Que odio tan insípido el de esta dama que inscribió su candidatura a las primarias y no cree en el CNE, sino en Súmate, organismo que a fuerza de dólares yanquis se afamó en un desespero de dudas contra aquélla que todavía ruedan en la autopista de la poca seriedad y de la credulidad y, eso le ha permitido a ella fundar un “capitalismo popular” que con solo nombrárselo a los buhoneros y vendedores de cafecitos dilatan, las pupilas de éstos que claman inmediatamente por un sinfín de oportunidades en que mañana mismo: se puedan registrar en Fedecámaras como empresarios de ese capitalismo popular que está bien lejos de traerlo a la realidad del país como María Corina alcanzar el poder.
Después que fue aceptada como candidata de la oligarquía al próximo gobierno en atención a las primarias como primer paso por venir dentro de la MUS y toda enfrascada de sarcasmos vacíos que arrancaron aplausos tardíos de los presentes al acto, vomitó: frente al micrófono que le colocaron para su desahogo: largas peroratas de disparates menudos de desesperante vaguedades y, en su afán por agradar a sus panas: soltó una a una las cuentas de su rosario personal de ideas transoceánicas que estaban asentadas en un papel que al finalizar cada frase recorría angustiada con la vista y ánimo de paciente en terapia intensiva que castraba ofrecimientos hacia dios, presurosos de gran capacidad de enfrentar situaciones que no están a tono dentro del capitalismo mundial con la mayoría de los venezolanos y, que ella lleva adelante como ofrecimiento de cebo engañoso del baluarte de su formación neoliberal y, cuando le correspondió responder preguntas a los representantes de los diversos medios de comunicación entonces, fue que puso la torta de la ociosidad sin consideración ninguna que más de uno de los acompañantes salió con los nervios encrespados de arrogancia pueril y más cuando una periodista le preguntó qué que era para ella el capitalismo popular contestó con una mirada contagiada de sabiduría infiel que no le vino del Continente Asiático y, sin tapujos mercantilistas se le ocurrió dar por respuesta que, el capitalismo popular es lo opuesto al comunismo chavista y, el recinto se vino abajo de vivas y aplausos vigorosos que todavía recorren las pantallas de tv del mundo y, en Venezuela los humillados que ella –dijo- representar se sintieron más humillados que nunca y, las embarazadas con sus fetos despertaron con horror, en cambio los niños y niñas en las escuelas bolivarianas cantaron Gloria al Bravo Pueblo que no los deja engatusarse.
Metida de lleno en ese callejón sin luz se publicitó con una sonrisa dudosa que llena de calor fugaz, sin querer había inventado: una forma de hacer política, llevándose por delante sin darse cuenta y sin saber porqué, el lema permanente de todo político en su vida como es: “Vitam impendere vero” que significa: “consagrar su vida a la verdad” y, ¿acaso María Corina sabe qué es la verdad cuando?, ella misma vive un mundo de mentiras pensando que, el capitalismo lo es todo y, que cuando ella mande en el infierno de sus esperanzas necias: todos seremos ricos –iguales jamás dijo.
Antes de perderse del bullicioso espacio de alegría sin razones ciertas, recibió una supuesta carta que le enviaba Baltazar Porras que acababa de llegar de Roma y sin dilación le comunicaba que el Papa la ama y cree que ella es una ángel impoluta de los altares exquisitos y, que además, sigue de cerca lo que pasa en el país y, que sea la paz la que reine en igualdad de condiciones entre pobres y ricos y, que cuando le plazca y quiera arrodillarse él la espera en el Vaticano con sus oraciones.
Felices y contentos de haber realizado un sueño más –ella- María Corina se fue a celebrar con los suyos cansada, de haber recogido el dinero a depositar y las doscientas mil firmas de avalúo sincero hacia ella.
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