Mientras que la hija de Iván Simonovis, le solicita a Nicolás Maduro, mediante carta abierta, que interceda por la libertad de su papá, quien está preso “por político oposicionista que defendió los derechos humanos de los chavistas y aliados”. El manganzón de Antonio Ledezma, le dispara por la red una bala fría que, como acusación y, tilde ensucia el desempeño de Maduro y, del camarada Raúl Castro, a quien él jamás alcanzará ni moral ni políticamente como ser humano y, líder dedicado a solucionar los grandes problemas que padece el pueblo cubano. En cambio Ledezma ha vivido, a expensas del Estado venezolano, desprestigiado como un vulgar e indigno individuo, enredado en corruptelas que, lo ha llevado a acumular durante años bienes mal habidos y, de venderse sin ataduras a los adecos y copeyanos y, actualmente se recrea lamiéndole los funículos del jalabolismo a los líderes de PJ a ver que buen provecho de atención les saca.
Antonio Ledezma en su vaguedad política que envilece la lógica de la convivencia pacífica de país: lanza un dardo envenenado de odio y frustración, cuya función implícita como repudio es encaramar al vicepresidente Nicolás Maduro sobre los hombros de Raúl Castro y, en ese afán de hacerse una madre paridora impúdica se planta en el cajón de picheo y con la seña en el buche de su cerebro embotado ataca confianzudamente cuando, lanza en público una pelota de inmundicia tratando de ensuciar las buenas relaciones humanas entre los dos líderes y los dos países.
¿Y, qué fue lo que dijo el aristócrata de Ledezma? –Textualmente, escribió-: “Prefiero ganar o perder luchando por mi país, con dignidad de venezolano, que ser un sargento sumiso de Raúl Castro”.
Frase que embuchará a la historia Universal en grado sumo de gratitud exponencial y, que en retribución tiene que recompensar a este insigne hombre como luchador persistente con un maletín de volutas que encajen en el engranaje de su entelequia con un rescoldo de grandeza a su figura pretoriana, en que los sargentos del mundo le rindan su ambición de defender la valentía que lo trepa en las travesías del conocimiento con “guantanamera” como fondo musical.
Habrá de creerse y ver tremenda argucia que descompone el lenguaje con una habilidad increíble de pensamiento que remonta edades y, martiriza la fonética cubana y le da un puntapié de lástima al mismísimo Maduro por defender el patrimonio de la cooperación entre dos pueblos hermanos que a Ledezma le lleva a la repulsa de una mala asociación que lo entrega en desvelos de que jamás él ha sido un permanente sumiso en busca de consuelos de apoyo y, como tal su furia se va de paseo a los atardeceres que se pierden de vista al recordar cuando emulaba a CAP.
¡Maduro en que desgracia has caído Nicolás! Te salió una penitencia de mal humor que contrasta tu paciencia y te limita al castigo eterno en que lo romántico se fue de bruces y, tu enredo es tal que la oposición no te quiere cerca promoviendo razones revolucionarias y, quizás más cerca del Norte hilando fino con la rueca de su complacencia y recogiendo los aplausos de la debilidad de la dependencia de la que Antonio Ledezma come en él mismo plato con una desvergüenza que se lleva por delante sus flaquezas de un buen apátrida forrado de ambiciones que no lo enlutan de cobarde sino de traidor al ideal bolivariano y, aún así te quiere dar lecciones de patriotismo. ¡Vaya cinismo!
En la selva de la política siempre habrá monos que no se ven el rabo de su entrega servil y, por ahí anda el rector Vicente Díaz, ufano de pajúo, ya que lo demás para él es paja como precisa en su artículo reciente, pero así son ellos que dios los cría y el diablo los junta, para desgracia del pueblo venezolano.
¿Entonces, Nicolás, eres un sumiso chavista pro cubano o pro cubano chavista?
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