Cuando Chávez agarra el micrófono y se eleva en su oratoria superior, la tierra se estremece y se aclara el cielo iluminado por los rayos de la verdad. Chávez resume lo mejor del discurso político revolucionario en la historia contemporánea de Venezuela con un estilo innovador, creador y cautivador.
Las mayorías populares lo oyen con delirio religioso y lo siguen con la convicción de la credibilidad ganada por el líder con hechos cumplidos. Es capaz de despertar en las masas irredentas los más profundos sentimientos de amor, de esperanza y de transformación social.
Contra ese gigante del cambio histórico, amado por millones de corazones en los más apartados rincones de nuestro territorio nacional y más allá de nuestras fronteras, se presenta áulico del imperio, como candidato opositor, Capriles llamado indistintamente por su perfil biográfico: majunche, chayota, rarosky, ratonsky , el hombre de la escalera o el bobo de la yuca.
Flaco servicio a la burguesía el de su candidato desprovisto de las virtudes, los atributos y las competencias para disputarle la presidencia de la República Bolivariana de Venezuela a Hugo Chávez Frías. Si bien carece de cualidades positivas le sobran sus antecedentes malvados violatorios de los derechos humanos y del derecho internacional que lo califican para merecer el apoyo y la confianza de lo peor de la ultraderecha nacional e internacional.
En el trasfondo se debate la singularidad de un fenómeno político insólito. Las elecciones burguesas las ha perdido la burguesía con Chávez en los últimos 14 años y las volverá a perder el 7-0 según lo demuestra la calle y las encuestas. Chávez ha puesto en entredicho la creencia ortodoxa, el paradigma de las elecciones burguesas como perpetuadora del capitalismo.
En Venezuela la democracia burguesa está abriendo pacíficamente las puertas al socialismo, a la liberación nacional y a la paz. En Chile Salvador Allende lo intentó y fue derrotado por Pinochet y el imperialismo. No pudieron hacer lo mismo aquí el 11 de abril donde salieron con las tablas en la cabeza como se sabe.
La estrategia electoral del candidato de la burguesía es atacar, cuestionar y desconocer al CNE para cantar fraude el 7-0 en el entendido que está seguro de no poder remontar la cuesta, achicar la brecha inmensa, alcanzar la distancia que lo separa de la punta donde se colocó invencible Chávez desde hace rato.
Por eso Chávez con razón, desde Guárico, apuntó que el fraudulento, el falso, el farsante es el majunche quien con mentiras trata inútilmente de engañar a las mayorías las cuales no creen en la falsa promesa de un supuesto progreso sin retaliaciones ni eliminación de las misiones. Lo de mantener las mejoras sociales logradas por Chávez y no perseguir a nadie, en un supuesto negado de un triunfo electoral de la derecha, no se lo cree nadie por la sencilla razón de haber demostrado el majunche, en sus gestiones administrativas, su vocación fascista para la represión y la persecución contra los chavistas y los médicos cubanos.
La pretensión progresista de HCR no cabe en el autobús de su proselitismo. En las elecciones burguesas tradicionalmente el capitalismo imponía los candidatos de su preferencia a las masas, sin darle ninguna oportunidad a una alternativa al sistema dominante, pero Chávez rompió genialmente con la hegemonía del engaño electoral de la burguesía. Ahora las masas despiertas abren los ojos y oyen cuidadosamente al Comandante Presidente cuando en su arenga pedagógica explica que detrás del disfraz progresista de HCR se esconde el neoliberalismo y los vicios políticos del mal recordado Pacto de Punto Fijo.
Hay una escuela pedagógica llamada progresista o progresismo que es tradicional en la educación democrática norteamericana muy alejada, por cierto, del pensamiento de izquierda revolucionario y de la corriente de pensamiento emancipadora de nuestra América. El fundamento filosófico de la educación progresista es el liberalismo. Se trata de una educación para el desarrollo del capitalismo que encuba la idea del crecimiento y el desarrollo basado en los valores del individualismo burgués. Pero el majunche está a la derecha de todo eso como lo demostró dramáticamente el 11 de abril y lo atestigua su antigua militancia en una secta fascista al estilo del Ku Klux Klan . Chávez tiene razón, el candidato de la burguesía es el ultra plus de farsa y la esencia del fraude.
Profesor
sergiobricenog@yahoo.com