Hay un viejo adagio que reza “cada quien es dueño de lo que piensa y esclavo de lo que dice”. Pero si lo que sale por la boca de un individuo son maledicencias y naderías, la caja de pensamientos será un reservorio de sandeces. No cabe duda, la palabra es para el cerebro lo que la comida es para el estómago. Quiere decir, que el órgano encargado de razonar debe ser cultivado con abstracciones, como son las letras y palabras provenientes, no sólo con las frases escuchadas a sus semejantes, sino las derivadas de un estupendo objeto llamado libro.
En la historia de la política de Venezuela existen frases que dejaron recuerdos, unos maléficos, otros infaustos y porque no, otras que al recordarlas causan cierta hilaridad. Por ejemplo la expresión de Betancourt “disparen ahora y averigüen después” es una locución perversa de una mente similar. O las de Gonzalo Barrios, “en Venezuela no hay razones para no robar” o “no somos suizos” da pie a pensar al desprecio de un hombre por sus compatriotas. De Raúl Leoni no recuerdo expresiones célebres, a mi memoria me llega su mala dicción consecuencia de una prótesis dental, lo cual era objeto de bromas por parte de los imitadores de oficio. “La banca me engañó” o “a mi tú no me jodes granielito”; cómo no recordar a Jaime Lusinchi en su aflicción al ver que las reservas internacionales se las robaron los banqueros y empresarios y la otra frase, consecuencia de la pelea que tenía con un empresario de la televisión. Con Luis Herrera se consolidan los refranes de corte popular como “ahora, a bailar porque lo que viene es joropo” o aquella fatídica “he recibido un país hipotecado”. El “estamos mal pero vamos bien” apuntaló a Teodoro como el peor planificador del mundo. Con “yo tengo cubridos todos mis gastos” de Blanca Ibáñez patentizó lo “bien preparados” que están los abogados egresados de las universidad Santa María. Y para finalizar, para no ahondar más en “augustas celebridades”, “no hay que pedirle peras al horno” de Rosales, nos muestra como un “egregio” ex candidato y político, con un juicio pendiente por prevaricar, puede cambiar o crear sus propias sentencias, como muestra de su preclara “inteligencia”. Lamentablemente, del candidato MUDo, Henrique Capirles, no recuerdo ninguna expresión que valga la pena resaltar, ni como vicepresidente del antiguo Congreso y mucho menos, como contendiente de mi comandante Hugo. Cuando escucho al escogido por la oposición experimento pena ajena, al comprobar su inopia discursiva y lo peor de todo, es que el infausto no se da cuenta que su silencio sería la mejor estrategia electoral. Conocí a un individuo que se pasaba la mayoría del tiempo en un eterno mutismo, su mudez era lo que lo distinguía entre sus semejantes. Todos pensaban que era un intelectual, un filosofastro, una especie de autodidacta. Luego comprendí que el pobre no hablaba porque no tenía nada que decir… sinceramente, era un rasgo de inteligencia. Quizás, si Capriles permaneciera callado no patentizaría su inconmensurable y craso analfabetismo en todos los aspectos de la política, de la economía, la sociología y hasta un palmario desconocimiento del refranero criollo, el cual lo podía identificar como un hombre del pueblo.
Un boxeador, con un mínimo de rasgo de talento, debe saber escoger su antagonista. Un peso mosca no se le ocurrirá desafiar a un peso completo, de antemano sabe que la pelea está perdida. De igual modo ocurre en la política. Un candidato debe seleccionar bien su adversario, en caso de elegir el equivocado corre el peligro de sufrir una derrota vergonzosa. En Capriles se evidencia un perfecto abismo intelectual, en contrapeso con la indiscutible altura intelectual, discursiva y política de mi comandante Hugo. El vacío de Henrique, ante la insuficiencia de verbo e ilustración, lo obliga a recurrir a los medios de comunicación privados, para que a través de terceros informar a sus electores de su sumisión al FMI, al Banco Mundial y del programa de corte neoliberal que será aplicado en Venezuela, similar al de Europa, en el caso negado de triunfar el próximo 7 de octubre. El “progreso” por si solo no pasa de ser una palabra vacua sin ningún contenido político, social y económico.
Como negar los beneficios de la Revolución Bolivariana, a la cual tendrá que enfrentar el candidato de la oposición. Voy a tomar frases de Simón, una de la fuente de Inspiración del mi comandante Hugo: “…porque yo cifro mi gloria en servir bien y no en mandar; en vencer a los enemigos y en ceder en todo la palma a mis conciudadanos…” (Ocaña, septiembre 1814). Los MUDos no puede tapar el Sol con las desinformaciones de los canales privados, nadie puede hacerse el loco o el ciego ante los evidentes avances del gobierno socialista. Mi comandante Hugo le ha servido bien a los venezolanos a través del programa de gobierno recogido en el Proyecto Nacional Simón Bolívar, gobierna a través de las comunidades porque le dio poder al pueblo y ha vencido a sus enemigos en diferentes batallas (golpe de estado, guarimbas, paro petrolero, guerra financiera, campaña internacional contra Hugo, necrofilia a través de prensa escrita, radio y televisión….).
No cabe duda, Hugo les enseñó a los venezolanos una nueva forma de hacer política, muy lejos de las prácticas cuarta republicanas. Les mostró a los pobres quienes fueron los causantes de sus miserias y que tardarán varios años para que el pueblo logre conquistar los derechos que le corresponde. Y para eso saben que cuenta con la apoyo de un hombre honesto, combativo y valiente, porque el chavismo permanecerá en tiempo y en la geografía como una verdad y seguirá viviendo por mucho siglos como un sentimiento.
Por todo lo anterior es bueno recordar que el triunfo se logra, no con las encuestas las cuales son un referencial, sino en las urnas y para no perder las conquistas logradas hay que darle el respaldo a mi comandante Hugo con el voto, el cual lo llevará de nuevo a la presidencia de la república por otro período. Está requetecertificado ¡aquellos perversos no volverán!