Una vez cubierta la casi totalidad de la emergencia del 2010 que dio origen coyuntural al programa GMVV; en medio de la guerra permanente que enfrenta nuestra revolución dentro y fuera del país; del desplome generalizado de la producción del país; de la drástica caída de los precios del petróleo y de la consecuente drástica reducción de la renta de divisas, ¿qué es más revolucionario?, seguir invirtiendo millones de dólares provenientes de los ingresos petroleros para terminar de construir las casi dos millones de viviendas que faltan del programa GMVV, viviendas que son esencialmente una forma de consumo; o, pese a la situación adversa, concentrar todos los recursos de divisas posibles, una vez racionalizadas y cubiertas las necesidades básicas de la población mediante un programa estricto de compras y distribución exclusivo del Estado, para dirigir el excedente real a un programa ambicioso de desarrollo de la producción, a corto y mediano plazo, que garantice al país la posibilidad de comenzar a superar nuestra condición de subdesarrollo y dependencia estructural que, en última instancia, es la que determina la condición histórica de miseria y pobreza de la mayor parte de nuestra población, haciendo posible generar de forma permanente una mejora sustancial de sus condiciones de vida y de trabajo.
¿Tiene sentido seguir insistiendo en darle continuidad a un programa de viviendas sustentado exclusivamente en criterios cuantitativos, basado en empresas constructoras que operan con criterios exclusivamente mercantiles, esquema hecho posible en el 2011 gracias a los altos precios del petróleo de ese momento, situación que ya no existe?
¿Tiene sentido seguir insistiendo en darle continuidad a un programa de vivienda centrado casi exclusivamente en la vivienda urbana de las grandes ciudades, mientras la producción básica, en particular la agrícola, arruinada completamente, requiere de un impulso decisivo, que incluye la necesidad de mejorar y hacer atractivas las condiciones de vida y de trabajo en el campo?
Con motivo del quinto aniversario del programa Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV) emprendido por la Revolución Bolivariana en el año 2011, en cuyo marco, de acuerdo al titular del sector Manuel Quevedo, hasta el 26 de abril se han entregado un millón 16 mil 952 hogares, de las que el 60 por ciento fue construido con el esfuerzo del pueblo organizado en sus comunidades, estimándose que para el 2019 se entreguen tres millones de casas. (Tele Sur: 30-04-2016); el Ministerio del Poder Popular para el Hábitat y Vivienda, Barrio Nuevo Tricolor, CELARG y el MUSARQ, convocaron a un foro denominado Realidades y perspectivas para fortalecer el hábitat popular, foro que tiene como propósito "…abrir un compás de análisis colectivo para dar mayores espacios a la reflexión crítica acerca del significado de la construcción de viviendas y hábitat, preguntándonos desde cuáles políticas estadales, enmarcada en cuáles contenidos y en qué práctica ideológica".
El foro, que debía realizarse originalmente el pasado 27 de abril, ha sido recientemente reprogramado para el 3 al 5 de agosto, excluyendo esta vez la participación del CELARG por razones que desconocemos, y teniendo como nueva sede el auditorio de PDVSA.
Frente a un espacio como el que se nos presenta, destinado a la participación y al ejercicio de la crítica, muchos son los aspectos a considerar a propósito de un tema tan amplio e importante como es el problema de la vivienda, la arquitectura el urbanismo y la planificación del territorio desde la perspectiva de una transformación integral del hábitat que esté en sintonía con el Plan de la Patria y los valores del Socialismo del Siglo XXI promovidos por nuestro comandante Hugo Chávez Frías, que de esto es de lo que debería tratar, en resumidas cuentas, la oportunidad de este foro.
Con el ánimo de contribuir a la discusión de tan importante tema, publiqué en Rebelión, el pasado 4 de junio, un documento bastante extenso en el que intento analizar una parte importante de estos aspectos. El link para quienes quieran revisarlo es http://www.rebelion.org/noticia.php?id=214119&titular=fortuna-y-miseria-de-la-gran-misión-vivienda-venezuela-
A continuación, resumo algunos de los planteamientos más importantes de este documento:
Sobre las críticas al programa GMVV.
A propósito de los resultados obtenidos dentro del programa GMVV, desde distintos sectores preocupados por el tema se han venido planteando un conjunto de críticas que pueden resumirse en tres aspectos centrales: el carácter fundamentalmente cuantitativo de los resultados; la ausencia de un manejo integral de las distintas dimensiones que inciden en la determinación del hábitat; y el limitado papel que asigna a participación social de las comunidades organizadas.
El programa de este nuevo foro parece responder, en buena medida, a estas mismas interrogantes, reconocidas en la convocatoria y en el temario de este foro:
Llegados a este punto, para el Estado, en consideración de la histórica ventaja alcanzada y en su responsabilidad de diseñar y realizar el contexto urbano del presente y del futuro, es un compromiso formal el de pasar del éxito cuantitativo al del éxito cualitativo.
Sobre la relación cantidad-calidad en arquitectura.
Intentar dar respuesta a estas interrogantes, a nuestro juicio centrales para entender las perspectivas futuras que se presentan, obliga en nuestro medio a deslindarnos tanto de los que descalifican los resultados de la GMVV desde la oposición y quisieran ver en las criticas que se formulan a estos resultados por parte de compañeros y compañeras vinculados al bolivarianismo un apoyo a sus opiniones y pretensiones desestabilizadoras; como de los que desde las posiciones burocráticas del Estado y desde nuestro movimiento descalifican estas mismas críticas tratándolas de simple intelectualismo diletante.
En este sentido, frente a ambos punto de vista, es necesario decir que si bien no desconocemos en absoluto el significado que desde el punto de vista cuantitativo tienen los resultados de una experiencia tan importante para nuestro país, como la de haber logrado construir más de un millón de viviendas para los sectores menos favorecidos, en el plazo de 5 años, hecho inédito en nuestra historia; desafortunadamente, para unos y otros, el problema no puede verse sólo como un problema de "construcción", ni exclusivamente como un problema de "calidad arquitectónica"; es decir, digámoslo crudamente, de eso que muchos burócratas, en un alarde de pragmatismo e ignorancia descalificadora, despectivamente llaman "mariqueras de arquitectos".
Lamentablemente para ambos, el problema debe verse como un problema de Arquitectura en su sentido más amplio y trascendente, sentido que necesariamente tienen que ver con el desarrollo integral del hábitat; hecho que, además de la arquitectura, incluye los problemas urbanos tanto como los rurales y territoriales; e involucra la producción, distribución, consumo y reproducción de la existencia humana, así como la subsistencia y protección de las condiciones que hacen posible la vida en el planeta. José Matamoros llama a esto, muy acertadamente, Harquitectura, con H, para enfatizar la necesidad de poner al sujeto y no al objeto en el centro de la determinación del hábitat.
Podríamos decir, sintetizando, que la importancia fundamental de la arquitectura para nuestro proyecto socialista radica en que es a través de las categorías y valores estructurales-funcionales-formales y espaciales de la arquitectura –entendidos en su íntima relación con lo urbano, lo rural y territorial– como se materializa y expresa, en última instancia, la forma en que el hombre habita sobre la tierra. En este sentido, V. Gregotti (1972), al analizar el problema de la esencia del hábitat, definía la materia esencial de la arquitectura, es decir, aquello de lo que ésta se ocupa, como la forma física del ambiente en función del hábitat humano, siendo de alguna manera el hábitat la forma en que los hombres están sobre la tierra. Al respecto señalaba:
… el hecho de habitar es lo que preside todo proyecto y toda construcción. Y construir es de alguna manera, "producir lugares como objetos, reglamentar nuestra estancia entre las cosas" [existencia que es inseparable de su dimensión espacial y temporal como lo señalara años más tarde Norberg-Schulz (1975)]. En este sentido, nuestra tarea no se limita a sólo construir, sino que incluye proyectar y construir para habitar, con lo cual no sólo hacemos inseparables la idea del construir y la finalidad de la construcción, sino que el mismo habitar es siempre una propuesta y una hipótesis para el hombre que vive sobre la tierra.
Hipótesis que en nuestro caso debe estar referida a la materialización del concepto de "la mayor suma de felicidad posible", que nuestro comandante rescata del pensamiento iluminista, y de la idea del Sumak Kawsay o "buen vivir" tomada de la cosmovisión quechua-kichwa, asociados a la construcción del socialismo del siglo XXI. No otra es la importancia y el papel fundamental de la arquitectura en nuestra revolución.
Así como la ciudad burguesa e industrial que se impone a expensas del campo es la expresión máxima del desarrollo del capitalismo, la transformación de las relaciones de producción basadas en relaciones sociales de naturaleza socialista debería conducir a nuevas formas de entender lo urbano y su relación con lo rural, el territorio y la arquitectura.
En este sentido, la satisfacción de los aspectos cuantitativos es una condición necesaria pero no suficiente, cuestión que todo arquitecto sabe o debe saber.
Sobre la estrategia gerencial de la GMVV
A partir de la perspectiva antes señalada, el documento hace evidente que la estrategia gerencial del programa GMVV, ha estado centrada en el mismo modelo de comportamiento de Estado heredado de la cuarta república y asociado al modelo rentista petrolero del país, consiste, básicamente, en resolver los problemas a realazos gracias a contar con el superávit de los dólares provenientes de los elevados y por demás justos precios del petróleo de ese entonces, y a fuerza de ver el problema casi exclusivamente como un asunto de "constructoras" y "contratos", donde todo lo que no encaje en esa lógica, a nivel de proyecto y construcción, queda fuera.
En este orden de ideas, se subraya la ausencia de una política gerencial dirigida al desarrollo de la participación protagónica de las comunidades a que está dirigido el programa, política que debe estar íntimamente asociada al ejercicio de una arquitectura y urbanismo participativos, como fundamentos del programa GMVV.
Ello plantea, por contraproposición, la necesidad de una profunda reconsideración del rol y criterio gerencial de los organismos de gestión del Estado en general, y en particular de la GMVV –a partir, por ejemplo, de conceptos como el de poder obedencial de Dussel– así como una necesaria reconsideración del rol profesional y técnico tradicional de los arquitectos y demás profesiones vinculadas a la proyectación y transformación del hábitat, al menos en relación con la participación de estos en los programas y proyectos promovidos por el Estado.
Sobre el problema de la cantidad calidad arquitectónica y urbana de los edificios de la GMVV.
Al analizar con cierto detalle el problema de la cantidad y calidad de la arquitectura y el urbanismo de las propuestas arquitectónicas y urbanas surgidas hasta ahora de la GMVV, en el marco de nuestras circunstancias, signadas por un proyecto de país que tiene como meta la superación del capitalismo y la construcción de un modelo alternativo de sociedad que denominamos socialismo del siglo XXI, resulta pertinente y necesario preguntarnos ¿Cuál es el concepto que subyace en estas propuestas respecto a la relación entre arquitectura y ciudad-campo; y, sobre esta base, ¿qué significa y en qué se concreta la supuesta falta de calidad de los resultados asociados al programa GMVV?, y ¿en qué consiste realmente la reivindicación del derecho a la ciudad vinculada al programa GMVV?, programa que, como sabemos, en su origen, surge asociado al derecho a la vivienda.
¿Se plantea este derecho a la ciudad como parte de una propuesta de transformación de la ciudad y lo urbano basada en un desarrollo de base socialista de las relaciones de producción, distribución y consumo, que estén propiciando el surgimiento de nuevas relaciones entre ciudad y campo, o nuevas relaciones de lo público y lo privado; que, a su vez, estén dando pie a la superación de los valores y relaciones asociadas a los elementos estructurantes (calle, plaza, parques, bordes), que definen al modelo urbano de la ciudad burguesa e industrial sobre la que teoriza Lefebvre?
¡Es evidente que no!
Si bien dentro del proceso bolivariano han surgido incipientes experiencias organizativas y productivas (no necesariamente vinculadas), algunas exitosas y otras sencillamente lamentables (como lo demuestra el fracaso de los esfuerzos asociados al campo de la producción), no es a partir de esta base estructural y programática desde donde se plantean los distintos proyectos de la GMVV.
Tampoco puede decirse que se trate de lo que Lefebvre denomina "proyectos lucidamente utópicos" (1969.134), resultado de un legítimo y necesario ejercicio combinado de "Transducción", es decir, de permanente feed-back entre el marco conceptual utilizado y las observaciones empíricas, y "utopía experimental", es decir, de un despliegue de la imaginación, opuesto a aquel tipo de imaginario "Que permite la huida y la evasión que sirve de vehículo a las ideologías, sino lo imaginario que se invierte en la apropiación (del tiempo, del espacio, de la vida fisiológica, del deseo)", esfuerzo de reinterpretación de lo real analizado a partir de los tres conceptos fundamentales de forma, función y estructura entendidos en sus permanentes relaciones reciprocas.
Evidentemente, y en parte por ello mismo, tampoco está planteada como un esfuerzo por traducir, en términos arquitectónicos, en el sentido antes indicado, los indudables valores sociales y culturales asociados al modo de vida de los habitantes de barrios, quienes son los destinatarios directos de este programa, cuestión que estaría mucho más dentro de las posibilidades del programa, dado el inmenso trabajo de investigación acumulado a nivel sociológico, antropológico y arquitectónico, en relación con los procesos de vida de los barrios en Venezuela.
Por el contrario, el principal, y casi exclusivo propósito de la GMVV ha sido, hasta ahora, el construir la mayor cantidad de viviendas dentro de los plazos y costos programados. Es lo que se ha denominado "viviendismo", maquillado recientemente con el calificativo de urbanismos integrales, en un esfuerzo por atender a las críticas de falta de equipamiento y servicios que se han formulando con base a sus primeros resultados, esfuerzo que está, no obstante, muy lejos de constituir una visión de integralidad del hábitat, y mucho menos un modelo alternativo que apunte a la ciudad del socialismo, ni siquiera a una transición hacia la ciudad del socialismo.
Digámoslo también de una vez: A nivel arquitectónico en sentido amplio, y creo que en esto se puede ser categórico, no sólo no existe un planteamiento alternativo o de transición hacia lo que pudiese ser una nueva forma de relación ciudad-campo-arquitectura, enmarcada en valores socialistas, sino que nada dentro del programa GMVV y sus distintos organismos asociados va más allá de ser una transcripción, sin mayores aportes, de los valores de lo que podríamos llamar el modo de vida que, a nivel funcional, espacial y urbano, fue creado por la especulación capitalista de la tierra y de la construcción, fundamentalmente dirigido a la clase media, asociado a la tipología edilicia que conocemos como propiedad horizontal. De igual forma, nada mejora o aporta algo a los niveles alcanzados dentro del campo de la vivienda de interés social, a nivel urbano, funcional, espacial y de desarrollo de la sistematización y racionalización de la construcción masiva, desarrollados en los años 1928-1969 por el Banco Obrero, incluidos los años 61 al 69 de la Unidad de Diseño en Avance.
En este contexto, la reivindicación del derecho a la ciudad asociada a la cancelación de la deuda social del programa GMVV, tiene, como fundamentación casi exclusiva desde el punto de vista conceptual, la misma reivindicación básica de la comuna de París de 1871, es decir, la ruptura con la política de segregación de las clases sociales populares de los espacios urbanizados de estas ciudades, en particular de Caracas; bajo la premisa, correcta en general, de que muchas de estas áreas poseen condiciones para soportar una mayor densificación desde el punto de vista de los servicios de infraestructura que poseen, como desde el punto de vista de la subutilización que presentan muchos de los terrenos disponibles.
Breve conclusión del análisis.
Respecto al programa GMVV. ¿Qué hay más allá del hecho, a todas luces importante y positivo, de que un gobierno realmente preocupado por los sectores preteridos del país, haya logrado construir en 5 años más de 1 millón 16 mil viviendas, para ser entregadas en condiciones casi de gratuidad.
Dicho de otro modo:
¿Cuál es el aporte cualitativo del programa GMVV, visto desde la perspectiva de los valores arquitectónicos y urbanos relativos a la posibilidad de una nueva relación arquitectura-ciudad-campo y de una nueva centralidad, que sustituya la heredada del modelo de explotación minero extractivo y agrícola monoproductor impuesto por la colonial, modelo que aún prevalece, tras el colapso de la explotación agrícola, la irrupción del petróleo como principal producto del país, y la consiguiente consolidación del modelo rentista vigente?
¿Cuál su aporte, desde la perspectiva de los valores urbano-arquitectónicos de un correcto ejercicio académico-profesional de la arquitectura, referido a la recuperación y fortalecimiento del valor de uso del espacio público urbano, valor que la ciudad del capital, la ciudad mercantil, busca instrumentalizar como valor de cambio y mercancía?
O, ¿Cual su aporte en términos de respuesta arquitectónica y urbana al modo de vida de las comunidades populares, que se exprese en las tipologías funcionales y espaciales de los edificios, apartamentos y casas?
Con base en el análisis más amplio contenido en el documento, pensamos que la respuesta a estas interrogantes es clara. A excepción del importante aporte cuantitativo ya señalado, y a excepción del aporte cualitativo asociado a la generación de espacios de vida colectivos, en los conjuntos de escala intermedia de apartamentos desarrollados por la FC de la Alcaldía de Caracas, en las intervenciones en zonas periféricas de la ciudad; y a excepción del tratamiento arquitectónico y urbano ponderado y correcto de estas mismas propuestas, a las que se suma las del Parque Vargas de la OPPPE, no existen mayores aportes cualitativos. Por el contrario, en muchos casos, tal como se plantea en el análisis del punto 2 del documento, puede decirse que en términos urbanos convencionales existe más bien un saldo negativo.
Ello viene a confirmar la apreciación genérica de Lefebvre respecto al "carácter funcional y abstracto" de la concepción del hábitat de la burocracia de Estado, de la que nuestros dirigentes no escapan:
Las iniciativas de los organismos públicos y semipúblicos no han sido guiadas por una concepción urbanística, sino, simplemente, por el propósito de proporcionar el mayor número de alojamientos posible lo más rápidamente posible y al menor costo.
Esta ausencia de aportes a la prefiguración de nuevos valores que apunten al desarrollo de una sociedad socialista (recordemos la pregunta frecuente de nuestro comandante frente a cualquier propuesta: Y aquí, ¿dónde está el socialismo?), sumada a la ausencia de propuestas significativas dirigidas a la recuperación de los valores urbanos de la ciudad que tenemos, y, por el contrario, la contribución al deterioro de estos valores de algunas de las propuestas del programa GMVV, viene lamentablemente a dar en parte razón, de una u otra forma, a quienes han sostenido, de manera un tanto extrema, la idea de que la mayoría de los conjuntos construidos no van más allá de ser "depósitos de gente".
Sobre las perspectivas a partir de ahora….
Como se señala en el documento, el tema de la deuda social asociada al problema de la vivienda no puede verse sólo como un problema cuantitativo de construcción de viviendas, ni puede verse al margen de una concepción integral del hábitat. Al mismo tiempo, tampoco puede verse separado respecto al diseño y puesta en práctica de las políticas asociadas a la transformación del modelo económico imperante y a la construcción del socialismo del SXXI, cuestión que equivale a la necesidad de superar la condición de dependencia estructural del país.
En los actuales momentos, ambas posibilidades están condicionadas por el conjunto de factores que definen la crítica coyuntura por la que atravesamos, caracterizada, a nivel regional, por la intensificación de los intentos de desestabilización del orden constitucional por parte de los países hegemónicos liderados por EEUU, interesados en imponer su modelo económico neoliberal globalizado; y por la drástica caída de los precios internacionales del petróleo producto de estas mismas políticas; agresiones que, a nivel nacional, han llevado al derrumbe general de la producción y a un grave proceso de inflación, como consecuencia de varios años de permanente guerra económica, de desabastecimiento y ataque a la moneda, ataques que desafortunadamente ha contado en buena medida con el respaldo indirecto de la ineficiencia burocrática y corrupción de sectores infiltrados de nuestro gobierno, en esta y otras materias, situación que finalmente ha llevado a la perdida de la mayoría parlamentaria en la Asamblea Nacional, etc. etc.
Visto en estos términos, la pregunta central que debemos hacernos es si este conjunto de políticas apunta realmente a aprovechar la presente crisis política y económica para, de manera audaz, y a contra golpe, ir hacia la definitiva sustitución del modelo económico petrolero rentista, que luego de 16 años de revolución sigue prácticamente incólume; y avanzar hacia la construcción de una economía de transición al socialismo, basada en un desarrollo económico independiente del país, siguiendo con ello, seguramente, el mejor ejemplo de conducción política estratégica de Chávez.
Desde nuestra perspectiva, esta aparentemente nueva política económica sólo es un conjunto ecléctico de medidas, la mayoría coyunturales y de corte más político que económico (como es, por ejemplo, la de mantener, sin aparente revisión, el programa de la GMVV, llegando al punto de presentarlo como una de las banderas de esta nueva política); política presentada a partir de planteamientos declarativos radicales (que van a la raíz), que en la práctica mezclan decisiones coherentes, con otras francamente contradictorias, cortoplacistas, populistas y oportunistas, que no terminan de ponerle fin al clientelismo y rentismo petrolero, ni a la ineficiencia, ni a la corrupción que en buena parte ha llevado a la situación actual. Situación por demás explicable dado los poderosos intereses económicos y políticos en juego, entre los que ocupa un papel no menos importante, los controlados por los sectores infiltrados en el bolivarianismo, a los que el ingenio popular ha denominado "boliburguesía".
Muchas son las razones que pueden argumentarse para respaldar esta afirmación.
En este contexto, para un país empeñado verdaderamente en una política orientada a la recuperación y al desarrollo de la producción nacional –en cuya dirección es necesario concentrar todas las energías y todos los limitados recursos disponibles,– una política como la que hasta ahora define al programa GMVV, centrada fundamentalmente en la vivienda en condición urbana, localizada preferentemente en las grandes ciudades, en particular Caracas, vivienda que por sus características pertenece al ámbito de la reproducción y el consumo y no al de la producción, no puede seguir siendo considerado por más tiempo como una política prioritaria del país, por lo que debe ser reestructurada de forma radical.
Cualquiera sea el camino que en los actuales momentos nuestro gobierno asuma para salir de la actual crisis. Sea que se trate, como efectivamente ocurre, de una forma más o menos convencional de reactivación de la economía por la vía de la concertación con una parte de la industria privada, que en el fondo no altera la raíz del modelo rentista petrolero, ni la condición dependiente tecnológica y económica del país. O se trate, supuesto negado, de un verdadero plan de transformación económica orientado a crear las bases de una economía socialista; por tanto, economía planificada, de ruptura con el modelo rentista petrolero, orientando a racionalizar el consumo esencial del país, y a dirigir el excedente económico real de la producción nacional, en particular de la petrolera, a la inversión en bienes de capital para el desarrollo de lo que Baran denomina "brazo técnico de la sociedad", una radical reformulación del programa GMVV es indispensable.
Reformulación que debería partir por abandonar el actual énfasis, centrado en la vivienda urbana, funcional a una concepción de lo urbano rentable al capitalista mercantil y dependiente del país; para pasar a prefigurar y construir una nueva forma de relación de lo urbano, el territorio y la centralidad, partiendo, no de la ciudad en sí, sino del actual tejido urbano –como lo define y plantea Lefebvre– capaz de romper con la dicotomía existente entre lo urbano y lo rural-territorial, tarea que necesariamente debe ser llevada adelante en intima relación con la de planificación y desarrollo de la producción agraria e industrial asociadas a la superación de la coyuntura política y económica presente, y, a mediano y largo plazo, a la superación de nuestra condición de dependencia estructural vinculada al modelo rentista petrolero.
Esfuerzo que requiere de una reconsideración de lo que hasta ahora han sido los criterios y prácticas con las que se ha venido actuando en relación con el tema de vivienda en condición tanto urbana como rural, asumida básicamente como "bien de consumo reproductivo de la fuerza de trabajo", criterio que, dentro de un tratamiento básicamente cuantitativo, termina haciendo de estas viviendas simples "depósitos de gente".
Se trata, por el contrario, de pasar a considerar la vivienda y su relación con las demás dimensiones que definen el hábitat en su relación con lo urbano; como parte del conjunto de condiciones materiales necesarias para hacer posible la recuperación y el desarrollo de la producción agrícola e industrial, es decir, como parte de los medios de producción necesarios para esta reactivación.
En este sentido, un foro que tenga como propósito la evaluación y redefinición de la política de la GMVV desde la perspectiva aquí señalada, plantea la necesidad de ampliar la programación inicialmente prevista, para incluir la participación de especialistas en las distintas disciplinas necesarias para abordar un planteamiento más integral del problema y, más allá de este foro, lo fundamental es convertir al programa mismo de la GMVV en un foro permanente y en un programa abierto a la transparencia y al desarrollo de la participación, tal como se ha señalado de manera más amplia en los puntos 1 y 2 del documento completo.
Es de esperar que este foro pueda servir a este propósito, y que estos planteamientos puedan contribuir a ampliar sus objetivos y alcanzar sus metas.
Textos citados.
Baran, Paul. (1987). La economía política del crecimiento. Editorial FCE.
Gregotti, Vittorio. (1972) El territorio de la arquitectura. Editorial Gustavo Gilli.
Lefebvre, Henrri.(1969). El derecho a la ciudad. Ediciones península.