Cuando se habla de los males del capitalismo pareciera que sólo se refiriera a una palabra o a un concepto completamente despersonalizado, como si aquel no estuviera relacionado con una o muchas personas. Los grandes problemas por lo que está atravesando el planeta tienen responsables: los oligarcas, es decir los dueños del dinero o de los grandes capitales. Desde la edad media y quizás muchos siglos atrás los ricos están vinculados a todas las ignominias cometidas contra el prójimo. Tales protervos estuvieron en un comienzo, localizados en diversas regiones, agrupados en reinos y amparados por los gobiernos y la religión. Durante la monarquía los ricos europeos, blancos y cristianos cometieron todas las tropelías habidas y por haber, avasallando y apropiándose de los ajeno. Lo expresado no es un sentimiento chauvinista, ni tampoco racista, mucho menos antirreligioso. Para corroborar lo afirmado basta seguir la lectura de este artículo.
El feudalismo hace su aparición cuando los jerarcas de la iglesia católica reciben de los reyes inmensas cantidades de tierras para fundar conventos y seminarios. Tales posesiones debían ser trabajadas y para esto reclutan a los más pobres, muchos de ellos analfabetos, muertos de hambre, alejados de las urbes dado el miedo a la peste que estaba acabando con la gente de Europa. A tales menesterosos los convierten en frailes para que trabajen la agricultura y pastoreen el ganado, a cambio solo de una mísera comida, vino e insalubres aposentos. Como se nota, la iglesia tenía campesinos (clérigos) laborando como verdaderos siervos, dado que el régimen feudal esclavizó a los hombres.
La peste en Europa aparece cuando los Cruzados regresan de la Tierra Santa en sus ambiciones de conquista del medio oriente. Al retornar a los puertos europeos en sus navíos viajaban las ratas portadoras del virus de la muerte. Más tarde, durante el Renacimiento, en sus insanos barcos provenientes del extremo oriente con mercancía para que los ricos se hicieran más ricos, viajaban también, como huéspedes, las ratas portadoras del virus de la peste. Así legó la epidemia a Venecia, Génova y se regó por toda Europa. Es decir, los ricos europeos, blancos y cristianos, en su afán de buscar fortunas llevaron hacia su tierra un mal que acabó con una cuarta parte de la población europea.
Quien puede negar que los ricos europeos, blancos y cristianos fueron los responsables de la colonización de América, África, Asia y Australia. Secuela de de esta ignominia: millones de muertos, pueblos y patrimonios culturales desaparecidos por completo. Detrás de la intención de llevar la verdadera Fe lo que en verdad se perseguía era apropiarse de las tierras, los minerales y todo aquello que produjera riqueza. De igual modo, los ministros de Cristo se prepararon para atraer a esos pobres e ignorantes paganos a la Fe cristiana.
La esclavitud fue consecuencia de la colonización. Los europeos ricos, blancos y cristianos en su afán civilizatorio, es decir, el de aumentar su capital, trajeron de África más de cien millones de negros para que le trabajaran gratis. Buen negocio para los perversos: mano de obra no remunerada y materia prima robada.
La colonización y la esclavitud trajeron como resultado hambre y extrañas enfermedades en diversas partes del planeta, dada la cruenta explotación económica a la cual sometieron las tierras conquistadas. Secuela de la cantidad de africanos que venían apretujados en los barcos negreros y de los marineros que operaban estas naves, agregado a esto los miles de esclavos que trabajaban en las plantaciones, aparecen en América enfermedades y epidemias desconocidas tales como: la viruela, tuberculosis, infecciones venéreas, el escorbuto, la pelagra, el beriberi, raquitismo entre tantos males que acabaron con la población aborigen y de color. Esto, debido a la mala alimentación, falta de higiene y al trabajo arduo al cual fueron sometidos los aborígenes y esclavos. Así funcionó la colonia y la esclavitud durante más de cuatros siglos impuesta por los ricos europeos, blancos y cristianos para hacer más dinero.
Los europeos ricos, blancos y cristianos fueron responsables del monocultivo al que obligaron a las colonias americanas y luego, a las africanas, asiáticas. En los tiempos futuros tal práctica causó funestas consecuencias que impidió desarrollar las economías de las colonias.
Posteriormente al inicio de la Revolución Industrial (finales del siglo XVIII y principios del XIX) los ricos blancos y cristianos de Inglaterra, Portugal, Bélgica, Alemania, Francia, Italia, Portugal tendrán en sus almacenes un excedente de mercancía y cuál mejor sitio para exportarlas que sus colonias africanas: 40 millones de clientes. El resultado de esto fue una sobre acumulación de capital. Tales acciones impedirán que tales naciones subyugadas alcancen su desarrollo. Aunado a lo anterior se inicia, por parte de esos señores, la búsqueda y control de las fuentes de materia prima, uno de los factores para la construcción del imperialismo.
Que mejor salida del capital sobrante que los países atrasados, es decir las colonias de los ricos europeos, blancos y cristianos. Estos pueblos necesitaban ferrocarriles, luz eléctrica, carreteras, gas, entre tantas de las necesidades de esas regiones. Por fortuna para los ruines, las colonias eran ricas en recursos naturales y obtenían a través de los gobiernos imperiales concesiones de minas y plantaciones, zonas coloniales en el que el capital excedente tenía oportunidad de para inversiones fructíferas. En los habitantes de la colonia tenían o campesinos, obreros, artesanos, etc. que cobraban salarios de hambre y materia prima robada. Fruto de estas grandes inversiones los cicateros europeos lograron grandes ganancias. Es decir, el capital siguió creciendo en menos cabo de las colonias. Lamentablemente, esas enormes ganancias tampoco llegaron a las poblaciones pobres europeas que tenían grandes necesidades.
Pero los oligarcas no se conformaron con los lucros y comenzaron a pelear entre ellos por la conquista de nuevos territorios en África y Asia; así se desatan las guerras. La Primera Guerra Mundial la conciben sólo trescientos ricos europeos, blancos y cristianos representantes de los grandes imperios que dominaban las colonias africanas. El desenlace de tal ignominia fue una lúgubre vorágine: más de cuarenta millones de muertos, mutilados a granel, miles de viudas, huérfanos, territorios devastados y un nuevo ordenamiento territorial.
El nuevo ordenamiento se hizo bajo la concepción de los monopolios, un invento proveniente de la época medieval. Para qué pelear por los precios de las mercancías si los oligarcas podían cartelizar el mercado. Es decir, controlar el abastecimiento de un artículo y controlar el precio para evitar la competencia. En un principio se hizo en el ámbito nacional y luego en el internacional. Nacen así los grandes “trust” financieros e industriales.
Quizás las cosas no sucedieron en el orden cronológico señalado. Después vinieron las alianzas de las industrias y las finanzas buscando mercados para los productos y el capital, otra fuente principal de imperialismo. En las faltriqueras de los oligarcas había una de bola de billete y tenía que emplearse. Inventaron el FMI y BM para prestarles a los países que ellos subdesarrollaron y así continuó creciendo la bola de billete. Ya en la cofradía no estaban sólo los ricos europeos blancos y cristianos, con el tiempo se incorporaron los oligarcas de los EEUU que llevan la batuta actualmente y así como también, los ricos rusos, chinos, los de la India, de Noruega, los brasileños, entre tantos sin importar la nacionalidad, el color de la piel ni tampoco la religión…bueno si, la única que les importa: la religión del dinero. Secuela de esto la contaminación ambiental, el calentamiento global, la obesidad, la destrucción de los bosques, más hambre, más pobreza y más guerras.
Faltaría espacio para seguir presentando las llagas nauseabundas de una clase social que lo único que les interesa es el dinero a montones. Había que enfrentarla algún día. Primero comenzó Bolívar y otros patriotas, siguió Fidel y luego continuó esta obra el camarada Hugo. Larga vida a mi comandante.
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