Pildoritas 75 (año VI)

Algunas reacciones sobre: “Mi vecina, una cara de la moneda”

Esta vez, voy a dejar que algunos de mis lectores, a quienes les agradezco sobremanera el honor que me hacen, se expresen y aporten sobre una realidad que como dije en mi articulo es muy común en todo el país.

Por la vía de los ingratos y vividores que han sido recibidos por nosotros con los brazos abiertos y aquí han encontrado lo que en sus países les fue negado, se fue buena parte de los votos que nos hicieron falta para que la brecha hubiese sido mayor, la causa está en que hemos fallado al no encontrar la forma de llegar a esa gente con una comunicación efectiva, que permita desmontar el daño que los medios de la derecha le han hecho a muchos al invisibilizar la enorme obra de gobierno de la Revolución, pero además inculcar en sus mentes y corazones sentimientos de odio.

Comparto con mis lectores los contenidos de algunos de los correos que he recibido a raíz de la publicación del artículo.

Aquí el contenido de dichos correos:

De Ricardo Agudelo desde COLOMBIA

Estimado compañero Saúl:

Leí con atención su nota publicada en Aporrea. Lo primero que debo decirle es que lamento profundamente los hechos narrados por usted; en segundo lugar, le expreso mi solidaridad y mi total vergüenza como colombiano por el hecho de que esa mujer (a la que de ninguna manera puedo llamar compatriota) se haya apropiado del esfuerzo de los venezolanos y se haya beneficiado incluso por encima -como bien lo señala usted- de auténticos venezolanos y venezolanas que lo merecen mil veces más que ella.

La conducta inaceptable de esa colombiana me hace recordar un acontecimiento que vivimos en la tristeza tanto ustedes como nosotros Fue en la época aciaga del gobierno nefando de Uribe Vélez, cuando este fascista estuvo a punto de provocar un conflicto armado con la hermana Venezuela, obedeciendo a las instrucciones de la CIA y de la derecha internacional. Como bien recordará, se produjo el cierre de fronteras y en medio de la crisis se restringió, como debe ser en mi criterio, el contrabando de combustibles desde Venezuela que afectó a gran número de familias del lado colombiano que viven de ese negocio ilegal como consecuencia obvia de la desatención, el desdén y la irresponsabilidad de los gobiernos de Colombia que nunca se han preocupado por ofrecer alternativas de sobrevivencia económica a sus nacionales que habitan esas regiones. Cuando inició el desabastecimiento de gasolina a los precios irrisorios que se dan en Cúcuta y el resto de las zonas fronterizas, no faltó el senador (del Partido Liberal, Juan Fernando Cristo, para ser más preciso) que, indignado, "exigió" al gobierno del presidente Chávez que "garantizara" el flujo de combustible, y de contrabando para más veras, como si esa fuese una responsabilidad de un gobierno distinto al colombiano, más aun cuando este país produce cerca de un millón de barriles diarios y posee enormes riquezas minerales en su subsuelo, sólo que a disposición de las multinacionales norteamericanas y canadienses y no para el bienestar de su propio pueblo.

Me permito esta referencia sólo para corroborar el verdadero alcance de la actuación de estos vividores de la ultraderecha. Ellos están convencidos de que los recursos de un país son para el disfrute exclusivo de una camarilla de bienaventurados que nacen en cuna de oro y para satisfacer el apetito de dádivas de sus amigos y contertulios. Por eso es que cuando dominan el poder político y económico, la riqueza inmensa de una nación no alcanza para todos y todas, sólo para unos pocos privilegiados y para los dueños de sus conciencias y de sus actos, es decir, los representantes de los imperios.

Lo ridículo, risible y contradictorio de todo esto, como bien usted lo comenta, es que personas como esta colombiana tuvieron que salir de su país (hay cerca de 6 millones fuera de su patria) debido precisamente a que sus líderes adorados jamás les garantizaron oportunidades de desarrollo personal ni de bienestar social y económico. Sólo por reafirmar este concepto, le comento que hoy la prensa colombiana ha revelado que 68% de la población activa labora en condiciones de informalidad (sin salario fijo ni estable, sin prestaciones sociales, seguridad social ni garantías ni derechos laborales); otro 10.2% vivimos en el desempleo. Así las cosas, sólo 21% de colombianos y colombianas tiene un trabajo relativamente digno con todas las condiciones que debería proteger la ley.

La intención real de esta larga comunicación es intentar desagraviarlo a usted y a todo el pueblo venezolano (incluso el que votó por la derecha) respecto de la conducta mezquina y vil de una ciudadana de otro país que usufructúa los logros de la revolución y del pueblo venezolano y que no sólo mal agradece ese gesto magnánimo, sino que muerde de forma insensible e inconsecuente la mano que le da de comer. Le confieso que al leer su nota me sentí totalmente indignado.

Sepa, finalmente, que no sólo desde Colombia sino desde todos los rincones del planeta, personas como yo damos batallas diarias en defensa de la verdad de lo que ocurre en Venezuela y que luchamos en nuestros respectivos países para conquistar nuestra definitiva independencia y alcanzar, mucho más temprano que tarde, las condiciones necesarias para que nuestros pueblos vivan en paz y rodeados de los beneficios materiales y ambientales que los seres humanos tenemos que reclamar hasta la muerte porque son de todos y todas; entre todas y todos somos capaces de proveérnoslos en situación de igualdad, dignidad y respeto. Hay una frase de Mahatma Gandhi que acude en defensa de este argumento: "La tierra tiene suficiente para satisfacer las necesidades de todos y todas, pero no las ambiciones de unos cuantos".

Con mis sentimientos de fraternidad y total solidaridad,

De José Martínez, Sr, desde Maracaibo

Estimado Prof. Saúl Molina:

Reciba mi acostumbrado saludo y mi mayor respeto.

En relación a su interesante articulo, le informo que compartimos situaciones bastante similares, pues vivo aquí en Maracaibo, en el mismo conjunto residencial desde 1998 y en el cual soy orgullosamente el único chavista y por lo que tengo que sobrevivir la estruendosa y violatoria contaminación sónica de las cacerolas, y regularmente veo a mis vecinas, que nunca han trabajado y mucho desprecian a nuestra revolución y gobierno invariablemente recibir su pensión de vejez, y disfrutar todos los beneficios que hasta hace apenas (15) años les estaban totalmente invisibilizados. Veo además como su descendencia recibe, del programa estadal de becas FUNDALOSSADA (antes JEL), las ayudas y becas de estudio en universidades privadas (URBE, URU, JGH, LUZ, Etc.) anteriormente reservadas para los hijos de las clases más pudientes de aquí del Zulia.

“La ingratitud es la prerrogativa de las masas”. Mohammed Rezha Pahlevi. El entonces Shah de Irán al ser echado, padeciendo de cáncer terminal, de su país.

Fuerte abrazo.

José Martínez, Sr.

De Mónica Hernández desde Caracas

Reciba mis saludos camarada Saúl Molina, soy una más de sus lectoras. Su artículo Mi vecina, una cara de la moneda, es la historia real del diario vivir de cada revolucionario; resido desde hace años en una de las urbanizaciones del Este de Caracas, imaginará las múltiples proezas que hacemos los bolivarianos para soportar los horrores de una comunidad enloquecida disociada y que lamentablemente es la gran mayoría por estos lugares. Lo de la mujer colombiana uribista que usted menciona, están por todas partes, hasta las domésticas, las explotadas por el panadero ,etc.,los kioskos de venta de periódicos, son de colombianos uribistas, las líneas de taxis , realmente son un verdadero peligro; estamos invadidos ,son ingratos y violentos. Quizás pueda parecerle que sufro de xenofobia, nada más alejado de mi, sólo que, ante tanta evidencia, hay un rechazo por lo malsanos que son.

Bueno camarada, disculpe haber interferido su tiempo. Lo felicito por su artículo, debemos decir las cosas de manera directa y sencilla como lo ha hecho, así entendemos mejor el por qué tenemos que defender esta Revolución hasta con nuestras propias vidas. Saludos, Mónica

De María Auxiliadora Pérez Guadarrama

Mi vecina, una cara de la moneda

Estimado Camarada

No entiendo el odio de los extranjeros, sobre todo el que los colombianos le tienen a Chávez y la Revolución, así como su vecina yo tengo un empleado colombiano que después de 40 años de estar en el país vino a tener cédula, pasaporte y nacionalización con este gobierno, tiene dólares porque negocia con las remesas de divisas que le permitimos los venezolanos enviar a su familiares (compra los cupos) se acaba de operar los ojos de cataratas GRATIS. Parece que después de tanto tiempo se le olvidó las razones de miseria por la cual se vino al País, que todavía no han cambiado en Colombia. Porque aún se siguen viniendo colombianos a trabajar a Venezuela y si no pregunte en las playas, todas las personas que ejercen la buhonería son de Colombia van y vienen, nunca dan nada solo sacan y sacan. La intolerancia ha llegados a tal extremo que un amigo que esta suscrito a Facebook tuvo que retirar la cuenta porque se le ocurrió hacer un llamado de paz, y reflexión mas vale que no, las ofensas eran de tal magnitud que se vio obligado a tomar esa decisión. Ese es el País que ellos quieren, !!! PUES NO ¡¡¡¡ ME NIEGO A REGALARLO, TENEMOS QUE UNIRNOS, UNIDAD, UNIDAD, UNIDAD----PAZ, PAZ, PAZ-

PD. Claro usted sabrá disculpar, hoy no estoy tan pacifica, agarraría a unos cuantos por el cuello.

María Auxiliadora Pérez Guadarrama.

Como podrán ver lo que a mi me pasa es muy común, y si sumamos a ello la gran cantidad de personas que viven en Colombia con doble nacionalidad y vienen a votar contra la Revolución, en cada elección, podremos decir que, con pocas excepciones, la mayoría de colombianos que se benefician de nuestra hospitalidad, son una carga para nuestra economía y un sector al que habría que prestarle atención, con estrategias puntuales que puedan contrarrestar el daño que le hacen al Proceso. Claro hay excepciones pero son las menos.-


saulmolina2006@gmail.com


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Saúl Molina


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