En Venezuela, en los últimos años, se han venido rompiendo esquemas de todo tipo. En el campo de la teoría política más de un viejo paradigma ha sido resquebrajado en su esencia. La teoría clásica sustentaba que el ascenso revolucionario al poder sólo era posible con el “asalto al cielo” a través de la violencia revolucionaria; que la reacción golpista de la derecha, en su intento de reconquista del poder, descansaría en el saboteo empresarial para justificar la acción de fuerza, militarista; que el ejército convencional, brazo principal del aparato coercitivo del Estado, solo podría ser derrotado y suplantado por un ejército revolucionario popular; que la fuerza motriz de la revolución era el proletariado apoyado en otras clases subalternas, etc. En fin, y tantos otros preceptos que la realidad de la Venezuela Bolivariana ha trastocado. Lo que si queda claro, cada vez más claro, es aquel axioma que plantea que cada pueblo, cada país genera su particular proceso revolucionario partiendo de sus específicas condiciones históricas. Y la experiencia venezolana constata ampliamente este planteamiento.
Estas reflexiones vienen a cuento a la hora de analizar el singular papel que los llamados medios de comunicación o, mejor aún, las empresas mediáticas privadas, han jugado en el intento de reconquistar el poder por parte del bloque social desplazado del poder en Venezuela. Sin duda, aquí también se aplicó un esquema inédito. El bloque social desplazado del poder apeló más que al aparato coercitivo, la fuerza represiva, al aparato ideológico, la fuerza cohesiva, que es el que le generaba el consenso básico para mantener el dominio sobre la sociedad. Y esto se ha acentuado en la medida que sus influencias en las otras esferas se han disminuido o extinguido. El nicho del poder real que conservan con todo su vigor es el comunicacional, Ah, y por supuesto, la inconmesurable fuerza del imperialismo que se manifiesta de diversas maneras, incluyendo, naturalmente, la mediática.
Los enemigos del proceso bolivariano venezolano derrotados políticamente pero no históricamente todavía, pues conservan la hegemonía ideológica sobre la sociedad, descansan en su aparato ideológico (los medios, la iglesia, la educación, las costumbres, el sentido común, etc.). Los esfuerzos para retornar al poder, especialmente en el ámbito comucacional, que conservan intactos y utilizan inclementemente, día a día, para ejercer su acción ocavadota provocando efectos regresionistas que le permitan crear condiciones que apunten a la posibilidad de plantearse la retoma del poder. No descansan ni descansaran jamás en estos intentos.
Por ello se hace imperativo que el gobierno bolivariano, las fuerzas de cambio, los medios alternativos y comunitarios, los movimientos sociales, en fin, todos quienes postulamos las necesidades de defender el proceso revolucionario bolivariano debemos confluir en un empuje conjunto, a través de la misión comunicación para librar con un carácter permanente la “batalla de las ideas”. Entendiendo que es allí, en las ideas, donde está el desideratum, donde se define la orientación y el destino definitivo de todo el inmenso esfuerzo social que se viene haciendo por la redención del pueblo venezolano.
La misión comunicación debe estar concebida hacia la democratización de la comunicación. A romper la tendencia privatizadora, neoliberal, que todavía persiste en el manejo, flujo y producción de la comunicación en el país. Ante la concepción privatizadora hay que anteponer la concepción democratizadora de la comunicación. Una comunicación producida, concebida, transmitida por todos y para todos. Sin manipulación y que propenda, bajo cualquier circunstancia a la búsqueda de la verdad. La verdad, sencillamente, la construimos todos. No es un don privativo de pocos, mucho menos de los empresarios mediáticos.
La misión comunicación la concebimos como la articulación del accionar del aparato comunicacional del estado (VTV, RNV, ABN, Cadena Mundial, etc.) con los medios alternativos y comunitarios y la práctica comunicacional de los movimientos sociales (cooperativistas, estudiantes, trabajadores, misiones, etc.) y de los consejos comunales, es decir, el esfuerzo de una inmensa vanguardia social dirigida a elevar el nivel de conciencia política y protagónica del pueblo venezolano. Una gesta de esta magnitud y calidad es imbatible porque sería, ni más ni menos, la guerra mediática de todo el pueblo.
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