Mucho se ha dicho sobre la racionalidad política de la oposición venezolana, dominada en su conjunto por el odio, y el resentimiento, pareciera que sus principales líderes diseñan las estrategias, para complacer a una minoría de la población, como bien lo ejemplifica la actitud de Leopoldo López, y María Corina Machado, al proclamar que la salida es ya.
Después de las municipales y la reunión con el presidente Maduro, algunos pensaron que el sector más democrático de la oposición, podría abrir una ventana para crear un consenso natural en cuanto a algunas medidas que pueda dictar el gobierno nacional, y que son necesarias para el país.
Sin embargo la conducta asumida por la derecha venezolana, al negarse a participar en el plan nacional de pacificación, demuestra la incapacidad para construir algo distinto al odio, y define muy bien los linderos de una política inescrupulosa e infame, cuyo único objetivo es el asalto del poder, para ponerlo al servicio de los intereses de una cofradía política.
Más que una actitud de antipolitica, la derecha venezolana está comenzando a pronunciar su verdadero discurso ideológico, ya que en los últimos años, su posición llegó a ser ambigua, y en algunos momentos en medio del jolgorio mediático, cercana a las posturas de alguna izquierda.
Es obvio que una derecha hija bastarda del neofacismo mundial, no pude apoyar ninguna política humanitaria que vaya dirigida a derrotar el problema de la violencia criminal, mientras sus jefes inmediatos en el exterior mantengan como línea política central tratar de despedazar a los países de América Latina, a través de la profundización del fenómeno de la violencia. Los ejemplos de México y Colombia son evidentes.
En un ensayo “De la Guerra”, el Sub comandante Marcos, alerta sobre como las burguesías nacionales se han aliado con el imperialismo, para fomentar y desarticular los estados nacionales, rompiendo su tejido social, y ocasionando una especie de guerra permanente.
Si los fascistas venezolanos como Leopoldo López, María Corina, Julio Borges, Capriles, llegasen a liderar propuestas contra la violencia, automáticamente entrarían en conflicto con el sector conservador de la derecha que los financia y los subvenciona.
Ese sector fue el encargado de tratar de imponer las llamadas recetas neoliberales los países de América, y es el mismo que elaboro el Plan Colombia, y que planifico la desintegración de México. Ese es el motivo de fondo de por qué la oposición venezolana juega a la antipolitica con el plan de pacificación nacional.