Una vez que, María Corina, se bajó del automóvil frente a la FGR y apenas dio veinte pasitos firmes en busca de los medios con una sonrisa invisible y un haz de luz de rayos láser de odio enfermizo que salían de sus ojos que quemaban el momento de rencor al no ocultar su ira y, sus primeras palabras explotaron en amenazas bien definidas y con la espuma del desconcierto congeladas en su garganta –pensó: o tú o yo, pero los dos no- no cabemos, ya que nos repelemos de amistad y, furiosa –dijo-, a lo Shakira Isabel: estoy rabiosa, palabra que no salió en ese instante de su boca e, inmediatamente se dirigió a su audiencia envuelta en odio presidencial que con pasión desenfrenada la esperaba a la entrada del edificio de su desahogo.
-Quiero decirles con dolor profundo mi pueblo que su “capital popular” está seguro como primera ley que firmaré dentro de nuestro ambiente de mandato constitucional entre nosotros, pero, lo que me trajo empecinada hasta acá, ha sido esa caprichosa encerrona que con tiros variados lastimaron mi paquete de miedo ellos –que todo el mundo sabe de quien fue la orden- trataron de alejarme del gran encuentro que en agenda preparada teníamos –mi gente y yo- en el 23 de enero y hoy, aprovecho la visita que hace el presidente colombiano Santos a Caracas, cuyo objetivo principal es llevarse todo lo que pueda de acá –sin dejar nada en paridad- que es lo más seguro y, a ver si pesca a Timochenko que a lo mejor anda por allí paseándose con un fusil –menos mal que nosotros tenemos a Uribe Vélez como el nuevo jefe de la oposición venezolana –quien sabia y lealmente nos orienta gratis- en cambio este Gobierno lo que sabe es regalar, y yo como excelente política que soy, me motivé a venir, como presente estoy a exigir que se investigue, lo que pudo haber pasado y no pasó allá cuando tratábamos de penetrar linderos chavistas con la razón de nuestra fe que todo nos pertenece y si no los agarramos ahora en la subidita pueda ser que pasado sea en la bajadita a favor de nuestro futuro.
Así como me ven –mi pueblo amado- toda transformada, no quiere decir que estoy brava, pues no, lo que pasa es que esa es mi forma de ser y de encarar situaciones perversas o fuertes de mujer valiente de la sociedad burguesa caraqueña que, no le teme ni le tiene miedo al miedo ni al presidente Chávez y, a él le digo: -usted me respeta por las buenas o, yo me doy a respetar por las malas- y, por las malas no hay nudo de conciencia que no deshaga que, como mujer venezolana tengo el derecho de llegar a Miraflores y, si usted no me quiere allá, ése es su problema, pero antes quiero recorrer el 23 de enero en caravana de amistad.
Es imprescindible hacer notar con toda la precisión de mi puntería de argumentación que los que se quieran burlar de mí sin mi consentimiento, mueren hinchados por descomposición turbulenta desagradable –dijo, María Corina- que lo atomizará sin distingo y en principio cuando me enteré que el Presidente ironizó sobre mi persona pensé con arrebato natural: halarlo por los cabellos de su alma, pero, como eso no puede ser vine a esta Fiscalía General de la República a desenmascararlo con todo el rencor que me invade sin privacidad y que sea la fiscal la que se encargue de hacer valer mis derechos constitucionales y más que soy diputada con inmunidad parlamentaria –motivo y regocijo- que me faculta a que no se pasen vídeos de conversaciones privadas en que yo con franqueza absoluta paladeo la habilidad de expresarme sin puntos ni comas y en alguna parte de la historia de nuestro por venir, yo seré la próxima presidenta de este hermoso país –no soltó ninguna sonrisa- por estar éstas en huelga de amarguras.
La o las personas que critican nuestra forma de hacer política no se han adaptado todavía al formato MCMCIA SXXI, en que la honestidad de los que no mentimos, estamos reforzadas de un orgullo tenaz que equidista de la pretensión de mi solidez al de mi “capitalismo popular” y tal como lo ven soy y seré siempre María Corina, la que trata de cubrir el espacio que no ha dejado de ser nuestro –aunque no estemos en el poder- y con concordancia con la juventud venezolana seré, la primera mujer presidenta de este país que a grito me lo pide el pueblo y los tiros de júbilo deben salir del 23 de enero como la diana invisible de mi popularidad incontenible.
-¿Quién dijo miedo? ¿Miedo a qué? Así que respete –presidente Chávez- para que lo respeten –usted y solamente usted, se burló de mí- y eso, no se lo acepto de todo corazón y, con este mismo corazón –le digo: prepárese que lo voy a derrotar en el 23 de enero.
Y, en el momento que María Corina, pisaba la entrada de La Fiscalía, pasaba un taxi con los vidrios bajos y a todo volumen salió de la FM sintonizada:
Rabiosa, rabiosa –rucocó, rucocó- no me volverán loca. Yo te quiero amarrado. Óyeme papi, aráñame la cara y muérdeme en la boca. Rabiosa, rabiosa, rabiosa, rabiosa, rabiosa…
Esteban Rojas
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