Venezuela: al revés y atípica

Cada día asombra más lo atinado de las apreciaciones de dos nuestroamericanos, Eduardo Galeano y William Ospina, en cuanto al mundo al revés, y lo atípico en relación a Venezuela. La de Galeano es de vieja data. La de Ospina reciente.

El mundo al revés, dice Galeano, premia al revés: desprecia la honestidad, castiga al trabajo, recompensa la falta de escrúpulos y alimenta el canibalismo. Sus maestros calumnian  a la naturaleza: la injusticia dicen, es ley natural. El sistema imperante globalizado, todavía rector en no pocos, es el Ministerio de Educación que dirige esa escuela del mundo al revés en donde los principios y valores poco o nada importan, imponiéndose lo material y lo frívolo. Lo espiritual y natural es obsoleto. Injusticia e inequidad son asignaturas obligatorias para esta elite dueña de casi todo, que da las migajas por caridad para medio aliviar su conciencia cristiana atormentada.

Para, William Ospina, escritor colombiano, Venezuela es un país atípico, en todo el mundo los ricos celebran y los pobres protestan, mientras que en Venezuela los pobres celebran y los ricos protestan. Nada más cierto. Y el causante de este fenómeno es otro atípico. Un gigante y niño a la vez, mestizo, de pelo quieto, labios gruesos, verruga en la frente, de pueblo, claro como agua de manantial e impetuoso como el mar Caribe, con la mente y corazón tan amplios como la sabana, la visión de unidad necesaria nuestramericana y un Proyecto de País y Patria para Todos, que sus hijos esforzados y valientes hacen cumplir.

Protesta un grupúsculo de ricos porque ya no solamente ellos gozan de derechos, beneficios y oportunidades. La gran mayoría, otrora excluida, ahora disfruta lo que era privilegio para pocos. Esa gran mayoría goza de salud, buena atención médica y alimentación; educación gratuita y de calidad; recreación y deporte; libertad de expresión; vivienda; calidad de vida y felicidad; dignidad y claridad ideológicaAlgo que, cristianamente hablando, ellos, los que de una, u otra manera, se hicieron dueños de todo, en sus nobles corazones y mentes elevadas no pueden aceptar, amén. Los mismos que como perdieron su identidad nacional, (despatriados), no les importa hacerle el daño que sea a la patria, que añoran locamente algún día ser ciudadanos yanquis, ¡Oh! very well.

Sus héroes son los villanos: politiqueros, orgullo de papá y mamá por sus actos heroicos extremistas, que no pierden tiempo para pautar con cualquier cantidad de esperpentos para mal poner en cualquier parapeto del mundo con disfraz académico a la tierra de gracia que por desgracia y jugada de la naturaleza los vio nacer. Terroristas, paramilitaresque degüellan y balean ciudadanos y animales y atentan contra la fuerza pública. Estudiantes que destruyen universidades públicas y privadas, escuelas, instalaciones deportivas, asistenciales y de alimentación; instituciones; empresas y comercios; vehículos, transportes; que envenenan las aguas, incendian montañas y talan más de cinco mil árboles. Además de robar, hurtar, secuestrar y hasta cobrar vacuna o peaje; de impedir el libre tránsito y el derecho a trabajar y a estudiar. Profesores y rectores, que apoyan tales actos vandálicos con el mayor desparpajo o se hacen los Willys.

Estos señores, que se creen amos todavía, empresarios hoy día, utilizan sus otrora mayorales, capataces, caporales, hoy directores, gerentes, empleados de confianza, para guarimbear puesto que, en este país atípico, ya los pobres, trabajadores, obreros, jornaleros, no tienen motivo para levantarse. Esta llamada clase media con ínfulas de ricos y los que fungen como tales por tener un vehículo, vivienda, una empresita, obedeciendo órdenes superiores imperiales y empresariales a punta de verdes contrata mercenarios, francotiradores, terroristas, paramilitares y cuanto espécimen de pezuña y garra consigan para que les ayuden a realizar el trabajo más sucio.

Celebran los pobres,  porque hay patria, soberanía y conciencia nacionalista, capaces de dar la vida si es necesario por defender el sagrado suelo, la identidad, la revolución, con amor, más allá del guarimbeo, la guerra económica, la intolerancia, el odio.

La felicidad consiste en estar en paz con Di-os, con el prójimo y consigo mismo.



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Elmer Montero

Licenciado en Comunicación Social,locutor,productor radial,escritor,compositor,músico,poeta.

 elmersanto@hotmail.com      @elmersanto

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