Capriles en la Calle del Hambre

Con buenas o malas intenciones, lo cierto es que, Capriles –el candidato de la derecha- después de recorrer y alborotar algunos pueblos de Margarita con el sol picante y, un calor incómodo de alegría: finalmente metió a toda la corriente oligárquica de seguidores que lo aclama ciegamente en la Isla con gorras petulantes y pitos ensordecedores en la Calle del Hambre en donde se sacudió y vomitó un conjunto de mentiras frescas con las que atapuzó el momento del pedazo de noche en que las estrellas celestes huyeron cansadas de más de lo mismo: en que el fulano que como líder del imperio y de la oligarquía pierde su tiempo en confrontar qué más decir que no haya dicho como ofrecimiento de lleve tres y pague dos al momento.

En Macanao se montó en un pollino y recorrió algunas de sus calles como un andarín de pueblo: saludo a las dos manos como el que busca algo que se le ha perdido que le dé vida y, un poco cansado del ajetreo con el animal inquieto y nervioso del extraño: lo tiró a tierra a engatusar a unos pocos pescadores que todavía creen en pajaritos preñados y, buscan buen viento dentro del futuro del candidato y, con mala intención: una dama alcahueta de Boca de Río que aspira ser su primera dama, le regaló una cotorra margariteña que habla papiamento trinitario de noche y, éste en cuanto pudo izó las velas de la retirada sin encontrar que más ofrecerles en su camino presidencial.

En dirección a Díaz después de pasar por Las Hernández y dejar atrás las Tetas de María Guevaras a las que fotografió y ofreció mejorar su perfil con un implante francés de corpiños especiales y por lo cual juró que algún día in short se tiraría un sancocho en sus senos con bastante ají dulce margariteño y topochos de la isleta que lo tienen loco de ganas y, respirando profundo siguió en la ruta del autobús del progreso con la música de hay “un camino”.

Una vez en Díaz, la algarabía era tal que no se oía casi nada, por lo que la alcaldesa se pinto de rojo y buscó para otro lado, lo que no hizo posible que una artesana de Fuentidueño le pusiera un sombrero de la victoria en espera sin tapa sol que lo emocionó tanto que juró que la próxima vez cantaría un galerón margariteño a dúo con el gobernador Morel que no dejó de alabarlo como el futuro presidente que encajaba bien al país por sus méritos pueblerinos con que disimuladamente engañan a los adecos-copeyanos de la isla.

Transcurridas horas de angustias de espera por el retraso en la reorientación del candidato de aprenderse algún pasaje importante que duermen a tantos pueblos de la isla, se aprendió parte de la composición de “La Lancha Nueva Esparta” y cuando la quiso cantar subiendo el Portachuelo cerca de Tacarigua lo que le salio fue “Los Chimichimitos”, pero como el coro lo siguió no hubo mal, mal puesto ni ensayado y algunos que no eran de él les quedo el consuelo de decir: por allí pasó el chimichimito de Capriles vía  La Asunción, llegándose a la jurisdicción de El Tirano donde se distrajo con ganas.

De conformidad con lo planeado en el recorrido por Margarita en horas de la tarde llegó a El Tirano, Antolín del Campo bien sudado, y pisando tierra se le acerca una mujer y lo bañó sin jabón diciéndole: ¡qué lindo eres! Y se le fue encima con unas ganas locas de tocarlo y no la dejaron con la sencilla respuesta: ahora no está disponible y, la dama como pudo se ofreció y aseguró estar dispuesta en casarse con él en suelo margariteño con velo y corona sin testigos y, que sí quería hijos, hijos les daba, lo que no fue oído por el candidato que en ese momento cantaba: “Soy feliz” entre varios pescadores que no querían coger fuera de borda nada que no fuera marino y, el candidato se comprometió sin esfuerzo alguno en tratar de acercarle los peces más a la orilla –siempre y cuando lo hagan presidente de todos los venezolanos- que con su empujón podían poner el autobús del progreso en Miraflores y les cantó con un cuatro desafinado: “Ese mar es mío” que sin condición alguna –les dijo: yo soy el camino, yo soy la esperanza y su futuro y se perdió de vista como siempre lo hace sin dar entrevistas y los perros margariteños se perdieron también de la isla: que de tanto cohetes que tiraron ayer: todos se fueron de rumba de miedo, menos Pastor Hyidra.

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Esteban Rojas


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