Cumpliendo con la Constitución de nuestro país, se crea el programa de formación de Medicina Integral Comunitaria, para defender la salud y la vida de los venezolanos, y paliar el déficit de médicos a nivel hospitalario. En las últimas décadas, las universidades autónomas han graduado anualmente alrededor de 300 médicos, cifra suficiente para la medicina privada.
Rompiendo paradigmas nace el M.I.C. hace 6 años y tiene como primera meta graduar 100.000 médicos integrales comunitarios. Cuenta en este momento con 27.000 estudiantes (sin los inscritos este año), y un personal docente de 6.000 profesores de la Misión Médica Cubana. El próximo mes se graduará la primera promoción con la bendición de 8.250 médicos para el pueblo de Venezuela. Esto trajo consigo múltiples pronunciamientos de la Academia Nacional de Medicina, el Colegio de Médicos y las Universidades autónomas (en manos de la derecha) que muy lejos de apoyar a este grupo de profesionales que están por graduarse, los humilla, veja y menosprecia.
El punto de partida de dichos pronunciamientos es dejar en entredicho la preparación académica del M.I.C., donde tenemos un docente por cada 4,5 estudiantes, un programa de formación que lleva, en paralelo, la teoría y la práctica, desde el primer año. Estos 8.250 nuevos profesionales de la medicina tienen casi 6 años viendo pacientes, observando patologías diversas, de la mano, y bajo la supervisón y guía, de sus docentes de “Barrio Adentro”.
El M.I.C. cuenta con un excelente personal docente, la calidad de la medicina cubana es reconocida en el mundo y tiene el aval de los aportes científicos hechos por sus Centros de Investigación. Este avanzado desarrollo científico les ha permitido crear medicamentos, patentes cubanas, como el Heberprot-P, medicamento único en su tipo, en el mundo, para el tratamiento del pié diabético o la nueva medicina cubana Atorvastatina-20 que reduce el colesterol, los triglicéridos y los lípidos.
Venezuela ha tenido muy buenos médicos científicos, como Jacinto Convit, reconocido por desarrollar la vacuna contra la lepra, o Arnoldo Gabaldón, recordado por sus logros en la lucha contra la malaria, pero ¿desde hace cuánto tiempo nuestra medicina se dedica solamente al estudio en aula y a la especialización? ¿Dónde quedaron la ciencia y la investigación? ¿Dónde quedaron lo humano y la ética, más allá del dinero?
Se gradúan 8.250 profesionales de la medicina preventiva, muy bien formados en la teoría, en la práctica y en la ética, médicos para el pueblo, médicos que en su momento suplirán por completo a los colaboradores cubanos de la Misión Medica y mi lectura es que estos comunicados y estas declaraciones denigrantes nacen de un profundo miedo al cambio, a perder la hegemonía en el campo médico, miedo a una población atendida y sana, miedo al Médico Integral Comunitario.
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