Las encuestas, en las ciencias sociales, han devenido en instrumentos muy importantes para ponderar y analizar aristas de la realidad social que se busca investigar. Sirven para medir aspectos de la realidad, no la totalidad social que por sus múltiples determinaciones resulta, sencillamente, inaprehensible; pero la encuesta como instrumento de medición sirve para captar y precisar instantes, trazas, estampas, tendencias de una situación determinada en un momento determinado.
De tal forma que la encuesta se ha convertido en un instrumento auxiliar de gran apoyo para el análisis y el trabajo político, sin que ello implique, que ha de considerársele como santa palabra; los datos que aporta una encuesta, simplemente, son elementos a considerar, hay que saber leerlos y valorarlos a la hora de trazar orientaciones para el desarrollo de las políticas a seguir.
Todo esto viene a cuento, porque la encuestadora Hinterlaces, que goza de amplio reconocimiento por la seriedad y asertividad de sus estudios, acaba de hacer público un último informe en el que se destacan datos de sumo interés, como es el caso de que el gobierno del presidente Nicolás Maduro tiene un 58% de aceptación (11% que la valora como muy buena, un 24% como buena y un 23% como regular para buena) en la ciudadanía.
Revelándose, además, como un elemento digno a tomar muy en cuenta el que la mayoría de los venezolanos pondera a los problemas personales o a su situación económica como de atención prioritaria por encima de lo político, a diferencia de otros momentos de la historia reciente del país, es decir, nuestro pueblo asume o requiere que se le dé respuesta a los problemas que repercuten en el desenvolvimiento de su vida cotidiana, como es el caso de la inseguridad, el desabastecimiento, la inflación, el acaparamiento de productos, etc.
De estos dos elementos, se extrae una inferencia clave a la hora de abordar el análisis de la situación actualmente planteada, sobre todo, tomando como marco referencial los resultados de las elecciones presidenciales del reciente mes de abril, en las que la diferencia (51 a 49) entre los dos principales contendientes fue, apenas, de dos puntos a favor del candidato bolivariano, pues bien, transcurridos los primeros 100 días del gobierno de Nicolás Maduro, ya las encuestas arrojan unos indicadores que señalan lo afirmativo de su gestión expresada en los niveles de aceptación que tiene en el seno de la población y, por supuesto, en contrapartida, el rechazo que genera la estrategia política que ha desarrollado el candidato perdedor.
Mientras Nicolás Maduro, sin descuidar lo propiamente político, se ha concentrado, junto con su equipo, en atender los problemas concretos de la gente, demostrando, además, que los conoce, que no les son ajenos, desplegando una intensa labor a través del Gobierno de Eficiencia en la Calle (61% de aprobación popular), con el Plan Patria Segura, dándole respuesta a la inquietud general de la inseguridad, con la aplicación de medidas que apuntan a contener para luego abatir la inflación, el combate al acaparamiento desestabilizador de productos, activación plena de la Misión Vivienda Venezuela, del combate efectivo a la corrupción, etc; es decir, evidenciando y reafirmando preocupación por los problemas concretos del pueblo, siguiendo los lineamientos trazados por el Comandante Chávez, logrando, con ello, acentuar la confianza en la ciudadanía de que si es posible avanzar en la solución de los problemas y en el mejoramiento de las condiciones de vida; todo lo cual explica ese remontar de siete puntos, en apenas 100 días, en la aceptación y aprobación de los venezolanos y venezolanas.
Por su parte, en contrapartida, Capriles, dedicado a conspirar, a intentar mal poner al país en el exterior, sin presentar propuestas convincentes a los problemas de la gente, va palo abajo; definitivamente la conspiración no deja dividendos, pero por su obstinación y por el apremio imperial, Capriles, no logra entenderlo.