Lo que a continuación exponemos es una pequeña demostración de ese “amor”
que el majunche y la burguesía venezolana pretenden hacernos creer, sienten
por Venezuela y su gente.
Traemos el temas a esta columna porque nos resulta, por lo menos irónico,
que un miembro del clan RADONSKI aspire a ser presidente de la república
y sustente esa aspiración en “deseos de contribuir, entre otro aspectos,
con el desarrollo cultural y económico de la población”.
Nos resulta irónico porque los miembros de esa familia, a quienes solo
motiva el poder y el afán de lucro, le han negado por años a casi la mitad
de la población venezolana, el derecho a la distracción.
Muchos no lo saben, pero los Radonski (junto a otro grupo) son unos
miserables capitalistas que en su afán de lucro acabaron con una de las
tradiciones más apreciadas de nuestro pueblo como lo fue invitar a la novia
al cine o ir con la familia a ver una película los fines de semana..
No había un pueblo en todo el territorio nacional que no contara con una
modesta sala de cine donde se proyectaban las últimas películas del cine
norteamericano, mexicano, argentino y pare de contar. Ah, pero llegaron los
RADONSKI y como el barbarazo acabaron con todo.
La mayoría aceptó esa realidad con resignación y pocos se preguntaron por
qué dejaron de proyectarse películas en los pueblos. A todos les gusta el
cine, pero nadie parece entender por qué, por ejemplo, en el estado más
poblado del país (Zulia) sólo hay salas de cine en la capital.
Hoy, y gracias a los RADONSKI, una región tan extensa y con tantos
recursos económicos como la Costa Oriental del lago de Maracaibo
(conformada por Santa Rita, Los Puertos de Altagracia, Cabimas; Tía Juana,
Ciudad Ojeda; lagunillas, Bachaquero, San Lorenzo y Menegrande) no cuenta
con una sola sala de cine y el hecho se repite a lo largo y ancho del país.
De seguro, a estas alturas, estará usted preguntándose en que basamos estas
afirmaciones y como puede el majunche y su familia haber acabado con una
sana costumbre venezolana… permítanos explicarle.
Resulta que la familia del majunche es propietaria de uno de los dos
grandes monopolios que en Venezuela, controlan las salas de cine y la
distribución de las películas que en ellas se proyectan.
Ellos, valiéndose de su poder económico, vetaron a todos los pequeños cines
independientes del país y prohibieron (so pena de no proyectarlas en sus
salas) la distribución de las películas que mayoritariamente le interesan
al público.
Fue así como los cines independientes sobrevivieron un tiempo proyectando
películas pornográficas, chinas y viejas producciones del cine mexicano,
para al final sucumbir ante el poder de los RADONSKI y clausurar el
negocio.
Todas, absolutamente todas las poblaciones que no estén dentro del marco de
interés de estos pillos monopolistas no pueden ver cine, pues los RADONSKI
exigen afiliación a su cadena y una ubicación privilegiada dentro de un
gran centro comercial, que cuente, además, con feria de comida y otros
servicios… Algo, que por el tamaño de la población y de su economía, es
impensable para algunas poblaciones.
En resumen, si usted no habita en una gran ciudad, gracias a la familia
del majunche, tiene que conformarse con ver películas protagonizadas por
Santo el Enmascarado de Plata, Cantinflas, Resorte, Pedro Infante y otros
por el estilo.
Así piensan y actúan los que se llenan la boca gritando “como te quiero
Venezuela”.
arellanoa@pdvsa.com