Fue el loco René Descartes quien iluminó la Modernidad con la famosa sentencia : “Pienso luego existo”. Más tarde el irreverente y genial intelectual francés Jean Paul Sartre invertiría la frase de su paisano gritando a todo pulmón: “Existo y luego pienso”. Pero pasarían muchos años, incluso siglos, para que la escuela filosófica de los escuálidos, liderada por el pensador Manuel Rosales, embadurnara la vaina con el : “ Sufro y luego existo”.
Con la marcada influencia de los medios de comunicación, que, por supuesto, no tuvo Sartre a pesar de que ejerció por mucho tiempo el periodismo, y mucho menos Descartes que apenas conocería la imprenta, los escuálidos han logrado sugestionar de tal manera a sus seguidores que estos disociados y sin autonomía de pensamiento no hacen otra cosa que repetir boberías.
Son tan indefensos los acólitos de María Corina, Pablo Pérez y sus derivados, que los pobrecitos parecen vivir en un mundo aparte: una especie de paila del infierno donde todo es sufrimiento, crisis y melancolía en la que no existe la alegría, la plenitud y mucho menos la felicidad. Estos taumaturgos de la política con la ayuda de la propaganda y la manipulación subconsciente han avanzado de tal forma en la mentira y la manipulación que han hecho un daño emocional irreparable a gran parte de la población, un fenómeno sin antecedente alguno en la historia de Venezuela.
Por supuesto que no estamos queriendo decir aquí que vivimos en la idílica Utopía de Tomás Moro, o en un país de papelillos y bambalinas donde todo está muy bien, pero que alguien te diga que se está muriendo de hambre montado en una camioneta de 500 mil bolívares fuertes cuesta como creerlo. Qué yo sepa en los países con hambruna como pretenden convencernos los escuálidos el pueblo hace cola para comprar comida no para comprar black berry.
“Crisis”, “violencia”, “guerra”, “división”, “desastre”, “escasez” y muchas más, son palabras claves en el discurso subversivo de la oposición. Nos intentan vender que este es el peor país del mundo,. Que nos estamos matando por un pedazo de pan y que esta vaina no la aguanta nadie. Sólo que la realidad parece ser otra, sobre todo si la comparamos con los dos últimos regímenes que gobernaron Venezuela antes de la llegada de Hugo Chávez, el de Carlos Andrés Pérez (II) y Rafael Caldera.
El falso discurso de la oposición tiene un gran enemigo: el sentido común, que, por cierto, para ellos parece ser “el menos común de todos los sentidos”.
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