En este mundo político de confrontaciones inusuales en lo que se refiere a mi en particular –Pecorina Machado- que crecí sin una peca de odio encima, envuelta en caricias amables al rescoldo del calor de mi familia que salió de la nada, dentro de la clase media que ilustra mis decibeles de mujer opositora que con el correr de los años ha trepado con facilidad y sin angustias: polvorientos caminos de luchas hasta alcanzar un curul en la Asamblea Nacional que me ampara del regocijo necesario que hace posible: reclamar circunstancias que enredan actualmente el panorama nacional.
Y es que presiento: un vacío de poder que disimula un paraíso incierto de caprichos que por dónde se le mire se hace realidad tangible y como tal, lo hago público, a los miles de mis seguidores que en proporción creciente siguen mis pasos desde Súmate hasta pasar por la Casa Blanca a lo que soy hoy.
Y sin distracción de ninguna clase lo he planteado a la MUD, para que consulte el Mamut de los enredos chavistas a ver si es posible encaramar en el poder a uno de los nuestros hasta que se aclare la dificultad que distrae estos días que han pasado desde que el ciudadano presidente nos abandonó y se asiló en Cuba a reír de los malos chistes de Raúl Castro en vez de estar en Venezuela electrificándola de sabiduría luminaria.
Desde que tengo uso de razón como Pecorina Machado dentro de lo razonable de mi comportamiento: no había sentido un vacío de poder como el que siento ahora y, esa fuga me está consumiendo el alma política que se refugia en mí y, aunque las “patas de gallinas” que crecen en mi cara y me dan un consomé de buen sabor, preocupe y moleste a la “pastelito” que de resabio se derrite cada vez que me ve, no me agobia como para operarme, ni me desfigura mi figura de mujer que es Pecorina Machado.
El frío que corre por mis venas políticas cada vez que la presencia del presidente Chávez es requerida en el país y él no aparece desencadena una avalancha de desorden de poder que me ha puesto a pensar como la Madame Pompadour de Latinoamérica y en ese trajín ando escarbando en la historia a ver cuál es el puesto que me corresponde jugar a la hora de desenvainar ideas que me acerquen al momento que se avecina.
Siempre que haya un vacío de poder nosotros tenemos un “Utility Model” en espera y capaz de sacarnos las patas del barro de lo más fácil sin llevarnos a extrainning que comprometa nuestro futuro.
Soy de las que piensa -como burguesita sin retorno- a la par del inteligente Julio Borges que, el país anda mal y se está cayendo a pedazos y las medidas económicas peor aún, por lo que hace falta la mano invisible del capital de los mercados mundiales y de nuestros expertos que deambulan fuera de Venezuela en espera del primer campanazo de ayuda, para venirse a reorientar los primeros pasos que tengamos que dar y, yo Pecorina Machado, juro que no dejaré de soñar dentro del combate que deja el vacío de poder.
Sabemos que todo once tiene su doce, pero algún día la cuerda de ese sostén se vendrá abajo y ahí estaremos nosotros con nuestra bandera de siete estrellas, ondeando de alegría en las manos de nuestra burguesía y de los yanquis que le tienen tantas ganas como si fuéramos una hamburguesa de esperanza.
¿Si en esta nación no hay un vacío de poder?:
Entonces -me pregunto y no sé la respuesta, ¿qué hay, entonces? Creo que más claro no canta un gallo, aunque sea pataruco que en nuestra oposición abundan por demás y, en la MUD son los que más se destacan como gallinero al fin.
Amigos, piensen en mí, como yo pienso en ustedes y además el vacío de poder es nuestro y donde hay vacío de poder ahí estaré yo en primera fila firmando el acta. Los quiere mucho: Pecorina Machado.
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