Cada vez que el presidente Chávez se asoma y comienza a descender por la escalerilla del avión presidencial en Maiquetía: el asidero de la oposición de mantener a los suyos extraviados de malas ilusiones se desgarra en un chorro de rabia que corre libremente por cada una de las vísceras de sus cuerpos que después se electrifican en taquicardias de altos bajones que no hay aspirina que los calme y la angustia de su presencia sin bastón ni nada ocioso que ellos hayan imaginado lo desbocan en runrunes ciegos que van a parar a la Avenida Libertador, uno más que otro, lleno de pesadillas buscarán calmar con un trago de desahogo el malestar del regreso que los incita a entrar en el jacuzzi de la entrega pasajera.
Y el majunche mayor se despluma como un pajarraco en una jaula y comienza a soltar cantidad de bobadas que incumple y trastoca los guiones a que está sometido como un tratamiento politiquero a diario que alguien más sagaz e inteligente que él le escribe para que no se pierda en ese submundo de necedades que lo dejan al desnudo –tal cual es y actúa como patiquín de la burguesía.
Si viene una cadena tras la llegada del presidente Chávez, los tímpanos del reacomodo mediático, los hace vulnerables a la tormenta sentimental que el otro día los medios de la dictadura mediática buscarán qué informar que nada tenga que ver con el acto pasado y actuación del presidente y, con una buena dosis de mentiras, tratarán de calmarlos tirándoles cualquier frase de Uribe o de Obama o de ambos, en contra del Gobierno y la rabieta agarrada sigue latente a medias hasta que el sorbo de la realidad los encamine por otros vericuetos afanosos salidos de los consultorios de la siquiatría parcializada.
Generalmente, aunque usted no lo crea, antes que Chávez comience a hablar, le detallarán hasta la sonrisa, cómo respira, qué hace con las manos, si suda, si eructa, si no nombra a Fidel y a Raúl, si no ve para el cielo, si no saca el crucifijo, si no se ató bien las trenzas de las botas, si cierra un ojo, si se empina como el traidor de Ismael García y, en fin, viven de algún desplante que les permita fanfarrear sus malas intenciones lo que ellos desean y una vez en la cama se los come un trasnocho azaroso con sudoración y bastante consumo de líquido y, muchos se perderán por los caminos más variados que como tránsfugas-apátridas-traidores les encanta navegar y el otro día amanecerán embuchados de despecho siniestro y se consumirán el día ironizando en Twitter buscando aliento de consuelo y amargándole la vida a sus vecinos o personajes cercanos opuestos a ellos.
Pero, lo cierto es que cada día están más locos y no le obedecen al freno de la paciencia y, la popularidad del Comandante presidente les da permanentemente torticolis de ansiedad sin límites y andarán en las autopistas de sus ideas sin velocímetros de amargura a rienda suelta de contagios de impiedad y siempre que sea posible pagarán con maltratos a los periodistas del Sistema Nacional de Medios Públicos sin ningún contratiempo y con el visto bueno de un dos por tres, tendrán el apoyo del majunche mentiroso que anda de niño preferido del narcotraficante Uribe que lo aplaude y lo alaba como un jabón de marca y cada vez que al otro se le afloja el collarín de la atracción se va a Colombia a darse paseítos con el expresidentes más detestable y odiado de Colombia, pero majunche es majunche hasta que so lo trague la tierra y como él vive del futuro a futuro, posiblemente alguien lo recuerde como un mal ejemplo de las acciones que no debe poner en práctica un candidato que aspire a ser presidente de la República Bolivariana y quizás le escriba en su tumba: “Aquí yace un mal ejemplo de un majunche que se cagó en la retórica política y se tragó la caca del desorden ayudado de la MUS” y al lado en letras grandotas indelebles: Volvió, volvió…de Cuba, Chávez.
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