El que me llame fascista: le toco la cacerola
¿Qué es eso de fascista? Fascista es el que se viste de rojo y está con el Gobierno y, visita un CDI cuando se enferma. Fascistas son los huérfanos de padre o madre que quedan desamparados cuando le asesinan a uno de ellos (padre o madre), vilmente. Fascista es el que es acosado por una turba enardecida de odio. Fascista es el que resuelve los problemas de otro por su bien. En general, fascista, es todo aquel que es chavista y como mayoría no deja gobernar a la oposición. Más claro no puede ser. Imposible.
Queda ahora al descubierto que Venezuela cambió y, que la mentalidad de los líderes opositores es un carnavalesco y brutal empecinamiento de decir o hacer lo contrario a las normas de convivencia ciudadana que ellos (humanistas) desactivaron desde hace muchos años: apegados a las más injustas razones políticas hasta tanto no alcancen una parte del poder del Estado que satisfaga lo que complementará la función del neoliberalismo que a ellos les place.
Entonces, si no se les complacen sus exigencias, siempre habrá un motivo que incentive sus caprichosos deseos y si éstos son ignorados se acaba el tatequieto y, con una arrogancia de burguesitos viene la orden como un decreto de retaliación bien afinado: “Todas las noches de las 8 pm en adelante suénense las cacerolas como armas no destructivas que han de enderezar las arrecheras atrincheradas en la oposición contra los chavistas y, si en cualquier otro momento en que la oportunidad lo exija con énfasis persuasivo de contraofensiva: deberá de inmediato hacer uso estridente de su cacerola, por lo que se hace necesario que la cacerola debe tenerse a la disposición de la mano en su trabajo en el colegio en la universidad y, en cualquier parte de su convivencia obligada en que la “olla guerrerista” núcleo-represiva de resabios le tiene que acompañar”. Y, si quiere evitar incidentes de pertenencia en un momento de activación prolongada tendrá que ir a una notaría pública a registrar su “arma” de beligerancia sonora-expresiva. Recuerde que ser precavido es estar más acerca de la auditoría por venir. ¡Paciencia!
Se hace del conocimiento público con la necesaria necesidad de opinión de asesoramiento que haga posible reforzar las ideas de la comisión que se ha nombrado para que, a la brevedad posible presente el basamento configurativo de la oposición con que se ha de acudir a solicitar la inclusión del “toque de cacerola dimensional” en los próximos Juegos Olímpicos en Brasil-Río de Janeiro en 2016, en que los atletas a participar tienen que ser representantes de la oposición y, de una vez felicitamos a JB y al secretario de la MUD por tamaña hazaña que rompe los desniveles de un acercamiento deportivo que le dé una esperanza mundial al caprichoso.
Y, no olvide que usted está en su derecho de hacer las observaciones que a bien tenga dentro del enredo electoral que, la oposición no ha dejado de plantear de la mejor manera posible de atracción a la unión sin “peso de gravedad” y, que son otros que con sus actos escuálidos han tratado de perjudicar la armonía de “acaparamiento” que siempre ha llevado adelante la MUD y últimamente el Comando Simón Bolívar.
Por demás está decir, lo que siempre se ha dicho, que no se quiere guerra ni enfrentamientos, ni nada que se parezca a una ofensiva comunicacional que atraiga inconformidades con sus publicaciones que jamás saldrán en primera plana para no incitar al descontento poblacional y, se ha jugado por demás en el diálogo fresco, cariñoso, comprensivo, leal y, de acercamiento al futuro de Venezuela que no se puede poner en peligro y, más si eso afecta al ex candidato de las minorías que en cualquier momento puede ser mayoría como son su sanos deseos imaginativo desfigurado.
No podía faltar en estas horas aciagas de incertidumbre irracional en que el Gobierno no quiere dar su brazo a torcer de alistamiento confraternal que capacite al caprichoso de más fuerza política de destrucción palabrera en que el buen juicio del cardenal Urosa Sabino sale flote cuando, nos aconseja con sapiencia cristiana: “Es necesario resolver esta crisis, hay que bajar el tono”. Bravo cardenal que dios al fin lo iluminó, pero no nos dice cómo bajarle el tono a las cacerolas de Capriles.
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