Los asesores en campaña electoral se han encontrado con un nuevo producto que, de ser utilizado adecuadamente, puede cambiar la historia de la participación de los candidatos en los resultados finales, sólo que ellos, los asesores, aún no han dado con la clave para el optimo uso del producto, por lo que a leguas luce desconcertante, por decir lo mínimo, la forma como es usado en unos y otros casos.
Ese producto se llama CHÁVEZ y no viene envuelto en ningún papel, ni envasado en ningún empaque y ni siquiera es vendido en tiendas, farmacias o supermercados Es más, no hace falta salir de shopping para comprarlo, ya que sólo basta con hablar de él en radio, cine, prensa y televisión para que inmediatamente comiencen a observarse sus efectos.
En las últimas campañas electorales de Latinoamérica, pero también de casi cualquier parte del mundo, se ha podido observar el uso indiscriminado de este producto, con efectos algunas veces deseado y en otros casos con efectos perversos sobre el paciente.
Colombia, verbigracia, ha sido la última de las vitrinas en la que se ha exhibido el maravilloso producto con resultados de lo más disímiles.
En la contienda electoral de la hermana república, Juan Manuel Santos, quien se encontraba disfrutando de una amplia comodidad en el primer lugar de las preferencias del electorado usó la marca, aún sin registrar, CHÁVEZ, en la creencia de que serviría para incrementar su ventaja sobre su más cercano competidor y el resultado fue que de un solo guamazo perdió la vanguardia de la competencia y, a escasos días para la batalla final, no haya qué dosis aplicarse para que lo devuelva a los lugares cimeros.
Por su parte, el candidato Antanas Mockus que lejos ocupaba el segundo lugar de la predilección en esa misma competencia, con sólo admitir que admiraba el producto, CHÁVEZ , de inmediato se encumbró en el primer lugar. Por su parte, el candidato que fue distanciado al segundo lugar, Santos, ha comenzado a experimentar con distintas dosis de CHAVEZ, administrándose dosis más moderadas, más amistosas e incluso a hacerle una buena propaganda al producto, pero sin que hasta ahora se hayan visto los efectos de esta nueva posología. A veces los efectos del producto no son tan inmediatos como le gustaría a los pacientes que fueran.
Por su parte, cuando nadie se lo esperaba, Mockus, ha comenzado a dudar de las bondades del producto e incluso ha afirmado que el uso prolongado de CHÁVEZ podría acarrear efectos indeseables sobre la masa electoral, por lo que ha optado más bien por combatir la prescripción del producto, prometiendo que evitará su expansión por los mercados latinoamericanos. Aún es temprano para ver sus efectos.
Mientras, un tercer candidato, el izquierdista Gustavo Petro, quien hasta ahora lo había tenido prescrito por recomendación facultativa y bajo un uso prolongado, ha dejado inesperadamente de consumir CHÁVEZ en su campaña electoral. Los resultados indican que el candidato no ha subido, ni ha bajado de lugar, sino todo lo contrario, con lo que se demuestra, a primera vista, que al suspenderse intempestivamente el uso prolongado de CHÁVEZ éste actúa inocuamente. Al parecer hay suficiente literatura que avale este hallazgo.
Finalmente, un cuarto candidato, la contendiente Noemí Sanín, quien aunque es de Rubio nada tiene que ver con el gocho, quien también es de Rubio, ha sido más conservadora, no podría ser de otra forma, por lo que prefiere no automedicarse, descartando el consumo doméstico del producto, toda vez que considera que CHÁVEZ es un producto de uso delicado que solamente debe administrarse bajo estricta vigilancia de un experto. Además, ella no está segura si es que no debe administrarse durante el embarazo o es que CHÁVEZ produce embarazos, o al menos situaciones embarazosas, en quienes lo consumen, de manera que su recomendación final es que el producto se expenda únicamente con récipe rojo, perdón quise decir morado .... es más.
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