En su viaje de sosiego espiritual sin rescoldo político de que
alabarse y que le diera base firme de confianza electoral nacional se
fue volando a baja altura en una avioneta privada que por treinta mil
dólares aterrizó en Aruba con la consigna apretujada de coger sol y, a
disfrutar de unos días de asueto de lo que nunca se ha podido ganar
como gobernador de Miranda, estado al que dejó hecho un desastre
infame, nadando en desorden sin orientación ni tutela política ni
económica y sin embargo: tuvo la osadía de irse a esa isla a buscar
consuelo eficaz que le diera paz a tantas mentiras juntas que ha
soltado en su acaecer político como un mal tirador que, se le perdió
la caza del plebiscito en las selvas de la discordia, el cual se trazó
como ideal público en las elecciones del 8-D y, después de perderlas
como instigador, furtivamente se escapó como hizo la gran mayoría de
los “líderes” de la oposición en diciembre pasado.
Por lo que regresó quemado, bien quemado, pero contento de hacerlo al
aire libre en las playas arubeñas con su traje de baño placentero de
unidad maltrecho de un material corruptible por demás que lo liberara
de la intranquilidad de perdedor consuetudinario con una resaca de
desconsuelo que le tiene los ánimos de la receptividad en bajo nivel y
con sus burbujas intempestivas de usurpador de ideas y de flatulencia
violenta descarada se asiló por días a la tabla de su salvación de
privacidad fértil y, con sueños entrecortados se embojotó con sus
rabietas deslizantes en la marea baja de Aruba que en descanso
nocturno contó estrellas al voleo, revolcándose de ansiedad en el
furor que causa el poder deseado que no se tiene, lo que le
encalambrará más los días por venir.
Él como líder pertinaz de la burguesía y del impero brutal: anda
metido en un saco de antojos fertilizante a ver si alcanza los límites
de la aceptación internacional, por lo que de Colombia se fue al Sur y
hasta con los pinochetistas se entrevistó y en el México de Cantinflas
hizo lo mismo con un senador de mala calaña y baja estatura moral que
Uribe le recomendó en su afán de trepar las cordilleras de la lucidez
de las tinieblas ocultas y, sin embalaje político moral como un
cartero indeciso se fue a Roma a dar la cómica frente al papa
Francisco como un majunche que se la da de importante sin demostrarlo
en la arena política de sus malas poses verbales que sin fuerza
intelectual lo mantienen en el túnel de lo incierto como de lo
ignorado por él.
Y, en un despabilar de vista –Capriles- se embarcó empantanado de amor
patrio en la aventura presurosa de unas vacaciones con destino cercano
a buscar las canas de la paciencia que lo orbitaran en la elipses de
la popularidad que se le vino abajo sin la atracción debida de los
cuerpos que caen por su propio peso por ley universal y, él sabe que
más no puede dar contra el presidente Maduro al que no encuentra como
fusilarlo moralmente con todas las tramoyas de la burguesía en quien
descansa su centro de masa y de sosiego económico.
La MUD ha criticado mediante manifiesto público y, con toda la razón
del mundo el "desequilibrio económico" en que se encuentra el país en
que las inversiones privadas y extranjeras no tienen piso ni confianza
para invertir y en que las “cosas” marchan cada día de mal en peor en
que para coger una gota de petróleo que venga de nuestro subsuelo hay
que irse a cualquier país a raspar una tarjeta. Sin embargo Capriles
se da la “buena vida” de gastarse en media hora, lo que el Estado
puede percibir por la venta de trescientos barriles de petróleo y,
regresar al país como el que viene del Paraíso secundario después de,
consumir en gastos ociosos parte de lo que era nuestro y, que él lo ha
tomado sin nuestro consentimiento ni aprobación y después tienen el
cinismo de quejarse del presidente Maduro y de su gobierno y con una
insolación pertinaz de inmadurez y atragantado de vagancia pueril
volvió al país quemadito…y, ahora lo que le queda es tuitear.