble experiencia en armonía con los derechos humanos? me refiero a la que practicó Villegas por una parte; y a la de los propios moradores de la torre que demostraron su capacidad para organizarse y trascender.
PD. Al faraón de la corporación de orquestas (y su séquito gubernamental), debieron haberlo paseado por la torre en plena efervescencia popular, para que se convenza de que en las comunidades populares no se producen prostitutas, delincuentes y drogadictos por excelencia, como soterradamente insinúa él para obtener recursos económicos para SU proyecto: allí había gente pobre organizada dignamente para tratar de obtener mejor calidad de vida y con toda seguridad, muchos niños y adolescentes soñadores de un futuro promisorio y feliz.