Capriles y su “empanadazo” margariteño

Llegó a la Isla como un trueno sin relámpago e inmediatamente se
encaramó en una tarima de inquietud incontrolada con muchos vagos por
delante que querían verlo y tocarlo a ver si los inundaba de
tranquilidad pasajera como el Santo Niño de Atocha en su pujanza y,
los sacaba del mal de leva que están pasando por la escasez de tantos
productos juntos y, los que se consiguen son como si vinieran de la
luna que hay pagarlos por lo oneroso de su costo como si fueran oro y,
lo único que se le ocurrió decir al caprichoso después, de algunas
frases inmaduras del jolgorio indeciso fue que, él sería el próximo
presidente de Venezuela con banda o sin banda y que la Virgen del
Valle sería su madrina infinita y, que además en lo adelante contaría
con la bendición del papa Francisco quien sin remordimiento alguno lo
guiaría por la senda del Señor en busca del poder perdido hasta ahora.

Y como un soplo de rabia que busca su desagüe como escapatoria en el
terruño insular de su terquedad, el representante de la oligarquía
amarilla: invitó a los presentes a acompañarlo en llevar adelante el
gran “empanadazo” que le daría a La Asunción un empuje de tranquilidad
por su acción de ponerse un delantal amarillo que al igual que su
gorra de siete estrellas más la estrella de Belén en su franela,
acaloraría ese momento con empanadas de todos los sabores que con su
franca habilidad de político navegado tendría a la capital del estado
inundado con su guiso especial que traía de Miranda, de donde se dice
que él es gobernador, pero que hasta la actualidad ni el presupuesto
le ha calculado que tiene a la mayoría de sus trabajadores cogiendo
goteras de ilusión con un aumento que se pierde de vista en lontananza
de sus irregularidades en que el tiempo se le va viajando dentro y
fuera del país y, en francachelas apadrinadas de iras.

Mientras, la peregrinación de sus deseos se hacían realidad y la
mayoría calmaba su apetito libertino con las tentadoras empanadas.
Retumbó la afinada mandolina de un “maquero” especial que ensalmó la
aglomeración en compás de relleno peculiar cuando salió sin mucho
calor, son de calzón, son de calzón, las empanadas de Capriles son de
calzón y, él con sus ojos brotados de alegría como exorbitados por un
humo de particularidad preocupante, le dio rienda suelta a una frase
que impactó el momento cuando, dijo, ¿qué será de Margarita sin mi
calor expectante y, también de sus posibles alcaldes y concejales que
dentro de la unidad imprecisa, se precisan como ganadores que serán mi
tropa a futuro como el rescoldo de mi liderazgo que asusta al
presidente Maduro? Que mientras yo hago labor de patria segura él
divaga y pierde su tiempo con sus presagios que no consiguen tierra
firme con su trabajo callejero frente al micrófono que lo hunde en
sueños deseados.

El día del “empanadazo” en La Asunción dentro de la Isla que Capriles
visitaba para afinar candidaturas que van de la mano con la MUD, y él
con un revoltillo de frases encontradas que le daban a su persona un
relieve de pescador de almas indecisas e insatisfechas que merecen ser
oídas como clamor general que esperan de sus líderes nacionales que
ensanchan la banda de partidos y mini partidos que deben satisfacer
sus necesidades inmediatas sin ser burlados del lado que se quiera y,
Capriles entre ellos, trató de sofocar el mal momento de muchos
cuando, dijo, ese mar de Margarita es mío y también de ustedes y, si
ellos, los chavistas tienen Patria, nosotros tenemos el poder de la
burguesía y, como tal la lucha continúa y, además, ellos tienen el
cadivismo corrupto que traga y ha tragado dólares a montón que jamás
se podrá comparar con los raspas tarjetas que apenas son un 5% del
total que se va al mercado paralelo.

Y, Capriles, ganoso finalizó su gira no sin antes como siempre lo hace
frente a Vallita, pedirle su bendición y el milagro que espera que no
le caiga del cielo que lo ponga en el poder de acabar definitivamente
con Venezuela, tal cual, lo hace con el estado Miranda y, además
aseveró que la próxima vez que vuelva a la Isla será como presidente
sin importarle que sea mañana o pasado y, con una frese de furor, le
reclamó cuando, dijo, o se acaba el mundo y, como vino se fue, lleno
de ilusiones y con la barriga llena de empanadas callejeras.


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Esteban Rojas


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