El Dialogo, Andrés y Guarulla: Una Antología de la Miseria

La iniciativa de Maduro de conversar en una mesa y en cadena nacional con factores de la oposición venezolana, es una oportunidad para ver entender (en un mismo plano) y en perspectiva dialéctica, la involución de situaciones y personajes.

Puedo entender y no compartir por ser un acto de cinismo y de mentiras, el “discurso” de Guillermo Aveledo y del presidente de Copei. Vienen de una misma línea y un mismo tronco social y político. Así que entiendo la condición de esa astilla. Puedo entender el discurso de Ramos Allup, que si oí bien, tuvo por lo menos un poquito de bo… para decir que fue primero un vació y luego un golpe de Estado. Esto fue lo más respetuoso que llevó la oposición a la mesa de diálogo. Puedo entenderme, al tener tiempo y oído para escuchar al cínico de caprichito.

Al final, puedo reconocer que siendo necesario e importante el dialogo, es el mayor acto de cinismo que he podido observar en mi vida. Es necesario decir también, que no perdí casi una noche de sueño. Me sirvió y espero que esta primera etapa del “dialogo” nos sirva a los venezolanos y venezolanas para entender lo que nos jugamos y cómo no las jugamos. Independientemente de la posición política que tenga una persona humana de este país, se ha debido leer y entender este episodio de dialogo, más o menos como yo lo entendí.

Si los seguidores de la oposición no fanáticos y no fascistas guardan la esperanza (aún) de contar con una oposición que lo represente y le dé sentido a un proyecto del país que quieren, creo que han debido darse una tremenda decepción. Esta oposición y los líderes que estuvieron ahí no han aprendido nada. Mejor queda, han desaprendido y hoy son peores, que como fueron en la famosa etapa del “bipartidismo”. El dialogo de este jueves en la noche y madrugada del viernes, me sonó como un caracazo sui generis: Unos líderes de la oposición discurseando o “conversando” frente al país, como si nada hubiese pasado desde la tres últimas décadas del siglo XX y estas que van del siglo XXI. El copeyano queriéndonos decir, que Venezuela socialmente fue mejor entre 1958 y 1998. Una Venezuela con 53% de desnutrición infantil, con una cifra igual de mortalidad infantil y con una profunda brecha entre pobreza y riqueza.

Pero el punto esencial de ese “dialogo” fue la intervención de Andrés Velásquez y Liborio Guarulla. Si tuvimos la oportunidad de oír detenidamente estos dos “discursos”, ya no tenemos más nada que hacer para entender la verdadera miseria humana. En verdad, si oímos a estos dos “señores”, ya eso es suficiente para entender qué es un miserable y cómo es la miseria que calificamos (injustamente) de humana. Algo así, como lo que percibimos en estos dos señores, no puede ser calificado de miseria humana. Es algo peor.

Vamos por el fenómeno más miserable que pudo albergar la IV República y que Chávez y este proceso han dado una batalla para corregirlo. La peor situación que pudo “construir” la IV República fue el desprecio, abandono y TOTAL EXCLUSIÓN que los adecos y copeyanos les dieron a los pueblos indígenas. Liborio Guarulla lo “reconoció” así en su intervención con cara de inocente, pero inmediatamente lo desconoció. Mayor cinismo, miseria y ejemplo de un desclasado, es difícil encontrar, pero ahí estaba frente nuestras narices y en cadena nacional. Es una cosa horrible sentir que un “indígena” venezolano “piense” así, como “piensa” ese señor y estoy siendo muy benevolente con lo de señor.

Andrés Velásquez es bastante más peor (discúlpeme el error). “sufrió” un poco más en carne propia con los adecos y los copeyanos, pero es bastante más peor (disculpen nuevamente el error) porque le robó y se quedó con todo el cinismo junto de la ultra derecha venezolana. Es mucho peor que un cretino y de verdad, no quiero ser grosero. Por eso creo, que mejor oportunidad para ver, comprender la miseria humana, no es posible tener otra vez. No perdí mi sueño.


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Evaristo Marcano Marín


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