El mentiroso, ruin e inescrupuloso, representante de la iglesia católica, cardenal Urosa, se babea de gloria como si hubiera sido elegido por los venezolanos en la mezquita de la adulancia, para que destile abundante odio en contra del Gobierno Nacional y en particular del presidente Chávez. No pierde tiempo, ni espacio ni altivez de oligarca, para repetir las misma letanía de oprobio que viene soltando en serie como sermón culinario de su diócesis del templo cristiano, cada día más colapsada por caprichos rastreros que desdice mucho de su función humanitaria que abrace a pobres y a ricos en el mismo círculo de comprensión y no se desvele más por el bienestar y la avaricia sin límite en que chapotean sus inquisidores, monseñores y obispos por alcanzar el poder que los envilezca más del lado de los poderosos y de otros regímenes con imperio de por medio que, han perdido vigencia dentro de la política del nuevo Estado venezolano y, en ese paralelismo nefasto que les retuerce el alma de calambres golpistas como deseos, que hagan posible la salida del poder del comandante Presidente y, así van regando la pólvora de su aflicción por demostrar lo contrario de sus pensamientos en que se entraparon hace años y, no pierden tiempo en manifestarlo abiertamente frente a las cámaras de televisión y, más de las veces entran en contradicciones que los entierra como cultos mentirosos.
Allí tienen de ejemplo calientito el que dejó monseñor Ramón Ovidio Pérez Morales en Televen, al que la vejez de maldades que lleva por dentro le achicharró el juicio, que ya no sabe lo que expresa y hasta el término “política” se le calcificó de pecados en su sordera mental, dejando que su malabarismo habitual entrara en decadencia sin salvación sepulcral.
Y qué no decir de monseñor Ubaldo Santana, este parece un loro con piojos de gallina buscando como rascarse sin botar las plumas de la rabia que les da, cuando lo acosa algún periodista con preguntas precisas y como respuestas siembra las dudas que mal pongan e inquieten la convivencia entre los venezolanos y no comparten la opción de traer líderes amigos del pueblo que nos regocijen con sus ideas y con su verbo encendidos de pasión patria. Eso no lo ve la “iglesia” con buenos ojos, porque lo justo sería engelatinarse con la disidencia de acá o de otros países para que nos enjabonen de rabia y manifiesten todo su rencor de amargura en contra de nuestra revolución. Así piensa ese prelado, secretario de la CEV, que escupe su rabieta contra un comunismo invisible que los está volviendo loco.
¿Qué le ha dado y que le da la iglesia católica a sus creyentes? Nada, absolutamente nada, más bien los ha sembrado de dudas, le ha quitado esperanzas, sueños, y los han llevado a la quietud de sus demonios como pequeña aristocracia de caballeros envalentonados de una cultura clerical que nada los aparta de la iglesia medieval, interpretando la Biblia a su manera, para cosecharse un poder que lo ha aislado del conjunto del cuerpo social.
Ellos se la pasan salvando al mundo con sus “inventos” satanizados con sus piruetas verbales como buenos sofistas “A divinis” (en las cosas divinas), lo que los hace los herederos de “Las Herejías del Santo Lebrel”.
La historia de la iglesia católica ha sido construida a fuerza de mentiras y quien lo dude, léase a Ernesto Renán en Vida de Jesús.
Mientras, el cardenal Urosa, se da la gran vida en Roma, taladrando con sus amarguras rutinarias, la paz del venezolano y sin vergüenza alguna, le responde al Presidente, afirmando que éste, no tiene licencia para insultar, difamar e injuriar a ningún venezolano. Y en sublime grandeza, le faltó decir, que él es el único en Venezuela que goza de licencia celestial con pasaporte vaticano para echarle mierda de la buena a quien ose nombrarlo. ¡Presidente, cuidado con comulgar con su eminencia el cardenal!
Como me gustaría ver en “Dando y Dando” o en la Hojilla y, de una vez lo propongo: una entrevista con el obispo del Ordinariato Militar de Venezuela, coronel José Hernán Sánchez Porras, lo que es igual es posible.
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