Con motivo de la aprobación de la Ley Habilitante, solicitada por el Presidente Maduro a la Asamblea Nacional, para profundizar en la lucha contra la guerra económica y la corrupción que sectores desaprensivos le han declarado al pueblo venezolano, el ciudadano Capriles Radonski, haciendo gala de su proverbial distanciamiento de la realidad nacional, ha dado muestras palpables del desquiciamiento que lo envuelve en los últimos tiempos.
En un primer momento, el mismo día en que la Asamblea Nacional aprobaba la Habilitante, el excandidato presidencial opositor, colgaba en su twitter la expresión que sirve de título a las presentes Notas; y al día siguiente, en rueda de prensa de la llamada MUD, anunciaba la realización de una jornada de protesta nacional que tendría como objetivo rechazar las “políticas del gobierno”, es decir, protestar en contra de las acciones que el gobierno ha venido adelantando para enfrentar la usura y la especulación que tanto daño le han hecho a la sociedad venezolana.
En apenas 24 horas, Capriles dejó constancia desatinada de la desesperación en que se encuentra no sólo él sino también el equipo que lo aconseja; realmente este flaco está fuera de sus casillas, Reiterar que después del 8 de diciembre va por Maduro, insistiendo en el propósito plebiscitario que los círculos imperiales le han atribuido a las elecciones municipales, no es más que una terquedad acompañada de una aguda ceguera que ha de conducirlo a él y a sus huestes a un rotundo fracaso; esa obstinación en el carácter plebiscitario de las próximas elecciones municipales, transgrediendo evidentemente la Constitución, responde al plan insurreccional que los enemigos del proceso bolivariano tienen urdido en el marco de ese acontecimiento político; la idea no es ir contra Maduro, solamente, lo que los anima, a Capriles y a la cohorte que lo acompaña, es ir contra el orden constitucional, derrocar al gobierno bolivariano. Y a ojos vistos y con el oído puesto en el suelo de la Patria, acaso, es un ambiente insurreccional lo que se percibe en el país; no, objetivamente no es así, lo que pasa es que el manual subversivo y el plan imperial así lo tiene determinado y, al flaco, no le queda otro camino que desarrollar el papel que en ese plan le han asignado.
Pues bien, luce pertinente que este gobernador ausente de Miranda se prepare para asumir las consecuencias de su irresponsable proceder, porque si hasta ahora ha gozado de impunidad frente a los hechos de abril pasado, cuando al llamar a sus seguidores a drenar su arrechera, indujo al asesinato de 11 compatriotas; debe estar al tanto que en esta oportunidad no correrá con la misma suerte, el pueblo, sobre todo el mirandino, sabrá cobrarle con creces su deshonesto proceder; aunque pareciera que tal eventualidad ya la está internalizando, porque en la mencionada rueda de prensa ante la pregunta de si no temía volver a prisión (donde ya estuvo por los sucesos de acoso a la embajada de Cuba, en abril de 2002) sostuvo que “el temor es como la virginidad, se pierde una sola vez”, de manera que como él ya la perdió estará prevenido para la reincidencia; como le gustaba decir a los abogados: a confesión de parte, relevo de pruebas.
Por otra parte, llamar a sus seguidores a protestar contra las medidas que ha emprendido el gobierno nacional para enfrentar la usura y corrupción capitalista, además, de evidenciar su identidad con los explotadores y saqueadores del pueblo, denota, también, una acusada insensatez política, porque es palmaria la acogida y el beneplácito de las grandes mayorías nacionales con las acciones desarrolladas por el Ejecutivo nacional para salvaguardar el salario de los trabajadores de la desmedida especulación que venían instrumentando los grandes empresarios, importadores y comerciantes del país, practicantes de un capitalismo salvaje, que motivados por un voraz afán de lucro, cada día afincaban sus “afilados colmillos hambreadores en la garganta del pueblo consumidor”. Todo ello en el marco del Manual subversivo imperial que contempla “hacer chillar” la economía de los países que son objeto de la acción desestabilizadora, como es el caso de la Venezuela chavista y bolivariana a quien el cínico imperio se ha propuesto doblegar a toda costa, y, sobre todo, ahora, luego de la desaparición física del Comandante Chávez.
Tal llamado de Capriles, desde el cenáculo mudista, implica no entender que nuestro pueblo se siente reivindicado con las medidas del gobierno nacional y que más allá de los beneficios materiales e interés consumista que, oportunamente, tales medidas le pueden aportar, hay la comprensión colectiva de la disposición gubernamental de ordenar la actividad económica del país, estableciendo una relación de costos, ganancias y precios justos y equilibrados y de su orientación estratégica de ir aperturando nuevas relaciones sociales que sustentadas en los valores de la confianza mutua y de la solidaridad señalen las bases de una nueva sociedad.
No asimila aún Capriles y su gente que se le ha propinado una contundente derrota político-ideológica y que, la misma, en pleno desarrollo, pasando por el 8 de diciembre, tenderá a profundizarse en el próximo año. Es el legado de Chávez que comienza a concretarse, expresado en un liderazgo colectivo, y que tiene en Nicolás Maduro, indudablemente, un efectivo y contundente conductor.