El candidato Capriles quiere ser presidente y él mismo no sabe para qué, ni tiene la más remota idea cómo se gobierna un país en que la vieja comparsa de adecos y copeyanos no le dejaron buenas lecciones que más bien se encargaron de destrozar a Venezuela a lo largo y ancho de su superficie territorial: durante cuarenta años de mala actuación política que nos plagaron de vicios en los quinquenios de gobiernos entreguistas y, por los vientos que soplan del Norte: lo más seguro es que él nos tirará por el barranco del neoliberalismo mundial sin relevo con más empobrecimiento y, con toda su rabia acabará con las misiones en reforma total y echará del país a todos los cubanos que nos ayudan a resolver los problemas de infraestructura asistenciales que dejó la oposición actual cuando era poder y, mire que fueron varios que todavía muchos de ellos persisten que nos agobian y, entre el panal de propuestas que fabrica a diario este irresponsable líder de la oligarquía y del imperio y de los apátridas en esa rumba de peroratas que va dejando como espejismos por donde pasa que, más son las que se inventa sin concordancia de juicio ni cordura alguna que, cuando sueña y estruja en su mente que será el nuevo jefe de estado en Miraflores con un turbante inquisitivo de mandatario fugaz a la orden de lo imposible, se deleita al pensar que dejará como castigo al ALBA sin una gota de petróleo hasta que llegue el ALCA.
Los remordimientos del candidato Capriles son pocos, no le angustia nada al dejar de pensar y aceptar que otros piensen por él y, en ese libertinaje de pocas ideas devora el tiempo en un ir y venir que lo mantiene abajo en las encuestas que no le dan auxilio de comunicación que lo acerquen al pueblo y, entre mentiras a paso redoblado se cree el Robin de Batman sin superpoderes ni intelecto político que lo salve de la paliza electoral que lo espera en castigo como servil representante de la burguesía internacional.
La consigna más acertada en atención a sus actuaciones pasadas desde que le compraron por primera vez un curul en el Zulia al Capitolio Nacional: lo ha marcado para toda la vida sin equivocación ninguna: “ese sujeto no sabe gobernar que y, como mal gobernante al estado Miranda fue a parar y de ese estado: la mayoría lo tienen que sacar y mandarlo al infierno terrenal a pagar una a una sus culpas de mentiroso peligroso que lo ha involucrado en una serie de situaciones a la vista común y corriente del que quiera ver y para su mayor perversidad de fascista se formó en la Secta Tradición, Familia y Propiedad y el lobbie judío que lo lleva en la sangre como un juramento a su lealtad de fanático que arremete contra el orden social democrático.
En esa Organización tiene su origen el partido Primero Justicia de Julio Borges del que se ufana Capriles de pertenecer y representar, aliado a los viejos partidos Acción Democrática y Copey de donde le viene el hálito que destila en cada aparición pública que lo envuelve en lo nuevo de haberse descubierto como un adlátere de ellos que le pesa para separarse de lo viejo que le come la arrogancia de no poder salirse de más de lo mismo dentro de esa órbita partidista.
Cualquier día de estos de los pocos que faltan para finalizar la campaña electoral quizás, nos imponga un nuevo récord olímpico político y en vez de llamarse el candidato Capriles Radonski de la oligarquía: se haga llamar Usain Bolt como el más veloz de las mentiras sin galleta.
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