En “La Noche Boca Arriba”, uno de sus cuentos memorables Julio Cortázar, narra dos historias paralelas que transcurren, una en la realidad y la otra en la supra realidad que se instala más allá del sueño, y que por un azar de la vida termina siendo la verdadera.
El relato empieza con un epígrafe sobre la guerra florida, que no es más que la lucha sagrada entre los hombres por dominar a los adversarios y tomar sus características, es decir tomar una cualidad que otros seres poseen y hacerla nuestra.
Este tipo de guerras librada por los Maya era una especie de rito sagrado, que durante muchos años se mantuvo en las tradiciones de los pueblos de Suramérica. Lo sorprendente del relato de Cortázar, es su capacidad para convencer al lector a partir de la instalación de una realidad.
El simbolismo de estas guerras expresa la lucha por el control de la espiritualidad, y no es extraño que algunos principios filosóficos de estas contiendas sean trasladados al campo político utilizando las nuevas tecnologías.
Es así como la oposición venezolana ha pretendido desde hace mucho tiempo, instalar en el país, utilizando el poder de los medios de comunicación, una especie de realidad Cortazariana, que le permita imponerle al resto de los venezolanos otra visión del país.
La contienda que libra la oposición contra Hugo Chávez, va más allá de la tradicional lucha por el control del poder político, y se ubica perfectamente en el campo de una guerra espiritual, que intenta tomar las cualidades de Chávez, y hacerlas suyas, es decir apropiarse del liderazgo de comandante.
Es por eso que Capriles Radonsky, ha hecho tantos esfuerzos por parecerse a Chávez, apropiándose de símbolos, frases, discursos y propuestas, porque psicológicamente el combate se está escenificando en la simbología, por eso no hay dudas de que contra Chávez, se libra una especie de guerra florida que se evidencia en el tratamiento inescrupuloso y miserable de la oposición contra un Chávez enfermo.
Espiritualmente Chávez debe ser suplantado en el imaginario del pueblo, porque la energía espiritual del comandante, es una fuerza motriz que moviliza a las masas, por eso sus enemigos están obligados a tomar sus cualidades, y a mostrar toda su miseria humana en la guerra que se libra en esta realidad.
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