Recuerdo a este amigo en estos últimos días cuando percibo que los dirigentes de la MUD son una lata, unos tipos fastidiosísimos que en nada animan el debate político en el país; salvo cuando Ramos Allup salta con una de las suyas, pues hasta la altanería de Teodoro se ha vuelto de rutina.
No creo que sean muchos los que se animan los domingos a leer a Julio Borges, quien semanalmente escribe lo mismo, salvo algún adjetivo que agrega, pero por lo general son repetidos. Ledezma es insoportable hasta para el mismo. Los discursos de Leopoldo López y Capriles Radonski intentan animar a sus barras juntándose con gente de los barrios, pero no pegan. Las piernas de María Corina como que no funcionan con Obama.
Pareciera, recordando a mi amigo, que una especie de síndrome Eduardo Fernández ha tomado cuerpo dentro de la oposición. Para intentar animar a sus barras maquillaron de víctima a un estudiante y se lo llevaron a Carla Angola, única capaz de comerse el cuento.
Tan grave es la situación del tedio político que dentro del propio chavismo se ha tenido que calentar la discusión para que los medios publiquen algo interesante sobre el mundo de la política.
Son polémicas de tan interesante valor que mueven la opinión de cientos de intelectuales a nivel mundial. Bien a favor o bien en contra de algunas decisiones del Presidente Chávez, la opinión se mueve.
Por supuesto, hay quienes quieren abrir el debate de una manera franca, como existen a montón los intolerantes que de inmediato marcan con el dedo a los “contrarrevolucionarios”, y también pululan los funcionarios que dicen “amén” a todo lo que exprese Chávez, y hasta ministras a punto de patatús extático de tanto aplaudir cuando el Presidente lanza sus discursos contra los comunistas.
Discusiones o diferencias producto de un proceso lleno de matices, donde un dirigente en su papel de funcionario de poder considera que entregar un revolucionario a la oligarquía colombiana es sólo un requisito administrativo, mientras que para otro dirigente la frase “La patria es América” es parte del internacionalismo revolucionario que nos coloca en defensa de cualquier luchador por una patria libre en este continente.
Vaya por buen rumbo la discusión, sin pescozones estatutarios para callar a los que disienten de la opinión presidencial. Eso ha sido posible, a pesar de algún arranque emotivo del Jefe de Estado que lo muestra bravucón e intemperante, aunque sea por ratos, para suerte de este proceso.
Allá la oposición, cuyos militantes ya bostezan, no van a las marchas y hasta se entristecen porque no consiguen un líder que se moleste “un tantito así” cuando Obama se regodea con el asesinato de un ser humano.
Vaya, es que son insoportables.