Es típico de la derecha el de presentarse y asumir el papel de los hombres delicados, exquisitos, moderados, muy educados, cultos, serenos, muy respetuosos, todo esto al tiempo que difaman como bellacos, insultan y calumnian con la más asquerosa boca que quepa imaginarse.
Yo me imagino a Bobolongo, solicitándole a cada uno de los colaboradores de su bazofia: “Mira, vale, cuándo le vas a dedicar algo a mi honorable madre doña María Teresa Castillo. Recuerda todo lo que ella hizo por la cultura, por el saber, por la dignidad de la mujer. Échale algo, por favor”.
Todo para que por rebote entonces se diga que él no tiene nada de hijo de puta.
Porque casi todos los columnistas de esa sentina de periódico, digo, para salir en defensa de Bobolongo, no para enaltecer a su madre, les han estado dedicando largos comentarios a la excelsa figura de doña María Teresa Castillo. Sus periodistas, igualmente, andan a la caza de todo el faraónico mundo intelectual y del arte, para que hablen de lo grandiosa que fue su madre, que es como decir según Bobolongo: “Mi madre nunca fue así, y por lo tanto yo tampoco puedo ser eso que se dice de mí. Imposible”; es decir, se salga en defensa del supra-imbécil de Miguel Enrique Otero.
Estoy casi seguro que Bobolongo le ha pedido a Juan Barreto lo mismo: “Por favor, Juan, di algo sobre la señora María Teresa, quien tanto se sacrificó por el progreso y la cultura de este país”. No sabemos si Juan Barreto cederá a esos chantajes. Pero quien si no aguantó la primera solicitud, fue Vladimir; no hacía falta ni siquiera pedírsela, pero él espero, para después templar como se debe; así vemos cómo hoy sale publicando y comparando lo que hizo Leocenis García con lo que le dijo Mario Silva al Bobolongo. Que por supuesto, no tiene ninguna comparación, en absoluto.
Yo recuerdo que cuando Vladimir Villegas se encargo de la dirección de VTV, estuvo a punto de cerrar La Hojilla, y hubo que plantársele arrechamente para evitarlo. Hoy, indirectamente trata de hacerlo desde el bando enemigo, al lado del miserable Bobolongo. Por eso el mundo de los infiltrados en este proceso es terrible, y hay que estar ojo de garza todo el tiempo.
Dice Vladimir que “no hay diferencia entre lo que se hace desde la pantalla del canal del Estado en algunos de sus espacios y lo que se publicó en el semanario Sexto Poder.”
Pero él, Vladimir, sin embargo escribe para un periódico que se ha convertido en el ludibrio del Presidente Chávez en su situación de enfermo de cáncer; un medio que ha pedido su muerte, que llamado mil veces a un golpe de Estado. El papel que hace este personaje de doble faz, pretendiéndose convertir en moderado, equilibrado, justo, para mejor acuchillear al la revolución. Eso es lo que hace Vladimir.
Y miren lo que lanza: “Allí reina prácticamente la impunidad, y veremos si se confirma esta afirmación una vez que sepamos si procede la acusación contra el conductor de La Hojilla por las ofensas a María Teresa Castillo, apenas uno de los quizás cientos de casos de ciudadanos que han sido salpicados por la venenosa saliva de ese individuo.”
Cuando todo el mundo sabe que Mario jamás ha dicho nada contra la honorable señora María Teresa, pero qué coño puede importarle a él eso.
El papelito que juega este señor, seguramente a través de Bobolongo es buscarse desesperadamente un papel como el que hace Ismael García en Globovisión. Me admiro que todavía no se lo hayan dado.
Ya me lo imagino, al Vladimir, preguntarle al Bobolongo: “¿Qué te pareció mi artículo?”, y dándose unas palmadas, y luego un abrazo genial, mientras Vladimir templándole por donde se debe le dice: “Necesito que me ayudes, que me saques por ahí, una gráfica, vale. Algo. Échame algo de oxígeno…”
Por otra parte, la madre de Jorge Amorín, señor Vladimir, no importa un carajo, a su parecer. Y téngase en cuenta que Miguel Enrique Otero sí fue directamente al grano, porque le dijo a Jorge que por ahí decía que su madre es una prostituta.
Aquí en Venezuela, pues, la única madre que existe es la de Bobolongo.
Toda una vergüenza.
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