Ya basta, ¡carajo!

1.- Los llamados al golpe se multiplican. El tema copa los escenarios: medios de comunicación, redes sociales. En los medios escritos destacan editoriales, caricaturas, manchetas. Declaraciones de dirigentes políticos y empresarios. Todos en el mismo tono: salir de Maduro ya.

Y, simultáneamente, alusiones a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana descalificando a sus mandos, o elogios a la institución, recordándole su misión de salvadora de la patria a través de intervenciones represivas. La campaña está montada con todos los hierros. Al extremo de generar divergencias en el campo opositor. La unidad ya no parece importarle al liderazgo.

Lo que ahora interesa es una política cortoplacista, fuera del marco constitucional --aún cuando se cuidan las apariencias invocando la Carta del 99--, destinada a cambiar el gobierno, no importa método ni costo, con el formato abrileño de 2002. El discurso de parlamentarios y dirigentes de la MUD no deja dudas, así como los planteamientos de columnistas y personajes del mundo político en un tono revelador del propósito de tirar la parada.

¿Están conscientes de que no lo pueden hacer impunemente? ¿O acaso subestiman la capacidad de respuesta de la mayoría del país? ¿Piensan que el chavismo se cruzará de brazos frente a otra aventura golpista? Porque lo que se trama es golpismo puro. Los viudos del 11-A, del sabotaje petrolero, la guarimba, Plaza Altamira, consideran dadas las condiciones para repetir aquellas acciones en las que fracasaron. Lo acaban de demostrar el pasado 12 de febrero.

2.- Uno pudiera subestimar esos planes. Porque lo que la derecha fundamentalista no logró en los años del plomo, cuando contaba con vastos recursos --penetración en la Fuerza Armada, asesoría de la misión militar yanqui, dominio en el empresariado, control de Pdvsa y medios de comunicación-- ya no lo tiene. Ahora su cúpula política está trizada, los empresarios se cuidan y en la Fanb hay rechazo total a lo que esa tendencia representa.

Además, el movimiento popular se fortaleció, el poder social se expande y hay un sentimiento generalizado de que si bien existen problemas que afectan a la colectividad, al mismo tiempo hay conciencia de que el país no puede volver al pasado. Pero de por medio está el daño a la nación.

La violencia y desconocimiento de la Constitución crean zozobra. Afectan al ciudadano que vive en un sobresalto permanente. Trastoca los planes del gobierno y genera incertidumbre. Es el otro objetivo de los golpistas: sembrar el caos; entrabar la acción de gobierno. A ese sector no le importa Venezuela. Impulsa todo cuanto afecte al pueblo. ¿Hasta cuándo? El desafío pone a prueba la capacidad de aguante de la colectividad.

¿Ilimitada? ¡No! Muchos piensan que llegó la hora de darle un parao a lo que ocurre. A la cínica y letal campaña de los golpistas. En ninguna parte del mundo se acepta ese reto a los poderes democráticos y constitucionales. Ya basta, ¡carajo!, piensa, obstinada, la mayoría de los venezolanos.

Laberinto

El martes 18 el país tuvo la sensación de que la violencia se impondría. Que se cumpliría de nuevo el formato abrileño de 2002 -el plan era irse a Miraflores, como el 11/A. La derecha, el fascismo, tenían todo listo. Pero no tenían el fuelle de hace 12 años. No contaban con los recursos de entonces y, además, el pueblo había aprendido la lección. Ese día por la tarde la aventura había fracasado…

Pero quedó claro que hay sectores comprometidos con los planes de derrocar a Maduro, que creen que los venezolanos somos idiotas. Pretenden vender la idea de que lo que hacen es para preservar la democracia, como lo prometieron en abril de 2002. La desesperación los lleva a subestimar que Venezuela cambió. Que alcanzó un nivel de madurez que permite distinguir entre pasado y presente; apreciar los logros del proceso bolivariano en materia social, servicios, dignificación del ciudadano. Que esos logros son conquistas irreversibles…

La historia del golpe seco, o la masacre que paralice al pueblo, no se repetirá en Venezuela. Que lo tengan presente los promotores de la aventura que sigue su marcha. Está visto que no aprendieron la lección derivada del asalto golpista de hace 12 años, del sabotaje petrolero y la guarimba. Por eso insisten -repiten el guión- en el doble juego, con la pretensión de engañar. Aparentan apego a la legalidad y, al mismo tiempo, disparan contra ella…

Lo hacen con la Fanb. Ofenden a la institución -basta ver la caricatura que a diario publica un periódico de circulación nacional-; escarnecen a los altos mandos y descalifican su actual protagonismo junto al pueblo. En paralelo, esos sectores adelantan un trabajo sobre oficiales retirados, familiares, o, directamente, sobre los activos, con halagos de todo tipo y exaltación del papel que tendrían en un cambio de gobierno…

Igual ocurre con la actitud de políticos y empresarios ligados a la conspiración, así como otros organismos de la economía. Claro que hay desabastecimiento, pero no por falta de divisas para adquirir alimentos y bienes en el exterior, o por deficiencias, fallas y corrupción en los organismos del Estado. El fenómeno no se da en forma inocente. Es inducido, y se inscribe en el formato desestabilizador donde los privados tienen rol determinante…

Es el mismo guión que la derecha política y el empresariado utilizó en Chile -con apoyo de EE.UU.-, que condujo al cruento golpe contra el gobierno constitucional de Salvador Allende. El desabastecimiento en el país austral fue planificado en detalle, articulado a la conjura de los mandos castrenses, partidos de derecha y DC. Ocultaron los alimentos; los transportistas fueron subsidiados para que no trabajaran, y sabotearon la fiscalización oficial. Tan pronto como Pinochet consumó el golpe terminó, como por arte de magia, el desabastecimiento…

En Venezuela la conspiración contra la economía la confirman los resultados que arrojan las medidas adoptadas por el gobierno. 40% de los alimentos y bienes importados o producidos en el país, se fuga a Colombia a través del contrabando controlado por mafias binacionales y el apoyo político de la oposición. Los depósitos de productos y bienes hallados en Zulia, Táchira, Apure requieren de un trabajo realizado con eficiencia organizativa y coordinación…

Es este el desafío planteado a los venezolanos que no quieren aventuras. Que no aceptan la actitud de aquellos sectores a los que no les importa la suerte del país. Los cuales trabajan en dos niveles: uno, montando el golpe con los abundantes recursos suministrados por banqueros prófugos y organismos del gobierno norteamericano; otro, tendiendo una cortina de humo para confundir a los órganos de seguridad del Estado y a la opinión pública…

Divulgar lo que sucede -con pelos y señales-, es responsabilidad del gobierno nacional y del movimiento popular, y si quedara alguna duda sobre la conjura contra de la democracia y la Constitución está la oscura celada del 12-F, preparada y ejecutada por los herederos políticos del 11-A. La montaron y fracasaron. Pero sus efectos hay que analizarlos con rigor. Porque los hechos indican la audacia y voluntad que mueve a sus promotores para provocar el caos, así no logren el objetivo de derrocar a Maduro…

Lo ocurrido fue un intento fallido pero, al mismo tiempo, una clara demostración de lo que son capaces: de tirar la piedra y esconder la mano -con apoyo de USA-, y la confirmación de que el diálogo con ellos no tiene sentido. Que hay que buscar verdaderos interlocutores. Que sí existen, en mayor proporción de lo que se piensa.


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José Vicente Rangel

Periodista, escritor, defensor de los derechos humanos

 jvrangelv@yahoo.es      @EspejoJVHOY

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