Yo recuerdo, que todos aquellos que se alegraron porque Chávez había caído el 11 de abril, se cagaron totalmente el día 13. No sabían qué hacer con sus vidas, dónde meterse, a quién llamar para que los protegiera.
Recuerdo, que el día 13 tronaban por el Este de la ciudad miles de motos dando respaldo al Presidente Chávez y recordándole a la derecha que el pueblo estaba decidido a defender la revolución. No se me borra de la mente los chorreados periodista de RCTV implorando que no los fueran a dejar solos. La gente de Venevisión pedía cacao y juraban portarse bien de ahora en adelante. Los de Globovisión prometían no volver a mezclar política con información.
En un principio parecía que la lección había sido ejemplar, extraordinaria. Nada. A los pocos días volvieron por sus fueros y se lanzaron a la aventura del paro petrolero.
La derecha nunca escarmienta.
La derecha nunca recoge a sus muertos.
La derecha es rencorosa, vilmente perversa y vengativa.
Nunca hay que hacerse ilusiones con la derecha, y cuando promete que perdonará es porque hará todo lo contrario.
Hay que entender que ante lo que se avecina en esta lucha, es preferible morir en el campo de batalla que luego morir de mengua en una cárcel o en un campo de concentración.
El Presidente Chávez se disculpó ayer por su mal: “yo sé que así como algunos se alegran, también sé que la mayoría del pueblo se pone triste; yo les pido perdón”.
Cualquiera sea el destino que le toque a nuestro querido Comandante en este nuevo y difícil trance, hay que decir que nosotros todos, como hijos de Bolívar, debemos convertirnos en un Pueblo de la Dificultades.
Ya el impulso ha sido dado, como dijo el Presidente, y entonces nada puede detenernos.
Chávez será nuestro guía eterno.
Chávez y Bolívar para toda una eternidad.
Pero que los escuálidos miserables no se hagan ilusiones. Candidato tendremos para el 7 de octubre. Unidos iremos a esa gran batalla. Y que los enemigos de la revolución recuerden que mil veces más les favorece un Chávez vivo que muerto. Que tengan mucho cuidado y que rueguen a Dios para que el Comandante vuelva sano y salvo. Esto es un gran consejo, que lo mediten, que lo consideren.
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