Este príncipe del oráculo infernal de fe inmadura: es un experto en mentir y tiene la dicha de dejar caer al vacío un ensarte de necedades que lo hacen decir a todo pulmón como daltónico opaco que es, que: “En Venezuela hay un solo color que es el tricolor”. Esto parece más bien una mollejera de un mollejúo de la MUD.
¿Será verdad que Capriles tiene un posgrado: de cómo mentir sin ser mentiroso? Y, además se dice que Guillermo Aveledo le enseñó a conjugar el verbo madurar y, que pasó muy malos ratos al llevarlo con paciencia en sus lecciones de conjugación, ya que aquél siempre se equivocaba y repetía con afán leal, yo soy maduro y, dicen que allí salió la canción kuduro y, mire que le ha costado sacarse del alma al candidato Maduro que lo bajó del autobús del progreso y ahora: maneja para el pueblo en un metrobús.
Razón tenía el presidente Chávez cuando afirmo que, ese majunche no gobernará a Venezuela ni en mil años y marcado quedó para pagar penitencias de líder político: hasta que el Departamento de Estado lo desee y, los serviles adecos recen por él.
El mejor seguidor que tiene Nicolás Maduro actualmente: se llama Capriles, porque a cualquier hora del día y de la noche lo nombra como su ángel de la guarda y han sido tantas las veces de lo que va de campaña que ya lleva sus millones y más y, además, lo hace con tanto efecto electoral que Maduro cada vez se le aleja más que molesta tanto a Capriles que lo llamó Toripollo machista y, como un desprecio quisquilloso en la disputa presidencial optó, por llamarlo Nicolás y, cuidándose de su enemigo universal poco lo recuerda, porque teme que después de muerto lo derrote como en vida, por lo que se pregunta a lo Carlos Fuentes, qué, es más importante, la manera de vivir o la manera de morir y, como él sabe que Chávez no murió para siempre, trata de obviarlo.
Capriles durante la campaña electoral, rumbo al 14-A, se ha convertido en un fenómeno reductor de la risa que son pocos los que le hacen caso, aunque él siga habla que habla con el muerto de la derrota encima que no le da tregua y, lo mantiene en un callejón sin salida, lo que lo lleva al igual que sus seguidores a tratar de desprestigiar al CNE y, con un caradurismo sin precedente de los sueños mal concebidos mandó, a María Corina, a Colombia a buscar votos de confianza y apoyo de los legisladores colombianos y, ella, ejerciendo el papel de embajadora libertaria del futuro gobierno de Capriles en un abre boca de confianza expreso y afirmó que, “la paz de Colombia requiere para ser sostenible, estable y duradera, de un gobierno democrático en Venezuela”. ¡Qué elocuencia de dama oligárquica!
Mientras, Capriles, se desenroscaba de malos pensamientos y malas acciones del Gobierno: desembuchaba en público que, “un grupito se roba los reales de los venezolanos” y, que a Nicolás no lo quieren en el PSUV y, que le iba a mandar un mapa a Nicolás –que vive pendiente de él- para que sepa donde queda Valle La Pascua, ya que él llega más rápido a La Habana que aquélla ciudad y, aseguro que dios hizo a Venezuela una tierra bendita, pero, no dijo que, para nuestra desgracia sin ser culpa de dios: tenemos la oposición más infame y más mediocre del mundo, incluyéndolo a él como incapaz, desleal, inmoral, ladrón, canalla con un destino perverso de confundir a una parcialidad de traidores, apátridas y vividores, iguales o peor que él que los junta con el mismo fin: arrasar con Venezuela y ponerla al servicio de un imperio y del neoliberalismo mundial.
Y, así pasa el tiempo Capriles de mentira en mentira. Tirándole a Nicolás Maduro todo lo que le venga en ganas como el culipollo que no ha dejado de ser.
Y, lo que él no sabe es que nosotros hacemos como don Quijote, estimamos más un diente que un diamante, porque tenemos vergüenza y tenemos a un líder a quien cuidar de por vida, aunque no esté presente, será para siempre el que nos guiará a través de Maduro para continuar con el proceso.
Y, a Nicolás Maduro con Bolívar, le decimos, “siempre se debe creer lo contrario de lo que diga el enemigo”.
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