Cuando se inicia una batalla electoral, los contendores hacen todo un inventario acerca de por dónde puede venir el adversario. En consecuencia, preparan un conjunto de respuestas. En la MUD, los aspirantes jóvenes o menos viejos, en todo caso pre-tercera edad, oponen su juventud a los carcamales de la mesa. Estos últimos, esgrimen a su favor algo que ya quisieran cambiar por menos años: la experiencia, un consuelo que no conmueve al calendario.
Dos precandidatos, Pérez Vivas y Ledezma, han coincidido en declarar que están en la “edad perfecta”. ¿Cuál será esa edad? El alcalde metropolitano fue más allá y dijo que la candidatura “no es un problema estético. Si lo fuera, suspendamos las primarias y llamemos a Osmel Souza para que resuelva esta vaina” (El Universal, 15/05/11). Si llaman a Osmel, ¿qué pasaría? ¿Acaso Capriles Randonsky es el David de Miguel Angel? La cosa está que arde en la Mud. La profundidad del debate es impresionante, insondable.
Otro aspecto que han resaltado los adultos mayores Ledezma y Pérez Vivas es su perfecto estado de salud mental. ¿A qué viene eso? ¿Existe algún precandidato con problema en la azotea? ¿Está puyado alguien en la mesa? En todo caso, esos son los temas en discusión, donde lloran los conceptos y gimen las categorías.
Quizás el asunto más profundo sea el de la IV República, en la que todos tienen una patica, según el socarrón diminutivo de Ledezma. En la Mud están los padres de la Cuarta junto con los hijos naturales o legítimos de la misma. Un Nuevo Tiempo viene de AD y Primero Justicia de Copei, empezando por su precandidato. Con transida emoción bien podrían decir: “somos los mismos”.
La pelea es entre matricidas y resucitadores; entre los que quieren matar a mamá –la venerable y antediluviana IV República-y quienes desean restaurarla. He allí la denostada momia cuaternaria que durante cuarenta años amamantó a carcamales y púberes. Los lechuguinos y petimetres enfrentan a los vejestorios y pavosaurios. Las pirámides egipcias versus los sambiles. Ramos Allup contra el blackberry y cosas parecidas. Ledezma y Pérez Vivas en guerra a muerte contra Harry Potter.
La canción “Caballo viejo” es para algunos un himno y para otros la nostalgia de un pasado ominoso. Si no hay paraíso sin tetas, según la culebra, tampoco habrá presidencia sin botox. Los políticos opositores rozan peligrosamente el terreno de las mises. Por eso Ledezma insinúa que llamen a Osmel Souza para resolver la cosa. El CNE no abre la boca por carecer de competencia en materia de arterioesclerosis y líneas de expresión. Tampoco es casacuna para atender a los que se creen los bebés de Rosemary y aspiran saltar de la andadera a la presidencia de la república.
Por lo trascendente del debate, la Mud parece el ágora de los griegos o el foro romano. Nietos y abuelos del bipartidismo no se dan ni piden tregua. Padres e hijos del pacto de Punto Fijo niegan sus orígenes, pero esa patica en la Cuarta los delata. Allí, lo dice uno de sus hijos y abuelo a la vez, la cuarta somos todos.
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