Mi vieja que era una aborigen de esas recias forjadas en el duro trajinar de la explotación agrícola y con esa sabiduría ancestral de los pueblos, para cada situación tenía una axiomática salida, acuñando un refrán o una sentencia de las tantas que existen en nuestro léxico popular. Cuando alguien se buscaba un problema y caía en la circunstancia, exclamaba: “Quien solito busca el mal no tiene a quien quejarse”. En esta ocasión queremos decirle al presidente obrero Nicolás Maduro Moros, que en vista de las exigencias de democracia, libertad de prensa y expresión, moderación en el uso de la fuerza pública y respeto a los derechos humanos por parte de los dinosaurios de la IV, como única condición para sentarse a dialogar y aprobar la paz, le proponemos que firme un pacto con los señores de la MUD.
Llévelos al terreno que buscan y suscriban un pacto de caballeros, donde todos se comprometan a acatar los que allí se establece y para complacerles, apartemos la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela e invoquemos la del 61. Eso si después de la voz de play, no se vale tiempo.
Comencemos por retrotraer lo que ocurrió en el gobierno de Rómulo Betancourt, cuando le quemaron las manos y la boca, por una condena que el mismo se solicitó. El día del atentado hacia pocos días que había dicho en una alocución, “Que se me quemen las manos, si las he metido en la cosa pública”. Y zuas, la sentencia le fue concedida.
Como quiera que actualmente hay una situación peor de violencia que ha dejado más de 40 muertos, desde el 14 de febrero a la fecha, sin contar los del 14 de abril de 2013, busquemos el decreto que RB emitió en esa oportunidad y en el caso del porteñazo y aplíquelo a los responsables del llamado a la violencia, que ha dejado pérdidas por más de 30 mil millones de dólares al país y decenas de hogares enlutados.
Traiga a la mesa aquella consigna de Carlos Andrés Pérez, cuando era Ministro de Relaciones Interiores de Rómulo Betancourt, que por instrucciones del Piache de Pacairigua puso en boga aquella democrática orden dada a los cuerpos de Seguridad de Estado: “Disparen primero y averigüen después”.
Trásladese al gobierno de “El Presidente bueno” Raúl Leoni Otero, que creó como método de combatir a los adversarios políticos las desapariciones forzosas, método aplicado, en los casos de Alberto Lovera, Víctor Soto Rojas, Jorge “Carorita” Rodríguez, Noel Rodríguez, los hermanos y otros cientos de militantes revolucionarios, que todavía no sabemos donde están sus restos.
Apliquemos a quienes lideran esta escalada de violencia y que están pidiendo amnistía y respeto a los derechos humanos, la” Amnistía” y el respeto a los Derechos Humanos, que aplicó Raúl Leoni, a sus adversarios políticos, que no montaban guarimbas, sino que hacían trabajo de masas en el campo y en los sindicatos y los más osados fusil al hombro en las montañas para enfrentar a los “Cachorros del Pentágono”, no para asesinar de manera cobarde a civiles y Guardias Nacionales, con fusiles de mira telescópica desde azoteas de edificios, mientras limpian las barricadas en las calles para restablecer el tránsito.
Otra método, que Ramón Guillermo Aveledo, conoce como la palma de su mano, es de la “Operación Vanguardia” de Rafael Caldera Rodríguez, en su primer gobierno. Luego sigamos con la democracia con energía de Carlos Andrés Pérez, en su primer y segundo mandato. La de Jaime Lusinchi, aquel que no huyó, no con sigilo, sino con “cierta malicia”, cuando se fue a Costa Rica, con su gata blanca. No hay porque negarle el traguito al sediento. Las salsa que sirvió para la pava en aquellos momentos debe ser buena para el pavo en esta era.
Entonces camarada presidente obrero, aparte su mentalidad represiva y dictatorial, con sus llamados a diálogo, deles una dosis de su propio vino. Haga caso a la MUD, aplique la democracia de la IV República.
