-¿Tengo yo la palabra? Sí, tiene usted la palabra que pidió, ¿o es qué no se acuerda? –Diputado Borges. Le recordó el presidente de la AN.
-Como he dicho y lo mantengo, moléstese quien se moleste y si está del otro lado es mejor y quien no lo haga está conmigo y será la consideración más astuta de mi intervención y como a mí nadie me compra ni yo me vendo, cosa que está en el orden del día desde que ustedes los comunistas procubanos llegaron al poder que es lo que me da rabia súbita con esa regaladora de regalones que es su único sello de garantía nada político que pueden presentar al pueblo, porque lo demás no se sabe en qué lo han gastado y, mire que ha sido un río de reservas internacionales que se han llevado por delante sin ninguna consideración de causa-peso, aunque algún Cabello tuvo las manos metidas en equis cantidades de cosas como ministro-gobernador-ministro y de los cuales yo tengo un fajo de pruebas en los bancos de Suiza para pasárselas a su debido tiempo al presidente de wikileaks.
Diputado Borges –redondee que ha dicho y no ha dicho nada- lo amonestó Soto Rojas, y ése fue el vaso que rebasó la burbuja de la discordia en Borges que sin pensarlo se trepó en la tribuna presidencial y, así como así con énfasis de malandro sin perfil refutara de palabra con manoteo al presidente de la AN Soto Rojas y, con brutalidad tercermundista de derecha desubicado lo llamara “viejo flojo” y para rematar sin verlo le gritó, sin razón “come queso en ayunas” que fuiste guerrillero sin disparar un tiro al aire –eso no lo oyó ningún parlamentario por compromisos inoportunos sin volumen.
Esa actitud de diputado despechado incendió a la AN con un ardimiento de desconsideraciones que hizo que fluyera el germen de la discordia de la IV a la V-R y, explotaran los cohetes de las bajas pasiones sin conexión con la mecha de la sindéresis y como en un fiesta de carnaval llovieron por el aire como papelillos: fotocopias de cheques de millones a una organización que con fines políticos eran recibidos por su presidente de esos años que firmó un tal Julio Borges –nombre y apellido- de un diputado que estaba presente ese día en la AN y, actúa como líder de Primero Justicia.
La coincidencia trajo un revuelo de caras nada risueñas y bien seriotas miraban y no miraban con ojos que estaban en otra parte tratando de hacer justicia.
Desde ese momento creció el gamelote de Borges con Cabello y ambos parecían dos gallitos sin espuelas de amistad en el recinto que los abrazaba a ambos y, sin ambigüedades Cabellos invitó a Borges a despojarse de la faja de la protección de inmunidad de nada de desmanes y, mientras Cabello apuraba y convidaba a realizar el acto, Borges se escoró en la mala hora de los momentos por venir y, no aceptó el reto, porque él tiene morochos que comen mucho, por lo que tiene que aguantar callado para mantenerlos –fue lo que se le oyó decir.
Está por correr mucho agua en un deslave de dimes y diretes en la que ambos bandos se afianzarán en la travesía de sus particularidades, sinceras unas y mentirosas otras, como mejor a ellos le parezca con olas o sin olas de ofensas de malcriadeces más que política, y, la descalificación sin pruebas quedará flotando en la convulsa de las resacas de marejadas inciertas y la paz de ambos lados debe prevalecer por el bien de la justicia social del país –aunque muchos de los escuálidos presentes en la AN- perdieron el horizonte de la dignidad y se comportan más como si fueran extranjeros y, los exabruptos de sus rencores siempre los delatará con o sin máscara. Ya veremos si alguno de ellos tiene vergüenza y reconoce que en el pasado fue golpista con arrepentimiento en veremos. Mientras la marea crece y la luna de la esperanza trasluce un arcoíris que refleja las vivencias de un pueblo que no se deja engañar.
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