A tres semanas de la cita electoral del 7 de Octubre 2012, me llamó la atención la conducta de engañadores que vuelven a irrespetar al pueblo. Verlos, oírlos y analizar su comportamiento deja una desazón patria que nos mueve a preguntarnos, a manera de crítica constructiva, por qué tanta tozudez en las evidencias, manifestaciones grupales e individuales, igual que inventados testimonios que dejan de lado la realidad de la razón, para sustituirla por ese inmenso odio hacia la política revolucionaria, por cuanto en ningún momento cabe en las explicaciones opositoras un poquito de humildad, ni siquiera porque se autodenominan "sociedad civil inteligente ". Acaso les será tan dificultoso recordar que rectificar es de sabios porque errar es de humanos, no les basta con sacar cuentas de la respuesta mayorítaria del pueblo votante respaldando la revolución, e insisten en dejarse guiar por cualquier invento de la ridiculocracia politiquera responsable de una campaña de truculencia electorera, para luego refugiarse en la siembra de dudas sobre el triunfo del Presidente Chávez, que les sacó una ventaja superior al millón seiscientos mil sufragios, 55,08 % a favor del líder revolucionario, por 44,34 % que prefirieon el aspirante oposicionista.
Podría seguir incluyendo cifras y motivos que vemos para comparar lo que era la Venezuela excluída hasta 1999, con lo que ahora disfrutamos, pero es suficiente argumentar que resulta inútil hacerlos pensar en forma revolucionaria, no para que dejen de hacer oposición a lo que tienen derecho, sino para el discernimiento y no seguir perjudicando su salud mental.
Es patético y peligroso el comportamiento de algunos responsables de imbecilidades propaladas, quienes inducen a un sector de la población a que repita consignas y argumentaciones alocadas, necios e imprudentes a quienes llamo "corifeos del desasosiego", pues la anomalía que vive un nutrido sector de venezolanas y venezolanos tiene sus cabecillas inspiradores, portavoces a través de medios de irreductible comportamiento opositor a ultranza, que finalmente fueron incapaces de inducirle a la masa televidente, lectora y oyente, que si prácticamente todas las encuestadoras daban ganador a Hugo Chávez, podrían tener un resultado adverso, creyendo que bastaría la excesiva propaganda del candidato opositor, el atosigamiento en mensajes y la sobreexposición del rostro y consignas del aspirante, para convencer la conciencia de un pueblo que finalmente por mayoría ostensible, más de ocho millones de mujeres y hombres no se comieron el cuento del "flaquito, expuesto cual champú renovado con vitamina publicitaria, supuestamente progresista".
La patria soberana, preocupada y patriótica le dijo una vez más NO, al marketing de los CORIFEOS: "personas que asumen la representación de otros y se expresan por ellos." Papel cumplido por ciertos personajes de una insufrible televisión, emisoras de radio y periódicos de descocada y radicalizada oposición, poco responsable.
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