Este orgasmo de pluralidad de pretensiones políticas va a salir pronto y tendrá sus efectos secundarios a futuro, por lo que yo y solamente yo, encaramada en el altar del poder: no daré descanso a mi alma ilusionista hasta que Venezuela no esté nuevamente en la órbita racional dentro del patio trasero yanqui.
Quién lo iba a creer que prematuramente arrastrada por la virginidad de los considerandos posibles de mi vocación de líder: llegara como lo haré al pódium de nuestros eufemismos sin vuelta atrás como una estrella celeste de calor que busca todos los beneplácitos del statu quo a mi alcance, poniendo aquí y quitando allá, que sirva de remiendo oportuno a la obediencia de mis órdenes que cumplan con mis grandes ideas de acercar el capitalismo de mis deseos a la dinámica que se oculta en el esfuerzo de otros que también ambicionan reorientar nuestro presente en dirección al mañana, en que hemos de dejar como la mayor obra oligárquica que ha de perdurar entre los nuestros en la que me ampararé con el apoyo maquinal-excepcional que ha de venir como regalo del Norte en resguardo de nuestra soberanía.
Muchos pensarán que desvarío en mis ambiciones personales de no ser una estatua de sal en el camino del mal y todo quedará al descubierto a partir del domingo 12 de febrero de este 2012 que trepa con sus razones políticas de cuatro esquinas a nuestro entender y, quiérase o no seremos presente y futuro como lo más grandioso que nos ha de suceder cuando yo –ese yoísmo no puedo ocultarlo- sea la lógica candidata al dominar el espectro nacional que estará en mis manos después del 7 de octubre en que el pueblo que siente y padece me dé su voluntad general en las urnas de llevarme a dominar la nave que se desliza de los improperios sin rumbo capitalista en una dirección fracasada en otros países y acá no seremos la excepción y no hablo de revolución, ya que su sola mención me da pánico existencial. ¡No señor!
¡Al fin seré feliz! ¿Y quién no? La tierra girando entorno a mí.
Se imaginan ustedes –amigos y amigas- lo que significa que esta modesta mujer que soy: que saco la lengua y no escondo mis manos ni mi modo de ser, sea la primera presidenta y primera dama de este maravilloso país que tiene de todo -no para regalar- y, que sea el presidente Chávez quien me ponga como se lo dije en la AN, la banda presidencial –labrada sin perplejidad por indígenas del Estado Amazonas- que no desfigure la gran mujer que soy de la rebeldía en conocimiento y siendo dentro de la fantasía de mis sueños comprimidos de una esperanza que está por venir y que vendrá tal cual lo tengo en el subconsciente de nuestro fervor patrio y, no habrá trabas en el camino que nos aparte de él. ¡No señor!
Lo único que voy a exigir es que a Venezuela se le respete como si estuviera preñada de emociones congénitas y que nuestro capitalismo popular sea el bazar turco en que pobres y ricos nos veamos al mismo ritmo de intenciones que el que más produce más gane y, no tengamos que importar nada superfluo que idioticen a mi pueblo y, así tendremos un capitalismo efervescente, cumpliendo a cabalidad con sus funciones sin la fiscalización oprobiosa del Estado en su nueva entonación de país libre en que manos de obra y capital sea una sola.
Hago saber sin ínfulas de fiereza criolla y como la verdad no se inventa, puedo asegurarles que los otros candidatos que me acompañan en las primarias por venir pronto: que ninguno de ellos calzan los pantalones de la dignidad nacional que yo demuestro con los míos, porque tengo raíces de poder que se llevan en los genes de la precaución que te llevan a mirar más lejos que ellos –por eso- los derrotaré sin que me quepe la menor duda en base a la base de datos que manejamos del sustento popular hacia mí.
Les juro que seré implacable en todos mis deseos que como actos implícitos irán todos por un solo callejón como es la paz de mi amado y sufrido pueblo en estos trece años que lleva de dictadura y les digo que tienen en mí su aval de convivencia, su isla de satisfacciones y su orientadora sin descanso de hacer justicia. Sé que sueño y, ¿quién no? Cuando todo está a su alcance de buenas intenciones, es decir, abultada de ambigüedades femeninas que servirán para echar adelante mi proyecto político de no ocultar, ni regalar nada. Todo se hará a la luz pública en utilidad de la propiedad privada como un don de dios y, así será durante mi mandato que no será efímero.
¿Quién dijo miedo? No señor. Nosotras seremos invencibles y vamos a jugar limpio cambiando este país, para que nuestros niños y niñas rían de felicidad a nuestro lado como su hada madrina que siente y padece y ha sido pobre toda la vida y no se dejará robar el futuro que está a la vuelta de un quítate tú, para ponerme yo y en ese instante oyó que alguien la llamaba: -¿epa, María Corina párate que es tu turno? -¡Oh caramba! ¡Estaba soñando y tuve una pesadilla que no se la deseo a nadie! Y a mí en particular que dios me libre. No quiero el poder. Quiero ser yo misma.
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