¡Ay, papa Francisco! ¿No conoce mi gran sufrimiento ni el tamaño de mi
agradecimiento por la oportunidad que me da de desnudarme
espiritualmente y quedarme con la saya de la inocencia encima, lejos
de usted? No mas Capriles correr la voz y pasar la orden, al
prestarse de mensajero intermediario, ad honórem, de recibir todas las
cartas que a bien los feligreses católicos quisiéramos escribirle y
enviarle con él. No lo pensé dos veces y, me dije con devoción y
emocionada a sabiendas que tenían el visto bueno por debajo de cuerda
del cardenal Urosa Savino como tutor de aquél, éste es mi turno y lo
ejercí.
No le miento a usted, papa Francisco, si le digo que me agarraron
fuera de base y me pusieron a correr, y a practicar letra y
ortografía, antes del maratón en que me iba a involucrar con su
persona en este asunto, por demás nunca visto, ni desarrollado por
nuestra iglesia que lo que hace es pedir y pedir a como sea, sin darle
nada a cristiano alguno que no sea la extremaunción cuando estamos
casi boqueando no de felicidad, se imagina cómo.
Lo cierto es que el comienzo fue duro, ya que no encontraba cómo
entrarle y, cada vez que me metía a empezar me sentía tan nerviosa que
parecía una máquina de coser zigzagueando con el lápiz mongol en
tropel sin acentos ni mayúsculas y, si no es por el Negro Felipe,
todavía estuviera en penitencias gramaticales, pero me envalentonó y
después de echarme un guatacarazo de caña blanca con miel conseguí el
camino de dios y a mi escritura me remito con franqueza de la que ha
vivido y comido lo que estas manos me han dado y, tal cual, era mi
deseo no me paso de la raya invisible desde Roma hasta acá que hay
entre los dos.
Si no fuera franca con usted, ¿entonces, no tendría sentido,
escribirle como me lo pidieron que fuera honesta y franca? ¿No le
parece? Y eso hice y mire que creo que me quedo corta en lo que podrá
apreciar cuando me lea y, sino lo hace, entonces lo consideraré peor
que Capriles, porque si usted está bien informado sabrá por distintos
medios que no son los de ellos que siempre mienten y tergiversan
dentro de su amarillismo petulante y decadente que ensombrece buenas
situaciones y enaltecen los casos críticos que los trastocan de
incertidumbre viciosa como perniciosa.
¿Papa Francisco, le pregunto, yo a usted, porque en mi juicio no cabe
frente al Judas traidor? Cuál es la importancia que tiene Capriles,
para la iglesia que va a ser recibido por su persona en El Vaticano,
si él es un cementerio ambulante con muchos muertos enterrados en su
conciencia y como el pícaro que es con un afán de apátrida desmedido
que no lo brinca ni un venado llanero, se sentará a conversar con el
más cercano representante de dios acá en la tierra y, un individuo
como ése que no merece respeto de nadie, lo que se llama respeto en su
debido vocabulario que como indigno competidor y después de perder la
última elección presidencial con un digno obrero de este pueblo y,
alumno de Chávez –usted, sabe quién fue-, todavía tenga el cinismo,
por qué no es otro, de no reconocer a quien en buena lid lo derrotó
con los votos mayoritarios determinado por el CNE que tampoco reconoce
y llama tramposo en alusión posiblemente a su persona que como
sinvergüenza y desvergonzado no hay otro igual ni en Roma ni acá y,
que como gobernador de Miranda, gobernación que tiene abandonada por
andar viajando en busca de qué, ése es otra incógnita que tiene de
cabeza a la MUD. ¿No sabe lo que es la MUD? Ni tampoco se le ocurra
preguntar que esa da asco por demás, donde están todos los parásitos
políticos de este país que no tienen ningún grado de verticalidad
referente a una minoría del pueblo que todavía cree en ellos como
fanáticos, atragantados de odio que son y, su invitado entre otros es
un pecador consumado con muchas cruces incrustadas en su poca historia
de político mediocre como mentiroso, engañoso, desleal, irreverente
por demás de todas las instituciones del Estado venezolano. Es lo que
se puede llamar una miseria humana, un lumpen de inconsistencia dentro
de la burguesía venezolana que ofende el antagonismo político en todas
sus formas. Que anda libre como un Satanás vengativo. Por eso santo
padre, ésta mi carta que como me quedé sin lápiz no continúo y de la
que espero con fervoroso amor su respuesta que debe ser sabia y hasta
milagrosa si es posible, aunque le va a caer una pava al Vaticano que
ni con palito de romero que ni en efervescencia de hostias de bondad
jamás dejará de fermentar del perdón oculto de los malos espíritus que
fomentan las discordias entre hermanos. Por lo que mi abrazo de
hermandad como fiel católica-romana-apostólica que se persigna a toda
hora, morirá de pie, pero jamás pedirá clemencia a los verdugos
disfrazados de corderos que trepan a la inocencia no concebida.