Los escuálidos no son felices

Lo primero que tienen que hacer los escuálidos para lograr alcanzar un poco de felicidad, que no está precisamente en darle un golpe de Estado a Chávez, o desaparecerlo físicamente, es atender las recomendaciones que les da un equipo de psicólogos de la Universidad de Cornel, Estados Unidos, país por cierto, por el cual se vuelven locos.

Ese grupo de investigadores que lideró en la investigación Thomas Gilovich, dejó claro que “las experiencias son menos comparables que los objetos y, por tanto, están menos sometidas a las comparaciones sociales odiosas, ante las que no son tan vulnerables”.

Y en el mismo orden, “Las vivencias resultarían, por tanto, más satisfactorias porque son más difíciles de comparar con las experiencias de otros, dado que pertenecen sólo a aquéllos que las han vivido. Además, “Por el contrario, la gente puede sentirse menos satisfecha con sus adquisiciones materiales porque se tiende a pensar mucho en lo que se podría tener (un mejor modelo, un mejor precio), una vez que se ha hecho una compra”.

La información, publicada en www.neomundo.com.ar, destaca que “La razón es relativamente simple: los bienes adquiridos dejan de satisfacernos pronto, en virtud de que siempre se comparan con los poseídos por otras personas. Además, la satisfacción de la compra dura poco, y los seres humanos se adaptan rápidamente a la nueva posesión. Por el contrario, la satisfacción de las experiencias es más duradera”.

Y luego, como quien dice para complementar la cosa, el jefe del equipo de investigación explica, contundentemente, que “existen muchas investigaciones sobre el bienestar y la felicidad que demuestran que nos adaptamos a la mayoría de las cosas. Por eso, cuando un individuo compra algo nuevo, su adquisición lo hace feliz inicialmente, pero la persona se adapta enseguida a esa posesión, lo que termina con la felicidad”.

Eso permite decirles a estos venezolanos, mal orientados por los medios que los inducen a comprar hasta huequitos en el aire, que el mercadeo y la locura de la compradera no hace feliz a nadie, que eso del mercado y el mercadeo es, ni más ni menos, una gran invención con la herramienta de la publicidad por delante, por parte de un grupito de vivos para sacarle el dinero a la gente sin necesidad de sudar el lomo, como dicen por estos lados, o ¿es que acaso alguno de los lectores ha visto a un banquero o miembro de fedecámaras con la frente llena de perlas de sudor por trabajar ocho horas al día?

Gilovich dice que cuando alguien adquiere algo nuevo, esa compra lo hace feliz al principio, “pero la persona se adapta enseguida a esa posesión, lo que termina con la felicidad”.

Si revisamos lo que hacen los escuálidos y los mismos saltadores de talanquera, nos damos cuenta de que todo tiene que ver con la compra, la venta, la cirugía para quitarse las arrugas, el zapato y vestido de moda, la chaquetita y los zapatos con música, el zarcillo, la nueva franelita con mensaje en inglés, la camioneta 4x4 del año, la pulserita de oro, el nuevo celular porque el otro ya tiene un año y pare de contar. Los han convertido en consumidores de todo –aunque no quieran- y para eso utilizan la televisión y los demás medios. Esa es la razón fundamental de querer el poder político y económico.

Y ahí es cuando uno se pregunta, ¿De donde han sacado el dinero todos los que se fueron a vivir al exterior, dizque porque este reeeeeeeeeeeeeeégimen es una dictadura? ¡No nos digan que lo sudaron trabajando!

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Pedro Estacio


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