Durante la guerra civil norteamericana Ulysses Simpson Grant ganaba batallas y ascensos. Algunos generales de la unión, envidiosos de esos éxitos, objetaban los ascensos descalificándole y acusándole de borracho. Lincoln le defendía diciendo que era un borracho que ganaba batallas. Y, cuando los más pacatos exigieron la destitución de Grant por ser aficionado a la bebida, Lincoln ya exasperado, respondió «¿De veras? Pues entonces procuren saber cuál es la marca de su whisky predilecto. ¡Mandaré un barril a los demás generales!». El General Grant terminó siendo el comandante de la Unión y vencedor de la contienda. No por borracho, sino por estar del lado de las fuerzas de la historia.
Hay un empeño –a mi juicio equivocado- por parte de las fuerzas revolucionarias en denunciar y demostrar que Pablo Pérez es un borracho. Persisten en este empeño con tal ahínco que prácticamente no hay página de opinión o programa radial o televisivo donde no se reitere la acusación. Parecen empeñados en sostener que si no fuese por ese defecto sería el candidato perfecto y ganaría sin dificultades la presidencia de la República.
Por supuesto, Pablo Pérez como gobernador está muy lejos de ser un ganador de batallas. Es manifiesta su incapacidad adeca para resolver los grandes problemas del Zulia. Tampoco su condición de beodo es una credencial para optar a la primera magistratura nacional. Pero, repito, esta insistencia por nuestra parte en los tragos que toma y sus ridiculeces de borracho, termina favoreciéndolo. Uno, porque no se centra la crítica ni la censura en lo fundamental: lo que él significa como representante de la derecha venezolana y, dos, porque la exaltación de este defecto minimiza otros que son claves para el ejercicio de la Presidencia de la República: Ausencia de ideas y programas apegados a los intereses nacionales y al desarrollo social, que permitan resolver con éxito los grandes retos del país.
Finalmente, para el venezolano común, borracho no es quién eventualmente se toma unos tragos o, incluso, llegue a pasarse de tragos. Borracho es el bebedor consuetudinario en bares y esquinas. En ese sentido, puede sentir esa acusación como injusta y exagerada y, negándose esa condición para sí mismo, terminará por solidarizarse con el acusado. ¿No recuerdan la exitosa consigna adeca “Jaime es como tú”?
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